Nicola Thorp, una actriz de 27 años, fue contratada por la empresa PwC para un trabajo temporal como recepcionista. Al iniciarlo, Nicola se negó a calzar tacones (le exigían, además, que fuesen de entre 10 y 12 centímetros) alegando que a sus compañeros masculinos no se les exigía nada parecido. Ante esta actitud, la empresa la envió a casa; sin pagarle, por supuesto.

Ahora, Nicola Thorp ha emprendido una campaña, que ya cuenta con más de 11.000 firmas, pidiendo que se prohiba, por ley, obligar a una mujer a llevar tacones. La empresa, por su parte, ha alegado que Nicola había firmado las normas de apariencia, aunque habría que revisarlas, según cuenta la BBC.

La actriz aseguró que tendría problemas para trabajar durante nueve horas con ese calzado y que quería hacerlo con unos zapatos planos. La respuesta que le dieron fue que fuese a comprarse unos tacones. "Les pregunté si odían darme alguna razón por la que llevar unos zapatos planos me fuese a impedir realizar mi trabajo, pero no tenían ninguna", ha declarado Nicole a la radio londinense de la BBC. "Se esperaba que hiciese mis nueve horas de trabajo, escoltando a los clientes hasta las habitaciones donde se tenían que reunir, y yo dije que no era capaz de hacerlo con unos tacones de diez centímetros".

Cuadno Thorp les preguntó si alguna vez le habían planteado a un hombre ponerse tacones, estallaron las carcajadas. Así que, tomando este suceso como punto de inflexión, habló con algunos amigos y empezaron a mover una campaña por las redes sociales que, en poco tiempo, se convirtió en algo multitudinario. Pese al miedo por las consecuencias o represalias que pudiesen tener sus intenciones, Nicola decidió hacerlo porque creyó que era hora de que alguien alzase la voz por la desigualdad de las mujeres en el lugar de trabajo.

Así, la petición a favor de una ley que impida a obligar a las mujeres llevar tacones como uniforme de trabajo, lleva más de 10.000 firmas a favor, por lo que se espera que el gobierno británico actúe al respecto.

Según las leyes vigentes, la empresa está capacitada para despedir a sus empleados si se niegan a vestir de forma "adecuada", así como establecer diferencias en el uniforme entre hombres y mujeres, siempre y cuando exista una equivalencia de adecuación.

"Yo no tengo nada en contra de la empresa, ya que ellos están actuando dentro de sus derechos, obligando a sus empleados a vestir bajo sus cógidos de vestimente, que incluye que las mujeres calcen tacones", ha afirmado Nicola Thorp. "Lo que creo es que esos códigos deben reflejar la sociedad actual y, bajo mi punto de vista, una mujer puede ir elegante y formal, aun llevando zapatos planos".

Este es solo un hecho más en la lucha por la idualdad entre hombres y mujeres, en todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en el laboral. Así se reabre el debate sobre el sexismo en el lugar de trabajo.