Naomi Watts, ni un pelo de tonta

Debutó prácticamente en el cine de la mano de David Lynch, que la eligió para protagonizar 
la inquietante Mullholand Drive (2000). A partir de ahí, Naomi Watts (Shoreham, Gran Bretaña, 1968) ha trazado una carrera inteligente, nada predecible, con títulos elegidos con esmero entre los que se cuentan 21 gramos (Alejandro González Iñárritu, 2003), Funny Games (Michael Haneke, 2007) o J. Edgar (Clint Eastwood, 2011). Ahora, a punto de cumplir los 50, la actriz ha encontrado en la serie Gypsy (Netflix) el que, tal vez, es su personaje más complejo, una terapeuta azotada por oscuras pulsiones internas.

PREGUNTA: Interpretó pequeños papeles en televisión al principio de su carrera, pero no había vuelto a ella hasta el momento. ¿Qué circunstancias se han dado para volver a este medio?

RESPUESTA: La verdad es que no estaba buscando trabajar en una serie, pero coincidí con Sam Taylor-Johnson (directora de los dos primeros episodios) en un evento y me habló de este proyecto. Luego conocí a Lisa Rubin, la creadora, me envió el guion y me habló de la protagonista, de su complejidad, y enseguida me interesó.

P: ¿Qué ha descubierto en televisión que no le da el cine?

R: La principal dificultad son los horarios con los que se rueda y el hecho de que no tienes el guion desde el principio, como en una película, sino que te lo van dando cada día, por lo que apenas hay tiempo para prepararlo. Eso ha sido algo nuevo para mí.

P: Tener diez capítulos y no dos horas para construir y desarrollar un papel, ¿es una ventaja o una dificultad añadida?

R: El formato de serie permite al personaje hacer un recorrido más largo. Al principio, parece tener una existencia perfecta, con un marido estupendo, una hija adorable y una casa bonita. Según avanza, vas descubriendo aspectos ocultos, deseos reprimidos y un lado oscuro en el que le encanta ejercer el poder y el control, lo que la lleva a crear una nueva vida distinta a esa más evidente.

P: A una edad en la que muchas actrices se quejan de que deja de haber papeles interesan
tes para ellas, usted parece que haya encontra
do un filón de material
 con calidad más que su
ficiente como para man
tener su carrera a un altísimo nivel.

R: Es un gran momento para las mujeres en televisión porque se trata de un formato menos rígido que ese modelo clásico de
hombres escribiendo his-
torias sobre hombres. Por suerte, hay mucha gente diferente haciendo muchas cosas distintas. La protagonista de Gypsy es una mujer compleja, con una gran profundidad, que lucha con sus conflictos ocultos. Un personaje masculino con es-
tas características resulta más común, pero femeninos no hay tantos. Así que sí, es un buen momento para nosotras en la televisión, hay muchas directoras, guionistas y productoras contando historias interesantes.

P: ¿Quién de sus compañeras le ha dejado una mayor huella?

R: Susan Sarandon. Es fantástica, sabe de todo, ha hecho tantas cosas y ha sabido disfrutar enormemente de su vida... Además, es tremendamente divertida, elegante, sexy, fuerte y lista.

P: Puede decirse que usted debutó en el cine gracias a David Lynch y ahora aparecerá en la nueva entrega de Twin Peaks. ¿Cómo le ha visto evolucionar a lo largo de estos años?

R: ¡No me dejan hablar de Twin Peaks! [Ríe]. Pero sí puedo decir que David sigue siendo el mismo. Es una persona excepcional que hace sentir bien a quienes tiene alrededor. Es un auténtico líder, pero lo maneja todo con tremendo amor y ternura. Tiene una mente especial. Ha sido maravilloso volver a entrar en su universo.

P: Cuando se observa su carrera, se ve que no ha seguido el camino más fácil ni el más obvio. ¿Qué ha guiado sus decisiones?

R: No es cuestión de trabajar con un buen director aquí o un gran actor allá, o no solo. Se trata más de construir algo que tenga sentido en tu vida, y creo que mis películas reflejan eso. En ocasiones, ni siquiera eres consciente de estar tomando una decisión importante en el momento. Solo después se revela como tal.