Para cuando llegaron los 70, la gente quería cerrar el capítulo hippie. Las flores prendidas en el pelo y las prendas tie-dye ya habían dado demasiado de sí. Woodstock y las revueltas del mayo francés eran cosas del pasado. Los jóvenes estaban sedientos de nuevos inputs. La mayor consigna, casi un clamor popular, era que las reglas no estaban sino para romperlas. Y por si quedaba alguna duda en el aire, entonces apareció él. David Bowie apuntó maneras con Hunky Dory, pero despuntó y se dio a conocer al gran público con la gira The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders of Mars de 1972/73. Bowie, rebosando ambición y talento, parió la historia de Ziggy Stardust, su primer alter ego sobre el escenario. Mutado en un extraterrestre en misión de salvamento al planeta Tierra, Bowie tenía tanto de performer como de cantante. Entre tema y tema, se desprendía de su piel y tomaba la siguiente. Un espectáculo que bebía del clásico musical y del remoto teatro kabuki. Claro, así la base, pero sobre ella una fuerte ola de vanguardia rupturista.

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El ’’body’’ Woodland Creatures de Kansai Yamamoto. © Getty Images

Por aquel entonces acababa de aterrizar en Londres un joven diseñador japonés de nombre Kansai Yamamoto. En su primer desfile (lo llamó Kansai in London, desafiando las leyes de la creatividad) consiguió generar interés y hacer volver los focos hacía su figura. En base a un belabo –prenda típica del kabuki–, Kansai imprimió una enorme cara de máscara con una cremallera en el frontal. Rompedor, novedoso, arriesgado. Aquel mono, al cual bautizó Kite, fue el pistoletazo de salida. Con un pie en la tradición nipona y otro alimentando la vibrante energía londinense, un amigo común puso en contacto a Kansai con David. Estaban condenados a entenderse. Y de allí iba a salir el vestuario de la siguiente gira. Tanto fue así que tras el primer encuentro se forjó una de las alianzas más celebradas e inspiradoras en materia de estilo.

David Bowie quedó fascinado al ver un body de manga corta, abotonado y en color rojo, una prenda que Kansai había hecho para el desfile Kansai in London. Woodland Creatures (así se llamaba el body) apareció en las dos primeras giras mundiales. Su primera embestida estética está fuertemente ligada a esta pieza. Casi tanto como al mono asimétrico, un maillot tejido pero con el brazo izquierdo y la pierna derecha al descubierto. Ambas prendas fueron incluidas en el show. Entre los números con los que contaba el argumento del concierto, David Bowie tomaba el cuerpo de una mujer durante el tema Lady Stardust. Kansai Yamamoto, de nuevo inspirándose en el teatro kabuki, realizó un mono –el Tokyo Pop– que se podía quitar en apenas una fracción de segundo. En color negro, y con un volumen desmedido en las piernas, David Bowie encarnó el retrato más fresco y contemporáneo de los 70. Bienvenida la ola glam.

Después apareció la figura de Freddie Burretti, amigo y sastre, con quien también trabajó prendas y siluetas que subieron al escenario. El personaje de Ziggy siguió funcionando durante algún tiempo, y Bowie continuó dándole vida, aunque sin el vestuario tan provocador del inicio. También después fueron El Duque Blanco y Aladdin Sane. Pero con Kansai se elevó el tándem a la gloria. Para el japonés supuso la mejor carta de presentación. En los años venideros fue uno de los cuatro japoneses que capitanearon la renovación de la moda, junto a Rei Kawakubo (Comme des Garçons), Issey Miyake y Yohji Yamamoto, el cabecilla de la manada. En el 75 desfiló en París. Dos años después abrió la primera Kansai Boutique. Y para 1983, The New York Times ya le reconocía ser un agente del cambio en el nuevo vestir desestructurado y oversize.

En el caso de David Bowie, después vinieron increíbles éxitos profesionales; el aplauso de la crítica y el público. El artista ha ido variando continentes sin alterar nunca contenido. Y su legado sigue siendo inagotable fuente de inspiración. Música, moda y estilo fundidas en un personaje que es leyenda en vida. Velvet Goldmine (1998) y Hedwig and The Angry Inch (2001) han llevado al cine historias basadas en el personaje de Bowie. Ni que decir de su influjo en la música. Referente incombustible, con Ziggy Stardust grabó a fuego un capítulo de oro en la moda contemporánea, que aun a día de hoy sigue siendo fascinante.