Lo de Rei Kawakubo no es tan disparatado como parece. En 2017 estamos mucho más cerca de su filosofía de moda, la misma que distorsiona sistemáticamente la silueta y desoye la máxima de que la ropa debe ser bonita y sentar bien o que las prendas deben seguir un determinado patrón (a pesar de estar detrás de un multimillonario negocio de camisetas, jerséis, y accesorios al uso, además de fragancias) que nunca. La misma que lleva casi 50 años retando nuestra idea de belleza, feminidad o identidad de género. Basta tomar el look de Claire Danes en la gala del MET como ejemplo: una camisa deconstruida que bien podría haber sido obra de Rei pero estaba firmada por Monse, una de las firmas del momento, y que a pesar de formar parte de uno de los estilismos menos alabados de la noche podría estar perfecta y paradójicamente en las estanterías de Zara o Mango.

Y es que más allá de la dicotomía -y la continua búsqueda del equilibrio- entre discreción y modestia rozando lo puritano y monacal versus justo todo lo contrario, esto es, constreñimiento, transparencias y medidas irrisorias, llega el momento del nuevo excentricismo; de la exageración, el dramatismo y las fórmulas llevadas al extremo -nunca antes habían estado tan de actualidad los volúmenes y los volantes - prácticamente hasta el desconcierto. De la fase provocativa y sexy como declaración de intenciones hemos pasado a la pura nostalgia del erotismo -a la nueva era de la desnudez iniciada estos días por Kendall Jenner y Bella Hadid basta remitirse, igual que al nuevo escote que ahora consiste en enseñar la parte baja de los pechos o el underboob- como respuesta a la etapa de la mesura- minimalismo y formalidad en el vestir como parte de un nuevo lenguaje femenino en clave de reivindicación feminista- que va con los tiempos y el clima político que corren.

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Si Demna Gvasalia propone llevar los bolsos colgados del cuello o de dos en dos, Acne Studios apuesta por las chaquetas del revés en su colección de Otoño-Invierno 2017.

Pero el lance de las nuevas tendencias pasa ahora por desafiar conceptos, proporciones y combinaciones varias. De bolsos que lo mismo imitan las bolsas de la compra de Ikea o las clásicas fundas de manta como nuevos objetos de lujo a los costumbristas albornoz y chanclas como dúo fashion en este momento o el pantalón menos favorecedor posible -véanse también cualquier otro tipo de prendas- como elemento clave en cualquier armario. La confusión y el sinsentido están de moda.

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Lo nuevo de Vetements para Levi’s: pantalones con cremalleras traseras.

Cómo iba a ser posible si no que se vendieran prendas aparentemente manchadas de barro por más de 400 euros (hablamos de los polémicos vaqueros y chupas de la firma neoyorquina PRPS fabricados en algodón orgánico imitando la típica salpicadura mezcla de tierra y agua que se comercializan en Nordstrom), o que una pieza tan icónica y supuestamente plana como el jean -entre otras esta temporada- alcanzara su mayor cota de éxito siendo reinventada de la manera más inverosímil y disparatada posible; desde puesto del revés, a abierto por la parte del trasero (tal y como proponen Levi's y Vetements en su última tongada de vaqueros); despiezado, cortado y roto; o con paneles de plástico (al estilo TopShop y su modelo con rodilleras de vinilo, de lo más comentado y vendido esta primavera a pesar de que ya sabemos cómo se las gastan este tipo de materiales cuando la piel transpira visto lo visto con las últimas botas ideadas por Kanye West para Yeezy...).

Y no solamente los clásicos hasta ahora intocables se desmontan, también se reimagina la manera de llevarlos -de ahí la importancia del estilismo sobre la ropa- y esta es la parte más excitante de esta nueva vertiente absurda de la moda. No hay reglas ni lógica que valgan; no hay que apelar al sentido común, hasta que se demuestre (todo) lo contrario.