Siempre es un placer charlar con Raf Simons (Neerpelt, Bélgica, 1968). El director creativo de Dior es uno de los diseñadores más reflexivos y un hombre que elige sus ideas con tanto mimo como sus telas, para no pisar los lugares comunes que tan a menudo salpican el discurso de sus colegas.Tal vez por eso, porque se toma en serio cada una de sus conversaciones, no concede excesivas entrevistas. Él es, además, una magnífica encarnación de lo que significa volver a empezar en la moda. Simons estudió diseño industrial, pero dio un primer giro a su carrera al lanzar su propia firma para hombre en Amberes ahora hace 20 años. Con ella, se convirtió en una de las figuras más influyentes de la moda masculina. Volvió a virar diez años después, cuando fichó por Jil Sander y demostró su extraordinaria sensibilidad para diseñar ropa para mujer. Todavía habría de dar otra vuelta más. En abril se cumplen tres años desde su nombramiento como responsable de la división femenina de Dior. Un puesto en el que se estrenó en julio de 2012 con una colección de alta costura, disciplina que hasta entonces nunca había probado. Su llegada a Dior cerró más de un año de búsqueda, tras la traumática salida de John Galliano, y desde entonces Simons ha disipado cualquier duda sobre su capacidad para reinterpretar la herencia de Christian Dior (1905-1957), artífice del New Look. También sobre su habilidad para un oficio tan exigente como la alta costura y sobre cómo devolver la relevancia a una de las firmas más legendarias de la moda francesa: Dior incrementó su facturación un 19% entre 2013 y 2014. Mientras saborea un pescado en tempura, arropado por la madera del hotel Marignan de París, Simons ofrece una certera mirada sobre el estado de la moda.

Está a punto de celebrar tres años al frente de Dior. ¿Ha cumplido sus objetivos?
En absoluto. No creo que eso sea posible. No lo consigues hasta el día que terminas. Yo dejaré esto cuando sienta que ya no tengo nada que decir y que ya no soy moderno. Es un punto muy difícil de admitir, así que necesitas rodearte de gente capaz de decírtelo. De hecho, ese es a menudo el problema en el mundo de la moda.

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Una imagen del desfile de alta costura primavera-verano 2015.

¿Cuál? ¿Que la gente no sabe cuándo retirarse?
Sí, la gente y los diseños siguen apareciendo y, a veces, son completamente irrelevantes. Puedo entender al que continúa en esto hasta que se muere. Pero es dañino para su propia historia. En ocasiones resulta muy triste. Por muy contemporáneo que hayas sido en un determinado momento, es bueno parar y admitir que tu voz ya no es escuchada. Continuar 15 años más y llegar a un punto en el que a nadie le importes... Sinceramente espero que eso no me ocurra a mí. Soy demasiado orgulloso.

¿Demasiado orgulloso para qué?
Para afrontar un momento en que todo el mundo dijera a mis espaldas que lo que hago es una basura.


¿Usted tiene a su alrededor gente que le diría que eso está ocurriendo? ¿Personas brutalmente sinceras?

Estoy convencido de ello. Así es como trabajo con mi equipo. Porque esto es un trabajo de todos, no es solo mío. Es necesaria esa brutal sinceridad para valorar lo que hace- mos cada día. Cada vestido, cada producto.


¿Es posible mantener la creatividad con el ritmo actual?
Hay demasiada ropa, demasiadas presentaciones... Suena raro que lo diga yo, que he elegido formar parte de una gran casa, lo que implica un importante negocio. Pero la velocidad es enorme, y cada vez se acelera más. Me hago preguntas y veo que otros colegas también se las hacen. Este ritmo no es el apropiado para que una persona creativa sea feliz. Nos gusta tomarnos nuestro tiempo para digerir las cosas, para reflexionar, para crear. El proceso creativo siempre se ve beneficiado y eso ya no ocurre. Las cosas han cambiado mucho respecto a cuando yo empecé hace 20 años. La velocidad es mortal ahora mismo. Incluso para la gente joven.Todo el mundo hace colecciones, precolecciones y un montón de desfiles. Yo preparo ocho al año. Eso significa uno al mes, si eliminas vacaciones y fines de semana. Solo el hecho de preparar el desfile supone una semana. Si haces seis u ocho al año ya pierdes dos meses.Todo eso es un tiempo que no dedicas a diseñar y a pensar las colecciones en sí.

¿Se puede enseñar a ser diseñador de moda?
Es una pregunta interesante. Pero no sé la respuesta. Creo que se puede estimular la creatividad. Ser profesor es el trabajo más fascinante del mundo, pero también muy complicado. Dentro del contexto de la enseñanza creativa, como la moda o el arte, si juzgas los trabajos de tus alumnos con relación a tus propios gustos lo estás haciendo mal. Lo que realmente importa es aquello en lo que el chaval crea, no en lo que tú creas.

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Desfile alta costura primavera-verano 2015 de la firma.

Hay voces que señalan que la industria actual valora propuestas demasiado comerciales y simples. ¿Está de acuerdo?
No, lo que hoy ocurre en este negocio está muy definido por los consumidores. Hay moda extremadamente conceptual en la actualidad. Por ejemplo, diría que Rei Kawakubo de Comme des Garçons está más radical que nunca.Y no es la única. Hay propuestas muy extremas. Pero los que compran la ropa no parecen tener el deseo en este momento de vestirse y expresarse así. Es la mujer la que define la era y el tiempo en que vivimos. No los diseñadores.Tal vez en esta década la gente no siente el deseo de ser exuberante. Creo que hoy se trata más de una mentalidad de grupo que de un gran ejercicio individual.

Los desfiles se retransmiten a través de Internet y llegan a audiencias antes impensables. ¿Puede la moda convertirse en una industria del espectáculo como la música o el deporte?
Ya lo es. Hoy la moda es pop. El impacto de la moda es el mismo que el del pop. Y ya le anticipo que no quiero responder si eso me parece bien o mal. Simplemente, es lo que es.

¿Es libre al diseñar?
La belleza de Dior es que, a pesar de su tamaño, nadie discute lo que hay que sacar a la pasarela excepto mi equipo y yo. Soy muy consciente de mi responsabilidad, pero si Bernard Arnault me preguntara cada semana qué voy a hacer y estuviéramos constantemente hablando de ello ya no tendría el arrojo necesario de hacer lo que creo. ¿Haría un mono estam- pado inspirado en David Bowie para un desfile de alta costura si estuviera sometido a esa clase de escrutinio previo? Pero simplemente lo hago y esa libertad es maravillosa. Creo que si las estrellas pudieran gozar de esa misma actitud al enfrentarse a la alfombra roja el resultado sería más auténtico.Ahora es una gran organización que resulta paralizante.Todo es muy político.

Esta es una versión editada de la entrevista Raf Simons: siglo XXI publicada en el número de marzo de Harper's Bazaar España.