¿Qué es feo y qué no? ¿Quién lo dicta? Silencio sepulcral. En términos de moda, nadie. O cualquiera, según se vea. El pasado diciembre, Kering, conglomerado de marcas de lujo creado y gobernado por François Pinault, emitía un inesperado comunicado: Frida Giannini y Patrizio di Marco, creativos y directivos de Gucci durante doce años, abandonaban la histórica firma italiana. Alessandro Michele ascendía al poco tiempo como su nuevo (y flamante) director creativo. Marco Bizzarri, presidente y CEO de Gucci, justificaba la reposición de Michele al frente de la compañía haciendo alusión a su visión contemporánea del diseño. Esa que Gucci necesitaba. Michele, formado en la Academia dei Costume e di Moda de Roma, alteraba por completo el discurso de Giannini. Una nueva era sin géneros tenía comienzo. Más romántica, andrógina y colorista. La colección de otoño-invierno 2016 de Gucci, debut de Michele, era un cambio de tercio. A todos los niveles. Cuellos vueltos (en tono medieval), abrigos napoleónicos, boinas clásicas… El adorno. A destacar: unos mocasines de pelo de canguro valorados en 795 euros (los más asequibles).

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© Gucci

El Cocker spaniel a nuestros pies. ¿Cómodos? Quizás. Estéticos poco. De primeras. La industria suspira por ellos. "Es el zapato emblema de la temporada. Es lujo reinterpretado. Ocurrió lo mismo con las Birkenstock de Céline", comenta Joe Zee –estilista estadounidense y director creativo de Elle– al New York Post. "Son ya un clásico, una pieza atemporal. Una vuelta de tuerca del sector del lujo". Zee no es el único que lo piensa. Tiendas Gucci de todo el mundo cuelgan ya el cartel de 'sin existencias'. De acuerdo con LA Mag, la Costa Oeste está barrida de mocasines de pelo –sólo una tienda multimarca de Beverly Hills dispone de unos cuantos pares del número 5–.

El támden compuesto por Michele y Bizarri es, además de un auspicioso reinicio para la casa de moda italiania, una revolución en términos económicos. Este verano se anunciaba que por primera vez en dos años la mayor marca de lujo del grupo Kering incrementaba sus ventas en más de un 12%. Ocurría al tiempo que las primeras prendas del italiano atracaban en tiendas. Zapatos Chewbacca inclusive.