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Valentino Garavani en 10 claves
Con una mezcla de bravura italiana y refinamiento francés, Valentino Garavani levantó un imperio en la moda consagrado a la belleza clásica e impecable. Genio y figura, Garavani ha hecho de su vida y de su obra sinónimo de elegancia rotunda y lo descubrimos en 10 claves.
Con una mezcla de bravura italiana y refinamiento francés, Valentino Garavani levantó un imperio en la moda consagrado a la belleza clásica e impecable. Genio y figura, Garavani ha hecho de su vida y de su obra sinónimo de elegancia rotunda y lo descubrimos en 10 claves.
1, El estilo Valentino
Valentino Clemente Ludovico Garavani nació en Voghera, un pueblo cerca de Milán, en 1932. Sus padres estaban justo en el extremo opuesto de lo que se le supone a la moda, pero ya desde muy pequeño Valentino destacó por su gusto exquisitamente sibarita.
A los 17, en vez de ir a la universidad puso rumbo a París, y estudió en el Chambre Syndicale de la Haute Couture Parisienne; entró en Jean Dessès y después en Guy Laroche. Tras ocho años como aprendiz, resolvió que había llegado el momento de empezar por libre; y se lanzó de cabeza a abrir su propia maison.
Con la ayuda de su padre y de un socio de éste abrió la primera tienda, en la via Condotti de Roma.El inicio fue duro, pero se cruzó entonces Giancarlo Giammetti y la necesidad de sacar a flote la casa de costura se convirtió en más que una meta. Disolvieron la primera empresa –al borde de la bancarrota– y abrieron otra, cambiaron de enclave los talleres y reajustaron detalles empresariales. Las cosas empezaban a marchar y Valentino siguió su instinto: confeccionar ropa que realzara el cuerpo femenino, que la convirtiera en una mujer seductora, elegante, galmourosa. Por contra, todo lo que se producía en París estaba muy terminado, muy empaquetado y riguroso; y aquel fluir, aquel derroche de sensualidad con la firma Valentino fue acogido con gran entusiasmo.
2, La confirmación
Con mucho esfuerzo, Valentino consiguió desfilar en Florencia, donde realmente se reunían los clientes internacionales para ver y comprar las propuestas de los modistos y no en Roma, donde tenía el taller. Como el César, llegó, dejó ver todo su talento, y venció.
Consuelo Crespi y su hermana gemela Gloria eran dos mujeres de sociedad, con gusto y buenas maneras. Ellas arreglaron el primer encuentro entre el costurero y Jacqueline Kennedy. La toma de contacto se dio bien; de hecho tan bien, que tras presentar su colección en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York en 1964, la señora Kennedy encargó todos los vestidos que le mostraron. En 1967, viuda ya del presidente de los Estados Unidos, Jackie celebró un viaje oficial a Indonesia y de nuevo Valentino apareció en escena: el costurero le diseñó un abundante armario ex profeso.
Pero la verdadera campanada vino en 1968, primero cuando se presentó "la colección blanca". 150 vestidos en diferentes matices de blanco que deleitaron al público; WWD recogió en su crónica: "sus compradores salían del salón esforzándose por encontrar superlativos". La reoca vino algunos meses después, cuando Jackie apareció con un vestido de la "colección blanca" de Valentino para su boda con Onassis en la isla Skorpios. Aquel fue el aplauso unánime y definitivo, la consagración del costurero italiano dentro del mundo de la moda. © Getty Images
3, El color rojo
Fue en Barcelona y con apenas veinte años. Valentino Garavani, en la Ciudad Condal de vacaciones, acudió a la Ópera y quedó fascinado al ver el efecto del color rojo. Algunos dicen que fue el conjunto: del tapizado de las butacas, de la moqueta, del telón; otros que fue al ver un vestido de color rojo sobre una mujer, ejerciendo un potente cóctel de sensualidad y fuerza difícil de superar. Conocedor de su poder –el único color que puede competir con el blanco y el negro, dice Valentino– lo asumió como un gran pilar sobre el que asentar su estética; y desde entonces el color rojo es absolutamente suyo en el universo de la moda.
No es cierto que la casa Pantone le haya cedido un tono exacto de rojo –se dice que las proporciones del suyo son 100% magenta, 100% amarillo y 10% negro– aunque ya podrían, por cierto. Pero aristócratas de alcurnia, actrices de Hollywood y princesas de Park Avenue se han rendido ante él. © Getty Images
4, El socio, el amigo y el amante
Una ardiente noche de julio de 1960, con una Via Veneto atiborrada de gente, Valentino Garavani y un par de amigos buscaban una mesa desesperadamentemente. Solo, fumando en una mesa y viendo desfilar a toda la "nobleza negra" de Roma, Giancarlo Giammetti les invitó a tomar asiento junto a él. Y ya. Desde aquella noche hasta el día de hoy, el estudiante de arquitectura y el joven costurero no han vuelto a separarse.
No terminó la carrera para disgusto de su padre, pero a cambio Giammetti entró en el taller de Valentino y nunca jamás volvió a salir. Primero por curiosidad, después para ayudar, y al final por amor. De forma orgánica se convirtió en la otra mitad de la empresa; que el señor Garavani era la espectacular fachada pero Giammetti la sólida estructura sobre la que apoyarla.
La misión de Giammetti se puede resumir en un sencillo mantra: ponérselo fácil a Valentino. En todo, desde los exclusivos tejidos de costura hasta el montaje del desfile o la venta de accesorios y la concesión de licencias. Y es Giammetti quien lo cuenta en un vídeo integrado en el nutrido museo virtual Valentino Garavani Museum. De hecho, no podría haber título mejor, The Other Half. Entre los valiosos recuerdos de sus inicios, uno en concreto da las claves de como llegaron al cielo de la moda: por un lado había que crear como un gran paraguas, donde instalarse y en el que posicionarse: glamour, elegancia, refinamiento, distinción. Ya después, por debajo, con artillerías más mundana y más prosaica se haría el dinero. Y tanto que lo hicieron.
En 2008 el costurero de Voghera se despidió de las pasarelas, pero casi una década antes vendió la compañía a un conglomerado italiano por 300 millones de dólares. En julio de 2012 la firma pasó a manos de la familia real catarí en una transacción de 700 millones de dólares. ¡Bravo Giancarlo!© Getty Images
5, El cine
Es el propio Valentino quien lo expresa más allá de las palabras en el documental de Matt Tyrnauer Valentino: El Último Emperador. Le chisporrotean los ojos, estira los labios y deja flotando la mirada en un océano de nostalgia, "quedé deslumbrado al ver de niño Ziegfeld Girls, con Hedy Lamarr, Lana Tuner y Judy Garland vestidas y hermosas, extremadamente sofisticadas". De aquella pasión y de aquel sueño de adolescente, Valentino encontró material para forjar su casa. Su motu a la hora de crear es conseguir que la mujer luzca lo más bella posible, impecable; aunque para ello se necesiten infinitas horas de trabajo detrás, apuntalando aquí o allá las costuras para que la prenda fluya, parezca sencilla y consiga un celebrado impacto.
Esa visión como de galán de cine es la que ha hecho de Valentino el gran productor de belleza. Trabajó para Monica Vitti en La Noche, de Michelangelo Antonioni; y también para Elizabeth Taylor en Miércoles de ceniza (Larry Peerce) y Una hora en la noche (Brian G. Hutton). Pero reconoce Valentino que cuando más disfruta es cuando llega la noche de los Oscar o el paseíllo de los Globos de Oro. Por allí han desfilado legión, pero resulta gracioso que fuera Julia Roberts quien vistiera del costurero la noche que recogió su estatuilla. Gracioso porque en la escena posiblemente más famosa de Pretty Woman, no iba vestida de Valentino; aunque una pieza de tiros largos en color rojo bien lo pudiera parecer. Nada mejor que despejar las dudas y poner negro sobre blanco la noche que acaparó millones de flashes. Su elección para una noche memorable sí fue Valentino. © Getty Images
6, La "famiglia"
Son una tribu, una manada. Valentino, Giancarlo y todo el aquel que les rodea –ya sea en el punto más próximo de la órbita o en otro algo más lejano– siempre van juntos. Ahora, en los días en que las redes sociales estallan en múltiples imágenes y las fotos se convierten en ansiada munición para sedientos de la alta sociedad, es fácil seguirles la pista; trazar el rastro por allá donde pasan: Wideville, NYC, Roma o Holland Park. Siempre con amigos; agasajados con maneras exquisitas y un nivel reservado exclusivamente a los que ostentan verdadero poderío.
Hasta aquí lo que da de cara a la galería, el escaparate que se sacia con el foco y con el flash; pero en el imprescindible libro de Taschen, Valentino: Una Gran Historia Italiana, es Gwyneth Paltrow quien muestra un relato íntimo, tierno, de cómo son en realidad Valentino y Giancarlo. Obsequiaron a todos sus invitados y los recibieron con honores, cuando Gwyneth celebró el treinta aniversario y le dieron una fiesta en su honor. Pero en apenas dos días el padre de la actriz enfermó gravemente, y también ellos fueron los que pusieron a su alcance toda suerte de medios: de helicópteros a médicos. Mientras, los dos velaron junto a ella.
Rosario Nadal, los Souza, las Brandolini, Natalia Vodianova, Naty Abascal. Su lista de amigos es abundante y sólida, y no cabe duda de que trasciende lo profesional, porque el núcleo de unión es un auténtico lazo familiar. © Getty Images
7, La realeza
Farah Pahlavi, Rosario Nadal, Marie-Chantal Miller, Máxima de Holanda, Mette-Marit de Noruega, Magdalena de Suecia, Tatiana Santodomingo, etc. La lista es infinita cuando de casas reales se trata. Valentino es el costurero de confianza de la realiza, la elección más repetida entre las aristócratas. Una jugada maestra que le ha reportado grandeur a la firma como ninguna otra lo ha conseguido. © Getty Images
8, Las casas (y el barco)
El castillo de Wideville, la casa de Londres en Holland Park, el palacete de Roma, el apartamento en Park Avenue, el chalet de Gstaad y el más famoso de todos: el yate T.M. Blue One. Valentino deja su impronta en cualquier espacio que habite, pero es llegar el verano y disfrutar de cada amarre. Famosos arriba y abajo, en Capri, Palma de Mallorca o Santorini.
Valentino reparte el tiempo entre todas sus viviendas (es un detalle gracioso y que da una idea del estilo de vida del costurero, el hecho de que su mayordomo Michael viaje por adelantada a cada una de sus propiedades para que cuando Valentino llegue todo esté a la altura de sus estándares). Pero sobre todo vive en Londres, donde es vecino de Victoria Beckham, la cual al ser preguntada por el vecindario sentenció "que es vecina del señor Garavani y que no podía imaginarse nada mejor": © Getty Images
9, La despedida
Con él, el Made In Italy seguió pegado a la ilusión de la Dolce Vita. Y en el país transalpino, todos los caminos conducen a Roma. Así que allí decidió plantar su casa y su corazón, y allí organizó los fastos con que se iba a despedir de un negocio que a ratos es más que artesanía.
La Ciudad Eterna acogió un evento inaudito el verano de 2008 para cerrar su vida en la moda; hasta 1.400 personas trabajaron a destajo y con ahínco para llevarlo a cabo (y no es una exageración pomposa o grandilocuente, los datos los arrojaba The New York Times en la crónica de lo sucedido). A toro pasado lo sabemos, y el éxito del evento fue directamente proporcional a los quebraderos de cabeza. Primero las fechas, coincidían con el final de la Semana de la Alta Costura y con el arranque de la Semana de la Moda Masculina. Se cambiaron. Después el montaje; un maniático de la estética como él debía dar su brazo a torcer. Lo convencieron. La cena de bienvenida en el templo de Venus y Roma. Se consiguió.
Las costuras del evento, como las de sus vestidos, mejor por dentro; ingeniera puntera puesta al servicio del mayor de los eventos. El resto, también como los vestidos, fueron imágenes cargadas de belleza sublime que hicieron historia. © Getty Images
10, El sucesor
Tras el adiós del señor Garavani a la casa que lleva su nombre, la primera en sustituirle en el cargo fue Alessandra Facchineti. Ya de entrada aquel nombramiento no gustó al fundador, y aunque la italiana salió airosa y con buenas críticas en sus primeras colecciones, la alegría le duró poco. Su cometido fue crear un armario que sirviera tanto para madres como para hijas; esto es: asentar a las antiguas clientas de la casa y fidelizar a un nuevo escuadrón de compradoras (presumiblemente, las hijas de estas). Pero no, pocas horas después de presentar el desfile de primavera/verano 2009, Facchineti se enteraba de que estaba obligada a abandonar el cargo.
Un tandem –ahora sí, con el visto bueno de Valentino– la vino a reemplazar: Pierpaolo Piccioli y Maria Grazia Chiuri. Ellos tomaron un nuevo rumbo, y el viento les sopló a su favor: nada de madres; había que refrescar archivos y centrarse en las nuevas clientas sin perder de vista la elegancia propia de la maison. Y ellos sí, acertaron el tiro de lleno.
La pasada temporada de primavera/verano de 2017, Maria Grazia Chiuri ya presentó sus creaciones para otra casa, Dior. Y desde entonces es solo Pierpaolo quien está al cargo de la firma; con la primavera y el otoño de 2017, las dos colecciones de costura pertinentes, el resort y el pre-fall ya ha sentado cátedra de por dónde quiere llevar él el estilo Valentino. © Getty Images
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