Hace algunas temporadas la moda subversiva vino impulsada por jóvenes diseñadores que se reían de las grandes firmas (véase Brian Lichtenberg y sus camisetas y sudaderas de Féline, Homiés o Ballin), hoy el golpismo fashion más farruco se ha instalado en la pasarela de la mano de Vetements.Demna Gvasalia ha hecho de la verdadera antimoda no solamente la tendencia más deseada del momento sino que ha conseguido sacarle los colores a la industria haciendo de lo literalmente ordinario (o directamente vulgar y poco atractivo) algo completamente extraordinario. Y eso a golpe de cambiar solamente una cosa: el contexto.

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Lo de apropiarse de logos corporativos es algo que vienen haciendo muy bien últimamente Moschino, Opening Ceremony (Kodak) o Anya Hindmarch (Carrefour o Kellogg's) entre otras firmas (también Zara esta primavera con sus camisetas de Pepsi) que han adoptado ciertos símbolos y adaptándolos a su estética y a patrones y un tipo de calidad determinados (nada nuevo por otra parte). La diferencia es que mientras ellos, como tantos otros antes, apuntan a la ironía y al sarcasmo, lo de Gvasalia tiene más bien poco de parodia o de burla. Lo suyo es un "zasca" en toda la boca a la alta moda que le ha roto los esquemas al lujo tradicional.

Como muestra uno de los superventas más absurdos de la temporada: su camiseta de DHL. La única diferencia entre esta prenda presentada en el marco de su colección de Primavera/Verano 2016 (y que cuesta 245 euros), y la que suelen llevar los trabajadores de ese servicio de paquetería (y que se puede conseguir en ebay por menos de 20 euros) es prácticamente nula. El largo de las rayas y la hechura. Así nada tiene que ver esto con la ironía fina, limpia, y perfectamente deconstruida de Margiela, por ejemplo.

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Bryan Boy acudió al desfile de Vetements el pasado mes de febrero en París con una sudadera de FedEx comprada en una de sus sucursales. En la foto posando con un mensajero de UPS con cara de no entender absolutamente nada.

La elección de esta empresa global no es ni mucho menos casual y le ha servido al diseñador para conectar con una audiencia especialmente familiarizada con el sistema de envíos internacionales en la era de las compras por internet. Sin ir más lejos la bloguera Leandra Medine ha hecho de los mensajeros protagonistas tan improvisados como recurrentes en su cuenta de Snapchat, si bien la neoyorquina, famosa por su sentido del humor, no acaba de conectar del todo con la filosofía de la maison francesa. Al hilo de una de sus reflexiones al respecto, Vetements ha dado en el clavo validando en términos de estilo la ropa tan práctica y cómoda como insignificante (y muchas veces contrahecha y poco favorecedora). Y es que si antes nadie se atrevía a llevar una prenda utilitaria a un desfile o a un evento, porque se consideraba demasiado insulso y poco relevante, ahora ya tiene vía libre porque es tendencia, porque eso que viste se vende a precio de lujo en determinadas tiendas siendo prácticamente la misma cosa que podrías encontrar en cualquier Decathlon, mercadillo, o bazar chino (otra prueba es este chubasquero, también de Vetements). Y he aquí el verdadero chiste de todo esto. Este es el verdadero poder de la nueva moda.