Amy Schumer es la mujer de momento. Amy es la Taylor Swift de las cómicas: Hillary Clinton la invitó a su último cumpleaños; Anne Hathaway, Jessica Alba o Zoe Kravitz han afirmado abiertamente que están platónicamente enamoradas de ella, y entre sus mejores amigos se cuentan Jennifer Lawrence, con la que se marchó de vacaciones en verano y ya preparan una película juntas; Lena Dunham, aunque quiso hacerse con el papel de Shoshanna en "Girls" y no lo consiguió; Tina Fey, junto a la que presentó la última gala de los premios Emmy; o Madonna, con la que compartió escenario en uno de los primeros conciertos de su gira Rebel Tour.

Schumer es además la Kim Kardashian del mundillo, además de por sus evidentes curvas ("carnes" como las llama ella), por el número de seguidores que tiene en las redes y lo virales que son sus bromas, si bien algunos miembros de la familia no se han tomado demasiado bien sus alusiones jocosas en referencia al clan, especialmente Khloé Kardashian, a la que no le hizo ninguna gracia que mencionara en uno de sus monólogos su repentina obsesión por ponerse en forma, o Kanye West: sonada fue la jugarreta que les hizo a él y a Kim en una gala organizada por la revista Time, al postrarse a sus pies sobre la alfombra roja delante de los fotógrafos y fastidiarles el posado perfecto. Por último, esta judía neoyorquina de 34 años es definitivamente la Oprah Winfrey del negocio de la risa.Sin ir más lejos acaba de cerrar un acuerdo con Gallery Books para escribir sus memorias por valor de casi 7,5 millones de euros. Hace un par de años recibió una oferta similar de otra editorial pero por aquel entonces la suma de dinero que le pusieron sobre la mesa no llegaba al millón.

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Schumer junto a Christina Hendricks y Bella Thorne en el desfile de Zac Posen celebrado el pasado mes de septiembre en Nueva York.

Capaz de cachondearse de sí misma -de sus continuas borracheras y frustrantes experiencias sexuales- con la misma irreverencia con la que lo hace de cualquier otra cosa, persona o situación por incómoda, peliaguda o escatológica que sea, Schumer, feminista, monologuista, escritora, guionista e intérprete: es una provocadora nata que apuesta por un humor ácido y honesto, sin filtros ni tapujos. "Tengo un morro que me lo piso" reconoce sobre sí misma. Y esa es una de sus mayores virtudes.

Tras el Emmy conseguido el pasado mes de septiembre por su popular serie de sketches "Inside Amy Schumer", hace una semana se hizo con un Hollywood Award por su papel en "Y de repente tú", una película semiautobiográfica escrita por ella y dirigida por Judd Appatow. Días antes la Academia de cine y televisión Británica reconocía su excelencia como actriz de comedia en un acto celebrado en Los Ángeles. Schumer agradeció el premio como solamente ella sabe, esto es: haciendo coña a lo bestia con un discurso en el que comparaba a Charlie y la Fábrica de Chocolate con el sexo anal. Un alegato tan hilarante como el que pronunció en los últimos Premios Elle Women in Hollywood, plataforma que utilizó como suele hacer en este tipo de actos para reivindicar el papel de la mujer, en la sociedad en general, y en la industria del entretenimiento en particular. 2015 ha sido sin duda su año.

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El humor es para Amy, como para muchos de sus colegas del gremio, un mecanismo de defensa. En su caso sus bromas le han servido para superar sus inseguridades. Dice que ya no le preocupa saber cuánto pesa ni qué talla de ropa usa aunque en el pasado haya tenido problemas con su imagen, y asegura que su cuerpo es todo un imán para los hombres. Tanto es así que ha sido elegida para posar ante el objetivo de Annie Leibovitz en el reputado calendario Pirelli de 2016, con lo que además de talentosa, ocurrente y graciosa: Amy pasará a ser una de las féminas más deseadas del mundo.