Capitalizar la desigualdad". Ese concepto, bestia negra de las firmas occidentales desde que se propusieran coger prestados los símbolos de otras culturas fue el primer riesgo a evitar en la primera colección diseñada por la creadora estadounidense Angela Luna. Estudiante de la lustrosa escuela de moda Parson's de Nueva York en su año de graduación, el origen de su reflexión aparecía meses antes, cuando veía el telediario junto a su padre y (otra) trágica noticia recaló en su oído: la muerte de 200 civiles en Siria por un atentado. Fue en aquel momento el que le hizo pensar a esta estudiante de diseño su auténtica vocación, y entonces dio con el quid de la cuestión: ¿se puede usar la moda como herramienta de ayuda de lo social? Ahí comenzaba su viaje.
Desde aquel momento, Angela Luna se planteó que su colección de fin de licenciatura debía ser algo más que una "concatenación de prendas bonitas listas para lucir en un cóctel". Al día siguiente, según cuenta, "fui a clase apenas sin dormir, y cuando nos propusieron un proyecto con libertad creativa pensé en que debía contribuir a dar una solución, por pequeña que fuera, a este respecto. Inspirada por la política de firmas como Tom's y su lema Compra uno, dona uno, intenté leer todos los artículos que trataban el tema de los refugiados en la prensa internacional, recopilé tantas fotos e imágenes como pude y pedí reunirme con expertos y gente que hubiera estado en contacto con situaciones similares. A partir de ahí di con 5 u 8 situaciones con las que un refugiado se encuentra en su día a día, y darle solución. La primera idea que me vino la cabeza fue la de una tienda de campaña o refugio, de la que diseñé una versión familiar y otra para dos personas. Después pensé en una chaqueta convertible en saco de dormir, un chaleco para llevar niños en trayectos largos, otro convertible en chaleco salvavidas y una parka de camuflaje reversible. Identificar sus necesidades fue quizás lo más fácil, lo complejo fue darle una solución realista y viable".
Si bien la respuesta de multinacionales y grandes empresas textiles no ha sido la que esperaba, Luna tiene ahora las miras puestas en organizaciones como Naciones Unidas o el Comité Internacional de Refugiados, con la esperanza de que le ayuden a poner en práctica un plan de desarrollo que favorezca, a través del diseño, la situación de otros lejos del panorama elitista de esta industria.

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¿En qué momento se te ocurrió una forma posible forma de ayudar a la situación de refugiados?
El día que me matriculé en Diseño de Moda en la escuela Parsons fui consciente de que estaba en una posición privilegiada, por lo que siempre me interesó cómo vivían aquellas personas que no habían tenido la misma suerte que yo. Estaba con mi padre viendo la CNN cuando hablaron de un atentado en Siria, y entré en un bucle de insomnio y búsquedas en Google sobre todo lo que no sabía y todo lo que quería llegar a entender. Al día siguiente fui a clase apenas sin dormir, y cuando nos propusieron un proyecto con libertad creativa pensé en que debía contribuir a dar una solución, por pequeña que fuera, a este respecto.

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© Cortesía de Angela Luna

¿Cuál era tu trabajo en ese momento?
Acababa de empezar en Parson's y había aceptado un trabajo en Abercrombie & Fitch. No porque fuera mi sueño, solo estaba tratando de encontrar un modo de vivir en Nueva York y dar con algo que me hiciera feliz por el camino, pero lo cierto es que este impulso me cambió bastante la vida. Hasta ese momento diseñaba ropa inspirada en la alta costura o en las prendas de cóctel, pero no he vuelto a diseñar un vestido de noche desde entonces. Mi prioridad era llegar a diseñar para una casa como Dior o Chanel, pero esas prioridades ahora también han cambiado.

¿Cómo te planteaste desarrollar tu idea desde un punto de vista práctico?
Creo que, a lo largo de la historia, ha habido una idea elitista y excluyente del mundo de la moda, por lo que no solo pensé en una manera creativa de plantearlo sino ética y social. Intenté leer todos los artículos que trataban el tema de los refugiados en la prensa internacional, recopilé tantas fotos e imágenes como pude y pedí reunirme con expertos y gente que hubiera estado en contacto con situaciones similares. A partir de ahí di con 5 u 8 situaciones con las que un refugiado se encuentra en su día a día, y darle solución. La primera idea que me vino la cabeza fue la de una tienda de campaña o refugio, de la que diseñé una versión familiar y otra para dos personas. Después pensé en una chaqueta convertible en saco de dormir, un chaleco para llevar niños en trayectos largos, otro convertible en chaleco salvavidas y una parka de camuflaje reversible. Identificar sus necesidades fue quizás lo más fácil, lo complejo fue darle una solución realista y viable.

Desde que presentaste esta colección en Parson's, ¿cómo te planteas desarrollarla para que realmente favorezca a la situación de refugiados?
Llevo semanas reuniéndome con firmas y multinacionales que, considero, podrían ayudarme. Para llegar a un acuerdo, tengo claro que habrían de darse unas circunstancias de sostenibilidad y ética: ha de ser una organización que apoye causas humanitarias y que no viva de la producción en cadena en países tercermundistas.

Hasta la fecha, ¿han sido fructíferos los resultados?
Me gustaría dar nombres, aunque no debo. Digamos que tuve que tener cuidado con las grandes compañías desde el primer contacto, quería estar segura de que tenían las mejores intenciones para/con los diseños y lo que pretendían hacer con ellos. No todos estaban dispuestos a compartir los derechos de patrones, y algunos querían incluso subir el precio de las prendas a niveles astronómicos, lo cual era diametralmente opuesto a la filosofía de esta colección. Sigo teniendo la esperanza de que se puede hacer algo de calidad sin que se dispare su precio, y espero encontrar al compañero de esta aventura en algún momento.

Brown, Khaki, Tan, Beige, Triangle, Symmetry, pinterest
Una parka convertible en tienda de campaña para dos personas, otras de las piezas. © Cortesía de Angela Luna

¿Cómo, en esencia, favorecería la venta de una de tus piezas a la situación de un refugiado?
Mi idea es incorporar a estas personas en el proceso de producción, de tal manera que en el precio vaya incorporado el salario equivalente de quien lo ha confeccionado, distribuido y participado en el proceso global junto a una donación. Es algo similar al lema Compra uno, dona uno incoado por Tom's, en cuya compra de cada uno de sus productos se aseguran condiciones mínimas de agua, vacunación y prevención de otras enfermedades de un niño en África, Oriente Medio y el sudeste asiático.

¿Te has planteado contactar con una fundación benéfica u organización solidaria que pudieran contribuir al proyecto?
Sí, esa es la última aspiración. Me gustaría poder reunirme con el Comité Internacional de Refugiados o Naciones Unidas para hablarles del tema, pero no es tan sencillo como imaginaba. David Miliband, consejero delegado y presidente de la primera, fue orador en mi acto de graduación hace algunos meses, por lo que espero pueda servirme para llegar a él en algún momento. En junio, cuando tenga lugar la cumbre internacional de líderes en la sede de Nueva York, intentaré poner en común los progresos de este emprendimiento.

El día en que presentaste esta tesis en la Escuela Parson's de Nueva York, ¿fueron las reacciones como las esperabas?
Vi bastante escepticismo hasta que desarrollé la importancia que la donación y el equilibro de lo pagado por

En febrero de este año, Kanye West presentó una colección megalómana en el Madison Square Garden ante 20.000 personas, dominada por prendas rotas y deshilachadas que algunos se apresuraron en bautizar 'chic de inmigrante'. ¿Qué tiene que ver tu propuesta con esto?
No quiero faltar al respeto al señor West, pero considero muy distinto crear una colección inspirada por refugiados a crear prendas que pretendan ayudar a mejorar sus condiciones. Capitalizar la tragedia era un concepto del que quise alejarme desde el nacimiento de mi colección.

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