Puede que el universo de los tabloides lleve un puñado de meses embelesado en el interés mediático y casi hipnótico que despierta el trasero de Kim Kardashian, pero el sector de la moda sigue rigiéndose por unas cifras bastante más apretadas que las de la estrella de la docurrealidad californiana. Es por ello que esta semana saltaba a la palestra una nueva medida en la Asamblea Nacional que pretende combatir la "apología de la anorexia" como iniciativa del grupo parlamentario socialista. El diputado Olivier Véran, que además ejerce como neurólogo, presentaba una proposición de ley que pretende obligar a las modelos que desfilen en Francia contar con un certificado médico que indique con cifras concretas su índice de masa corporal. Todas aquellas que no lo superen no podrán, si la medida se promulga, trabajar en el país.

El apoyo de la ministra francesa de Sanidad, Marisol Touraine, ha sido decisivo para el desarrollo de esta doble enmienda, declarando que "ser modelo también implica alimentarse y cuidar su propia salud y defender esta idea es un mensaje importante, especialmente para las chicas que ven modelos estéticos en esas modelos". En caso de incumplirla, la propuesta contempla una pena de seis meses de cárcel o en su defecto, multas económicas de hasta 75.000 euros. Esta causa afecta también a su extensión digital y se pretende perseguir de igual manera aquellas páginas que alberguen fotografías que presenten a modelos de extrema delgadez en Internet, o hagan posibles apologías de movimientos en pro de la delgadez, como el celebérrimo fenómeno del thigh gap (espacio entre ambas piernas).

No es la primera vez que el mundo de la moda se ve sacudido por medidas similares: en 2006 la Comunidad de Madrid marcaba un parámetro mínimo en el índice de masa corporal –en torno al 18%, unos 58 kilos para una estatura de 1,80– para todas las modelos que desfilaran en la extinta Pasarela Cibeles, pero en aquel momento la medida resultaba en más de un 30% de maniquíes rechazadas por la organización. Lo recuerda Pepa Bueno, directora de la Asociación de Creadores de Moda. "Esta situación que se está viviendo en Francia ya se vivió en España hace 10 años. En aquel momento todas las partes implicadas se unieron para hacer que la moda y a manera de mostrarla fuera acorde con los cánones de la salud. En aquel momento, los demás países miraron para otro lado. Portugal y Alemania se interesaron por las medidas adoptadas en España. Incluso España elevó una propuesta a la Unión Europea para que se alcanzara un compromiso a nivel europeo, pero no se llegó a ninguna medida sólida". Hoy parece que en Europa sí suena la flauta, a pesar de la dificultad que supone luchar contra un canon ya establecido. "Los dogmas estéticos cambian cada temporada y no por eso deben de cambiar nuestro ideales de belleza", concede al respecto Moisés Nieto. El diseñador, que actualmente muestra sus propuestas en la pasarela madrileña, recuerda esa medida como necesaria y pionera en el circuito internacional. "España fue de los pocos países que cambió en este sentido, aquí preferíamos las modelos sanas aunque siempre se cuela alguna modelo que le faltan un par de desayunos. No olvidemos que las modelos son eso, 'modelos', y por eso tienen un físico diferente al resto".

Que la belleza es el canon imperante en una industria que mueve millones de euros anualmente y moldea las aspiraciones de miles de jóvenes en el mundo resulta una obviedad, pero conviene incidir en quién ejerce esa presión por una delgadez inalcanzable. ¿Son los diseñadores o las agencias quienes tensan la cuerda? "Los agentes de modelos respondemos a una demanda y nunca creamos esas necesidades", asegura Fernando Merino, de la agencia Uno Barcelona. "Si le preguntas a un psicólogo por los motivos de la anorexia apuesto a que resaltará que en la mayoría de los casos el problema es familiar o mental. En 26 años de profesión solo he trabajado con dos modelos anoréxicas, y en ambos era palpable que había un problema más allá de la vocación por ser modelo". Sin embargo, algunos ven en esta medida algo favorable y necesario. Berta Bernad es consultora creativa de firmas como Hoss o Aristocrazy, y observa que lo más conveniente sería "establecer unas medidas legales para que las agencias se tomara en serio el tema de la delgadez a la hora de seleccionar a sus modelos. Al final son ellos quienes deciden y tienen la responsabilidad final". Las agencias o la familia son decisivas en la carrera de las jóvenes que pretenden convertirse en modelos según reconoce Alba Galocha, una de las más exitosas en su terreno. "La educación, en todos los aspectos, tiene que venir de casa. Es un tema complicado, la mayoría son niñas muy jóvenes que todavía no están formadas (también por ello tienen esos cuerpos) y en las agencias nos cuidan mucho, pero somos muchas y a veces es difícil saber si una tiene un problema. Muchas veces no es algo obvio. Lo de institucionalizar las medidas es una tontería, cada niña es diferente y no puedes poner un modelo tipo y querer que todas seamos así, el juego de las diferentes bellezas se iría al garete", zanja Galocha.

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No obstante y aunque haya sido sobre la pasarela donde la problemática de la delgadez se haya cuestionado con más repercusión mediática, la alfombra roja también ha sufrido los efectos secundarios y hoy la batalla por la belleza que se fragua en ella ha dotado de mayor protagonismo a lo que ocurre en el photocall de una ceremonia de premios que en los galardones que se otorgan a posteriori. Antonio Rubial, agente de actores y batuta tras sólidas carreras como la de Leonor Watling o Mario Casas, señala la enorme presión que hoy en día se infiere sobre las actrices para estar guapas y pendientes de su relación con la moda. "Es un proceso bastante horrible que sufre cualquier actriz al llegar a esta profesión por vocación: ninguna presupone que el éxito implica con tanta fuerza llevar bien un vestido y cuidarse para deslumbrar en la alfombra roja. Lo peor es que solo afecta a las mujeres, en ningún caso afecta a los actores. Los diseñadores solo tienen talla de muestrario y si no te ajustas a sus medidas, estás fastidiada. Lo peor no es eso, sino que haya un tipo de prensa que solo juzgue esa parte de la historia. Parece que hoy el cine se centra más en su envoltorio y en las apariciones mediáticas y no en las interpretaciones que llevan a sus actrices a merecer esos premios".