Se abre el telón en la tercera jornada de MBFWM, y lo primero que se escucha es el reivindicativo tema No del chileno Nicolas Jaar. Energía para un domingo cargado que arranca con el debut de Marcos Luengo. Su primera colección se adecúa, según él, a una "mujer contemporánea" con el dorado como hilo conductor, literalmente, en dorado. Más aplausos entre los invitados que en prensa, pero al final y al cabo era un debut y a veces es mejor que pisar sobre seguro (en la pasarela) que arriesgar demasiado.

De Asturias, tierra natal del diseñador, volábamos a la Patagonia Argentina. Mismos prados, pero diferentes protagonistas. Los Gauchos fotografiados por Jimmy Nelson en su proyecto Before they pass away son el punto de partida de los hermanos Muñoz en su firma Ailanto. “¿Por qué el verde?”, preguntaba esta periodista en el backstage horas antes. Argentina fue la respuesta. De todas las piezas destacadas ellos hablaban del abrigo… En todo tipo de cortes y en su máxima expresión. Sus estampados, marca de la casa, desfilaban en crepe de seda, mohair, crepe de lana, muselina de seda, pliegues, jaretas en percheras… Puro romanticismo con una Alfonsina y el mar como banda sonora que daba un aspecto melancólico. Desde las primeras filas hay quien reclamaba, sobre todo mujeres, que las colecciones tenían que ser más así. "Más ponibles", por ser exactos.

Porque la mujer es al fin y al cabo, el centro de lo que estos días acontece en el Pabellón 13 de IFEMA. Y también de la colección de Ulises Mérida. “De los matriarcados prehistóricos a las mujeres cosmopolitas del siglo XXI”, rezaba en su nota de prensa. Todo lo cosmopolita es tendencia en las últimas colecciones, más allá de la clásica bebida típica de kissing room. En Tótem se refuerza la fuerza de la figura femenina, valga la redundancia, con siluetas verticales, sinuosas, con grandes piezas envolventes en mohair y piel. Tejidos tecnológicos y lentejuelas. El invierno de Ulises Mérida parecía, a veces, una fiesta. Eso sí, en todos los colores. Y mientras tanto, entre desfile y desfile, febrero nos recuerda que también es Carnaval. Zumos, medias de rejilla, sombreros imposibles y trajes coloristas propios del ciberespacio. El espectáculo, a veces también está fuera. Y para espectáculo, el organizado por Juana Martín. Adiós a los volantes, en su justa medida, para abrazar el rock con la banda de los 80, Medina Azahara. La gente disfrutaba discretamente del concierto, y las prendas hacían las delicias de algunas invitadas a la primera fila. Las estrellas bailaban en los minivestidos ceñidos, y la pedrería y las plumas se movían estratégicamente, acompañando a algún volante. Con Martín, Andalucía siempre presente.

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Desfile de María Ke Fisherman. © Luis Miguel González

Para la hora de la merienda, Desayuno con champagne. La segunda colección de Paloma Álvarez y Juanjo Mánez con su firma Malne respiraba maximalismo por los cuatro costados. Entre prendas de lúrex y hombreras pagoda, los aplausos se sucedían en el sector de invitados entrelazándose con Bailar de Cineplexx con Linda Mirada, y aquello parecía el Studio 54. Alegría contenida en una colección brillante, pero de forma literal, en la que el champán quizás no corría a raudales pero que en general, tiene una opinión positiva. Y llega María Ke Fisherman, con un front row propio del Cha Cha –donde hoy continúa la fiesta organizada para festejar anoche el desfile de Palomo–, en el que los rubios platinos y los colores estridentes brillan entre tanto color negro en el pabellón. Locura máxima cuando suena Pont Aeri por los altavoces de IFEMA y todos parecemos estar en la sala Macumba. Aplausos y gritos entre la gente de María Lemus y Víctor Alonso. Diferente gesto entre la prensa y algunos invitados, poco acostumbrados quizás a una colección que tiene mucho de creativo pero poco de ponible. La pasión con la que hablan estos diseñadores de su moda poco tiene que ver con sus botas moteras, piezas de cuero, jerséis y fundas de lana (ojo, bordadas por monjas de clausura). Madrid y el movimiento bakala servían como fuente de inspiración para esta colección en la que colaboraban con Bridgestone.

Y el fin de fiesta vino de la mano de Custo Barcelona. El diseñador catalán debutaba en la pasarela cibelina, siguiendo la estética de otras ocasiones. Los plumíferos se tiñen de metal, y los pespuntes rematan chaquetas, abrigos y vestidos… Que a pesar de las bajas temperaturas, dejen entrever el cuerpo con vestidos a base de cortes estratégicos. Custo sigue siendo Custo. Es decir, fiel a su esencia. Las botas XL y las medias de plumeti eran lo más sencillo en una colección que, como suele pasar con el catalán, está repleta de parcheados y retales combinados. Ahora toca brindar.