Seis años después de su muerte, el museo Victoria & Albert decidía rendir homenaje a Alexander McQueen el pasado marzo. ¿La forma? "Belleza Salvaje", una exposición compuesta por más de 200 creaciones del malogrado diseñador británico. Obras que, entre bizarras y macabras, honraran el espíritu de su autor. A destacar: El holograma en tres dimensiones de Kate Moss y los zapatos armadillo, producciones de McQueen y efigies de la moda. En la exhibición, como en los desfiles del enfant terrible, la tecnología y la iluminación también fueron elementos clave.

Después de cinco meses, "Belleza Salvaje" echaba el cierre este domingo tras la venta de 480.000 entradas. Un éxito sin precedentes. "Planeamos la exposición para que fuera más notoria que la de David Bowie –312.000 pases–. Tenemos mucha experiencia en promocionar grandes exposiciones, pero no pensábamos que esta fuera a ser tan célebre", expone Tim Reeve, subdirector del museo londinense. Martin Roth, el director del centro, añade: "Estamos absolutamente encantados de que casi medio millón de personas hayan visitado el V&A para ver esta exposición. Sin duda, una de las muestras más impredecible, dramática y espectacular que hayamos escenificado".

La exposición, que fue presentada en 2010 en el Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, ya es histórica. Como lo es todo lo que va ligado al apellido McQueen.

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