"¿Pero interesa todavía Paris Hilton?", murmura una voz de fondo al tiempo que un reloj de muñeca marca la hora con un leve pitido. Dos de la madrugada. Alrededor, unas 200 personas hacen cola alineadas en cuatro hileras dispuestas según su categoría: VIP, VIP con mesa y botella, entrada adquirida previamente o meros mortales. Todos ellos han llegado a la discoteca Amnesia para acudir a un extraño festín hedonista cuyo nombre, Foam & Diamonds [Espuma y diamantes] lo dice todo. Si bien la imagen resulta poco escandalosa en el paradigma fiestero que es Ibiza, la novedad no es en esta ocasión el viaje que les espera a algunos entre las cuatro paredes club, sino su responsable: Paris Hilton, pionera de la televisión de docurrealidad y embajadora de su marca homónima en todos los sentidos que el concepto permita. Con ademanes de diva amorosa y amiga de todo el que se le cruce, Hilton sube los peldaños que guían el rumbo a la azotea del reservado donde atiende a amigos y medios antes de salir a pinchar –con sus propios dedos, para sorpresa de algunos– y cuando se asoma a la terraza para saludar a la multitud, un ejército de voces la jalea coreando su nombre enloquecido. Puede que haya pasado una década, pero no hay duda: la rubia más descarada de los 2000 sigue interesando, y mucho.

Hace diez años estaba protagonizando la cuarta temporada de The Simple Life con Nicole Richie, un programa que sin duda cambió la forma de hacer televisión en Estados Unidos. ¿Qué ha cambiado en su vestuario de aquellos 2000 a hoy?
He cambiado mucho, pero la moda también. Es curioso porque cuando era más pequeña solía vestir más 'chicazo', me daba todo igual y paseaba por Los Ángeles en chanclas y vaqueros. Cuando me mudé a Nueva York y me introduje un poco en la vida social, con apenas 15 años, empecé a recibir prendas y prendas de diseñadores americanos, costura, lo que sea. Creo que entré en un bucle de ponerme básicamente lo que fuera, desde un total look en rosa a imagen y semejanza de Barbie hasta un chándal de Juicy Couture.

¿Aún se pone aquellos chándales de terciopelo y lentejuelas?
¡Y tanto! Pero hoy mi vida se reduce bastante a viajar y pinchar en discotecas, así que pienso qué tres conjuntos quiero ponerme cada noche. Tengo el conjunto de entrar en el club, el de empezar a pinchar y el de fin de fiesta. Este es más tipo Barbie ravera, y los otros son un poco más elegantes. Depende del momento: siempre visto acorde a cada ocasión.

Ha enseñado en varias ocasiones su vestidor de ropa y zapatos. ¿Qué piezas guarda con más cariño?
Las de Balmain, Givenchy y Chanel. Pero mis favoritas, sin duda, son las que diseño yo misma.

¿Hay alguien con quien se atrevería a intercambiar armarios?
Victoria Beckham. Es mi icono de estilo. Es tan guapa y va tan mona todo el rato. ¡Y es encantadora! La adoro.

¿Qué no se pondría nunca Paris Hilton?
Terciopelo. Bueno, un terciopelo hortera, de los ochenta o así.

Tinkerbell, su primera chihuahua, falleció en abril del año pasado. ¿Cuántos perros tiene y con cuáles viaja actualmente?
Tengo siete. Viajo siempre con mi chihuahua Peter Pan, pero es duro porque en algunos países estás obligada a ponerles en cuarentena y jamás voy a hacerle eso a ninguno de ellos. Les quiero demasiado.

¿Qué tres lugares recomendaría a alguien que pisa Ibiza por primera vez?
La isla en sí ya es un impacto, desde los paisajes a la gente que hay aquí. Obviamente les traería a mi fiesta Foam & Diamonds en Amnesia, pero también les diría que cojan el ferry a Formentera y cenen en el restaurante Cova Santa.

Hoy Paris posee 17 líneas de productos con su nombre: ropa, perfumes, gafas de sol, bolsos, relojes, complementos para perros, pestañas y uñas postizas... pero el germen de su fama se remonta a razones y años bien distintos. Su bisabuelo Conrad Hilton –que en 1942 se casaría en segundas nupcias con Zsa Zsa Gabor– fundó el imperio hotelero que lleva su apellido y ella, junto a su hermana Nicky, empezó a acudir a fiestas y a posar como modelo para la agencia de Donald Trump desde que se mudara con 15 años a la suite real del hotel Waldorf Astoria de Nueva York. El escándalo no tardaría en llegar, filtrándose la cinta casera Una noche en Paris que Rick Salomon grabó cuando fue novio de ésta, allá por 2003. De Trump, su vida amorosa o los 23 días que pasó en la cárcel en 2007 prefiere no hablar, pero cuando sonríe ante la sugerencia de que prácticamente inventó el género televisivo del reality, es imposible no pensar en cómo su colega Kim Kardashian aprendería sobremanera la maestría de ser famosa por el mero hecho de serlo, superándola incluso en el alcance global de la táctica. Diez años han pasado ya desde que se paseara por Hollywood de la mano de Lindsay Lohan, Nicole Richie o Britney Spears al tiempo que policías y paparazzi esperaran pacientes el DUI [detención por conducir bajo la influencia del alcohol] casi diario al que acostumbraron al mundo. Pero más que un juguete roto o taciturno, parece que Hilton ha salido de este embrollo generacional sobradamente reforzada.

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© Pablo Dass para Foam & Diamonds

Fue usted uno de los primeros fenómenos de docurrealidad que ha visto la televisión. ¿Cree que inspiró a personajes posteriores similares?
No me gusta fardar de nada, pero es cierto que mucha gente me ha dicho que soy una pionera en ese sentido. Estoy muy orgullosa porque siento que he inventado un nuevo tipo de famoso y de género en el celuloide, sobre todo desde The Simple Life [programa en que mudaba de su lujosa vida a una granja con su amiga Nicole Richie]. Me gusta ser una pionera en todo lo que hago.

¿Qué cambiaría de sus actuaciones en los últimos 15 años?
No confiaría en determinadas personas, siempre he sido dulce y de buen corazón. Creo que la gente es buena de base, pero viviendo en Hollywood las intenciones de quien te rodea no siempre son tan claras. Desearía saber todo lo que sé ahora, pero teniendo 18. Estoy segura de que habría tomado decisiones bien diferentes, pero me siento afortunada igualmente.

Suena difícil, ¿pero le falta algún objetivo por cumplir?
He conseguido todo lo que quería en la vida, pero quiero seguir expandiendo mis marcas por todo el mundo. Ahora mismo estoy promocionando mi perfume nº 21, Gold Rush.

¡Qué bonito!
¿Te gusta? Te lo regalo.

¡Muchas gracias! ¿En qué aproximación estima la importancia de los perfumes en su empresa homónima?
Estoy feliz en ese aspecto, hemos hecho más de 3,000 millones de dólares en ventas. Pero eso es solo una porción: tengo 17 líneas dentro de mi empresa, desde gafas de sol a zapatos. Ahora estoy más centrada en la inmobiliaria, he abierto mi propio hotel en Filipinas y ya estoy buscando una segunda propiedad. Pero lo que realmente quiero es hacer sonreír a la gente.

Si se encontrara a su yo de los 17 años por la calle, ¿qué le diría?
Le diría: no te preocupes, la vida es maravillosa y vas a ser muy feliz. Muchas chicas viven su adolescencia pendientes de un chico o de los problemas que sufren en el instituto, ahora también con la presión de las redes sociales, pero eso solo es un reflejo de lo idiotas que son los demás. Así que le diría: "No escuches a nadie más que a tu interior".

Pese a las grabaciones que Radar Online publicó en 2012, siempre ha mostrado un gran apoyo hacia la comunidad LGTB. ¿Qué sintió cuando se enteró del atentado acontecido en Orlando el pasado junio?
No pude parar de llorar en varios días. No daba crédito de lo enfermas que están algunas personas y no entiendo cómo alguien podría hacerle eso a la comunidad más increíble y fascinante del mundo. ¿Porque alguien ame a alguien, eso puede suponer un problema para otro? El amor es amor, y el hecho de que alguien pueda ir y herir deliberadamente a otro ser humano por razones tales es tan, tan erróneo. Mi corazón está con su familia y amigos, la gente está loca y enferma. Estamos en 2016 y esto necesita parar, tendríamos que preocuparnos de nuestros propios asuntos y quien tenga un problema con ellos, que le den. Perdón por decirlo así, pero si no soporto algo en esta vida son las injusticias.

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© Pablo Dass para Foam & Diamonds