Desde hace unas cuantas décadas la figura de la modelo o la supermodelo se ha convertido en algo imprescindible en la cultura pop actual. Desde Twiggy en los años '60 y su espíritu casi de niña naïve que revolucionó el Londres más anticuado y enquistado. O, en los años 90, las modelos que se convirtieron en un referentes e iconos al ser glamoamazonas que no salían por menos de 10.000 dólares de la cama. O, sin ir más lejos, la casi perenne e inefable Kate Moss, que revolucionó y cambió la estética de las modelos mujeronas hacia algo más andrógino y rebelde y convirtió la frase No complain, never explain, en un lema irrefutable.

Llegamos al s.XXI y a la era 3.0 donde todo se mide en followers (falsos o no falsos, aunque, bueno, ¿de verdad merecen la pena las personas que compran seguidores?) en likes (que también se pueden comprar) y en el hype (otro término abstracto que verbaliza algo que tampoco sabemos si es real o no pero que sigue siendo una burbuja). En esta nueva era, donde no estábamos preparados para nada de esto porque, ¿quién lo iba a ver hace diez o quince años? las nuevas modelos se miden en sus seguidores, sus K´s y blá blá. Sin embargo, de unos años a esta parte, las modelos de pasarela se están dando cuenta de que la belleza ni las apariencias lo son todo (menos mal) y que esos seguidores (reales, porque siempre se sabe quién los compra o no, siempre) no deben beber únicamente de las apariencias, de la frivolidad o de lo caduco y de lo efímero. Quizá suene un poco extraño la importancia de los seguidores, pero, si te das cuenta, basar carreras en mentiras así es bastante preocupante. ¿Qué haces cuando te sigue alguien con muchos seguidores? Te emocionas y das follow back al momento, creyendo que oh, qué maravilla. Error. Si tan amante eres de las redes sociales, debes darte cuenta de que lo que importa es la proporción entre seguidores y likes, todo lo demás, humo y falacias.

Es importante matizar que durante años las modelos más top (e incluso celebrities) han apoyado distintas causas humanitarias, sin embargo, no ha sido hasta ahora que la conciencia feminista y la conciencia por la lucha y la causa, se han convertido en algo imprescindible en su discurso. Ahora tener un look y quedarse callado es indecoroso y demodé. Ahora, la verdadera gracia en una persona es mostrar una personalidad y una opinión reales. Ahora la verdadera belleza está en la fuerza y en el discurso. Gracias a las redes sociales, no pronunciarse es lo cobarde y lo fácil. ¿No te lo crees?

La modelo británica Adwoa Aboah, ha protagonizado portadas de Vogue Italia, i-D Magazine o Love Magazine, convirtió sus propios defectos en su bandera. La depresión, la adicción a las drogas y demás, le han convertido en una persona valiente, con una belleza distinta que no tienen ningún problema en hablar o manifestar una opinión.

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O promover el voto, algo que parece tan obvio y absurdo que no parece que haga falta hacerlo, pero sí, hace mucha falta.

Otro ejemplo es la modelo británica Leomi Anderson, que tiene una página web donde publica artículos únicamente escritos por mujeres. Sin embargo, hay un punto de inflexión, quizá no tan mediático, pero que tuvo mucha relevancia para este nuevo modelo de modelo. En el año 2012 la modelo Cameron Russel, de Victoria´s Secret, dio una interesante charla en TED sobre cómo tener un cuerpo de modelo es puramente una lotería genética y que nadie debería columpiarse únicamente en la belleza física.

Entre todos estos ejemplos, quizá, el mas importante ha sido el de Beverly Johnson que, con 22 años, fue la primera mujer afroamericana en protagonizar la portada de la edición americana de VOGUE en 1974. Con muy poca edad se vio con la obligación de hablar porque revistas como TIME o el New York Times la entrevistaron y, claro, ella aprovechó ese trampolín para hablar de problemas como el racismo, el machismo o la forma tan precaria de trabajar de las agencias de modelos de por aquel entonces.

Además de todos estos ejemplos, tanto de ahora como de hace décadas, algunas iniciativas destacan más que otras (que no por ello son menos importantes). a modelo Karlie Koss creó, en el año 2016, los cursos Kode with Klossy . ¿En qué consisten? Estos cursos ayudan e incitan a las chicas jóvenes a aprender y adentrarse en el mundo de la programación digital. En un campo tan dominado por hombres, ser una mujer programadora no es algo fácil, por eso, Koss quiere ayudar a todas las jóvenes que quieran aprender a codificar y dedicarse a ello. O, al menos, aprender.

Hemos destacado los ejemplos más interesantes porque cada uno de ellos materializa y encapsula, de una manera clara y directa, cómo las modelos no son sólo caras bonitas a las que seguir sin cuestionar(se) su valía intelectual sino que también tienen voz e intentan romper con los estereotipos y prejuicios femeninos. Es el momento de empezar a tener un poco de espíritu crítico y ver qué tiene verdadera repercusión y qué no. El fiasco de Kendall Jenner y Pepsi, ¿es culpa suya por no pararse a pensar, es culpa de la marca o es culpa de todos los seguidores que la siguen sin cuestionarla? ¿O el fraude del Fyre Festival que se centró más en las modelos que en el cartel o la producción del mismo? Quizá todo sea culpa nuestra, por creer lo primero que vemos, sin cuestionarlo y sin reflexionarlo.