La firma fundada por Gianni Versace ha expresado su deseo de lanzar una OPV –oferta pública de acciones–, tal y como ha adelantado Gin Giacomo Ferraris, director general de Versace. “Quiero abrir el capital de la compañía lo antes posible”. El rumor se disparó tras el reclumiento de Goldan Sachs para estudiar la estrategia, y los buenos resultados de su ejercicio en 2014 –alcanzando los 26,3 millones de euros netos– afianzan aún más su posible incursión dentro de dos o tres años. Esta decisión se fundamenta en la respuesta positiva que están teniendo las marcas de lujo en el mercado de las finanzas, desafiando los primeros temores. Prada y Brunello Culcinelli fueron los primeros que se lanzaron al mercado de valores en 2011. Mientras Prada prefería la Bolsa de Hong Kong –debido al potencial del mercado asiático– la firma del diseñador Brunello Culcinelli optaba por quedarse en casa con la bolsa milanesa, obteniendo resultados mejores de los esperados. El rey del cashmere triplicaba así su valor, al igual que hiciera Salvatore Ferragamo un año más tarde.

En Wall Street se estrenaban Ralph Lauren y Coach, pero fue Michael Kors acabó creando tendencia al otro lado del Atlántico, multiplicando por tres su valor en el mercado tras la venta de acciones en 2011. Otras firmas norteamericanas también se replantean su IPO –Initial Public Offering– desde hace tiempo, como es el caso de Marc Jacobs, Tory Burch o la marca de la diseñadora Diane von Furstenberg, aunque su decisión todavía está en el aire. En Europa las firmas son más atrevidas en la decisión de hacer su capital público, como es el caso de la marca franco-italiana Moncler –reconocida firma de plumíferos– aumentando su valor en un 47% sólo en su primer día de cotización en 2013. Incluso Jimmy Choo –propiedad de JAB Luxury– solicitó en septiembre de 2014 su entrada a la Bolsa de Londres con un 25% de su capital, saliendo al parqué un mes después y consiguiendo que sus acciones hayan aumentado de valor un 25% desde su salida. La incursión de las firmas de lujo en el mercado financiero forma parte de la estretagia de expansión de estas marcas, y demuestra que la industria de la moda es rentable.

Al igual que las firmas de lujo necesitan un tiempo para preparar las colecciones que posteriormente saldrán a desfilar, salir al parqué también conlleva una serie de condiciones para obtener beneficios óptimos. Generalmente esta decisión empieza a formar parte de la estrategia de marca cuando los resultados son lo suficientemente positivos –para que sean atractivos para los nuevos accionistas–, como es el caso de Versace, cuyos beneficios van en ascenso desde el año 2011. También hay que tener en cuenta si existen oportunidades de crecimiento a nivel internacional, por factores como la entrada de nuevos inversores. Además, las alianzas fomentadas por la venta de sus participaciones a fondos como Blackstone, en el caso de Versace, la venta de un 70% de Cavalli al fondo ruso VTB Group, o la de Lanvin –aún en el aire– también favorecen esta decisión. La venta de acciones de estas firmas también suele coincidir con las nuevas estrategias, como el casp de Marc Jacobs –que ha suprimido su segunda línea–, o Roberto Cavalli, que ha realizado cambios en su cúpula directiva.

Que la moda es un valor en alza es un hecho, y así lo demuestra Amazon –el gigante del comercio online– al estar interesado en adquirir Net-a-porter –propiedad de Richemont– por 2 millones de euros, como asegura WWD. Desde el año 2014 Richemont –número dos detrás del conglomerado LVMH– tiene en mente vender el portal de compra online, por lo que todo apunta a que las negociaciones podrían finalizar de un momento a otro.