Llenar el continente o adornar el contenido. Acaso es esta la primera disyuntiva con que uno se enfrenta cuando recorre los primeros metros del pabellón 14 de Ifema, sorteando las hordas de borsalinos y mostradores de zumo. Este año, la plataforma bautizada Madrid es Moda engloba no solo cuatro días de desfiles, sino que suma a su oferta decenas de charlas y actividades centradas en moda por los fastos de la 62 edición de la pasarela madrileña. No es que un seminario con la modelo Laura Sánchez junto a Rodilla o el descuento en coches eléctricos a periodistas resulte poco atractivo, pero los puestos de Ribera del Duero y el anuncio a bombo y platillo de Internet gratuito para todos no sonaban exactamente como novedades suculentas a ocupar en el repertorio periodístico.

Suerte que esta innovación, junto al récord histórico de 24 patrocinios, es solo un dato en la lista de novedades cosecha de la nueva directora de la cita, Charo Izquierdo. El legado de Leonor Pérez Pita (Cuca Solana, en el argot del hábitat) pasa ahora a manos de esta novelista, antes responsable de las revistas YoDona y Grazia. Encomendada a mejorar la visibilidad de la otrora Cibeles en el circuito global, su arranque no fue en Ifema, sino en la Casa Real de Correos la noche del jueves. El motivo: el desfile en formato off de Roberto Verino, fantasioso de un estío en la costa azul francesa pero con pocos conejos en la chistera, que se yergue como una de sus primeras victorias en la ampliación de los desfiles a las calles del centro madrileño.

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Una de las salidas del desfile de Juan Vidal. © Getty Images

En una plataforma obsesionada con reinventarse, la mayor cordura corrió a cargo de María Escoté. Sorprendiendo por lo maduro y sofisticado de su propuesta, la levantina se recrea en la abstracción geométrica del francés Auguste Herbin. “Obligado por la tendencia que le marcaba su país en aquel momento, comenzó haciendo pintura clásica con éxito relativo hasta que destacó con un cuadro titulado L’Oiseau, de rabiosa sensación de libertad, que le catapultó a la fama”, concede. La disminución de sus microvestidos y piezas hipersexuales, sustituidas por siluetas masculinas y estructuradas, provoca la sensación de que en el camino de Escoté se abre una vía similar a la del autor que la inspira. Pero aquello que le funciona, se apresura en recordar, sigue entre lo más vendido de su taller.

Mientras la moda de Escoté se aleja de los ponis y las muñecas con mohín lolita, Ágatha Ruiz de la Prada prosigue su fiesta. Capendo el temporal que atañe a su divorcio del periodista Pedro J. Rodríguez, se regaló una merienda de cumpleaños, sin privación ninguna. Macarons, serpentina, donuts y magdalenas, que a ritmo de Fangoria y La Prohibida ejercieron como fuerza optimista no poco grata dada la atmósfera. No era la única que estaba de celebración: el bilbaíno Ion Fiz festejaba sus 15 años con triple ración de éxito: 15 conjuntos de día, 15 de tarde y otros tantos de noche, y una identidad que él mismo describe como “Eterno Femenino Singular”.

La alegría de unos y la tristeza de otros. Los fastos de Fiz y de la Prada contrastan con el ambiente gélido en Ángel Schlesser. La venta de su 75% al directivo de El Corte Inglés Óscar Areces, en un principio por mejorar su estructura empresarial y ampliar la distribución, ha derivado en un conflicto de intereses que se saldó en septiembre del año pasado con la ausencia del diseñador en su propio desfile. Esta vez, Ángel Fernández Ovejero optaba por sentarse en tercera fila del sector de prensa para juzgar en directo una colección urbana y sobria, tan correcta como anodina, diseñada por sus antes subordinados Carolina Menéndez y Alexandre García. La crítica más furtiva la ofrecía el fundador en su perfil de Instagram, bajo el hashtag #estoyanotieneangel. Que un diseñador sea arrebatado de su enseña no es algo nuevo; véanse los casos de John Galliano, Josep Font o Gianfranco Ferré. Pero que el propio modisto se persone para asistir a los toros desde la barrera se antoja, en cualquier caso, raro, raro...

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Sobre la pasarela, Marta Ortiz para Devota & Lomba. © Luis Miguel González

En una coyuntura global donde la unión de culturas se ve amenazada por algunos, reconforta la visión de África, Europa y Asia confluyendo en un romántico escenario. El de Juan Vidal, quien bautiza cada colección en torno a una idea de mujer concreta, lo hace esta vez en una tal Marie de la que no precisa situación geográfica. “Es un viaje introspectivo de alguien que lleva en su habitación todo el día, pensando y psiconalizándose. Reuniendo recuerdos fragmentados para entender quién es hoy. Tiene matices del Art Decó, del Jugendstil alemán y de las obras de Gustav Klimt”, señalaba Vidal minutos antes del desfile. Por cuestiones obvias, las horas de sofá provocan en las musas del valenciano un atractivo efecto deshabillé que muta albornoces de hotel en abrigos de visón y camisones interiores en sendos vestidos de chifón. Su andar acabará la próxima semana en Nueva York, donde la colección será mostrada en una feria textil antes de proseguir el rumbo a París y Milán. “El objetivo es encontrar el distribuidor perfecto en cada país, en cada mercado, ampliando los puntos de venta pero haciéndolo cómo y dónde encajemos”. Buen conocedor de las inclemencias del mercado, el discurso de Vidal es probablemente el más reconfortante de su gremio.

Mientras Modesto Lomba conjuga su amor por la geometría en prendas livianasy holgadas, en estampados de pata de gallo y tela de gabardina para inviernos de tiempo amable, mención aparte merece el jardín de Adán y Eva que imagina Montesinos. En este hay más que una manzana maldita: también yace un gaitero, sidra escanciada fruto de un curioso patrocinio, carcasas de iPhone, taparrabos a base de flores de plástico, terciopelo a raudales, barra libre de chifón y bailaores de flamenco. Hay, incluso, personajes mitológicos de la televisión hijos de tertulianos, y hasta Azúcar Moreno. Surrealismo en estado puro con su dosis de sarcasmo, roto por la aparición de una viuda negra encarnada por Palito Tristancho, hermana de la recientemente fallecida Bimba Bosé. Ahora sí, se acabó la fiesta.