“Con Domenico y Stefano no puedes planear nada, siempre acaba siendo una sorpresa de última hora”, bromea el equipo de comunicación de Dolce & Gabbana una hora antes del desfile que la firma ofreció ayer en Tokio. Y no tuvo que pasar mucho tiempo para que lo comprobáramos: a tan solo veinte minutos del show, charlando en la puerta de los grandes almacenes Isetan, en cuyos pasillos se había creado la pasarela, una chica joven japonesa, con el pelo teñido en platino, dos coletas, falda de tul larga roja y sudadera a juego, les reconoce y empieza a gritar, emocionada, en mitad de la calle. Tras acercarse y darles un abrazo inesperado, se hace una foto sin dejar atrás su naturalidad. Entonces Stefano la mira y le pregunta si quiere desfilar. Ella, ojiplática –y sin dejar de hablar ni medio segundo en japonés y tratando de incluir alguna palabra en español-, por supuesto, dice que sí. ¡Que empiece el espectáculo!
El pasado mes de abril los diseñadores volaron hasta la ciudad de Japón su colección de Alta Moda y, tras enamorarse del estilo de los jóvenes en la calle –fresco, sin miedo; elegante y limpio en algunas ocasiones y ecléctico y loco en otras tantas- decidieron poner en marcha una línea exclusiva por y para Tokio que se enmarcara dentro de esta nueva debilidad suya que es la generación millennial. "Hasta que no vas a un país no empiezas a entenderlo de verdad y a poder definir quién eres realmente en ese lugar. Dolce & Gabbana no es nuevo en Japón, pero es ahora cuando podemos desarrollar bien el negocio aquí siguiendo esta línea. Elegimos la Alta Moda primero porque es lo más elevado de D&G, y queríamos celebrar este país de esa manera; ahora hemos querido hacer una colección especial, tampoco muy larga y de prêt-à-porter exclusiva para Isetan. Es la primera vez que en el centro comercial se hace algo así, y para nosotros también lo es el hacer las cosas de esta manera. Y si queremos decirle a la gente lo que somos ahora mismo, tenemos que hacerlo así", cuenta Stefano.
Es el tercer desfile que hace la marca en menos de dos semanas, y todavía les queda alguna sorpresa más antes de terminar el año, contando con una nueva Alta Moda que desplegarán, también en Tokio, el próximo domingo. Pero hoy las cosas se desarrollan de otra manera, mucho más cercana, rápida y novedosa: el backstage es una estación de metro bajo Isetan y los modelos, un centenar de jóvenes japoneses con una influencia relevante en la industria de la moda de Tokio (a través de las redes sociales o por sus trabajos, estilistas o modelos). Todos ellos, ya vestidos y maquillados, esperando a recorrer la estación para subir a los almacenes, se muestran entusiasmados: "Son geniales y esto es un sueño", concede Chiaki Hatakeyama, una joven de 25 años y gran personalidad que cuenta con más de veinte mil seguidores en Instagram. Es dependiente en una tienda y le encanta probar cosas nuevas cuando se trata de vestirse: "Creo que me han elegido por mi estética genderless. En mi Instagram no solo me muestro como modelo, también hablo de mi estilo de vida junto a mi hijo y creo que eso es atractivo", añade. Lo cierto es que la actitud del casting es especial: pelos teñidos de cientos de colores, cortes de pelo atrevidos, bailes durante la espera, poses que denotan experiencia ante la cámara y muchos selfies, claro.
"Siempre nos hemos inspirado en la frescura de la juventud, desde que los jóvenes éramos nosotros y hasta ahora", cuenta Gabbana; "Estamos obsesionados con eso porque los jóvenes son el futuro de cada momento. Ahora los llamamos millennials, pero dentro de diez años serán nuevos chavales bajo una etiqueta distinta. Es toda una fuente de inspiración y novedad, un punto de vista siempre diferente y cambiante. Para entender el momento en el que vivimos tenemos que abrirnos completamente a ellos". Lo hicieron subiendo instagramers a la pasarela en los desfiles de hombre y mujer a principios de año, o haciéndoles protagonizar sus campañas, como fue el caso de la española Dulceida el pasado verano, poniendo ante ellos una plataforma para llegar con la tradición que caracteriza su estética desde hace más de 30 años a la audiencia que mueve motores (y masas) en 2017.
El show arranca a eso de las diez de la noche a ritmo del Look What You Made Me Do, de Taylor Swift, porque la música, por supuesto, es la que pone la guinda perfecta a este pastel de vibra tan fresca. A sus modelos les han permitido elegir el look con el que se sienten más cómodos de la colección, para así poder expresarse de verdad en conjunto con ellos. Hay mucho encaje, clásico D&G, y lentejuelas a tamaño XL; todo exceso es poco si quien lo viste tiene la estética y la actitud necesaria para defenderlo, y es el caso. Deportivas a los pies, trajes de dos piezas, sobre todo para los hombres; chaquetas tipo bomber, medias de rejilla, shorts decorados y camisetas a gran tamaño simulando las de los equipos de fútbol americano. Todo ello elevado con joyas y coronas barrocas y coloreado en la mayoría de los casos del que ahora se denomina como rosa millennial. Un cóctel con el que todos aseguran sentirse identificados y que, sin duda, se agotará en los próximos días en el corner exclusivo que la firma ha levantado en uno de los puntos estratégicos de Isetan.
