Oscar 2015: ellos también arriesgan
El esmoquin lavanda de Jared Leto, la solapa roja de John Stamos, el cuello-cadena de John Travolta... Contra toda pronóstico, el sector masculino ha sido una de las sorpresas de la noche.
Lejos de una era en la que las mujeres acaparaban toda la atención del vestir y el estilo sobre la alfombra roja, la ceremonia de los Oscars 2015 ha servido para testificar –y de qué manera– el auge y apogeo de los hombres como objeto de deseo y, por defecto, de publicidad. La de este año ha sido una gala en la que, por primera vez, hemos visto a un hombre recorrer los gloriosos metros del Dolby Theatre de Los Ángeles enfundado en un traje color lavanda y una melena degradada cayendo sobre sus hombros. De acuerdo, Jared Leto es un caso concreto de rara avis exiguo de protocolos, pero su entusiasmo y heterodoxia parece haber contagiado a quienes le han acompañado en esta noche de glamour y cincel. Si a alguien se le ocurre negarlo, entonces para muestra un botón: por primera vez en la historia del cine, las horas previas a la gala no solo han venido saturadas de notas de prensa con este o aquel vestido de alta costura que llevaría una u otra nominada al galardón, si no que los hombres también se sometieron al escrutinio de las agencias de comunicación e incluso del apellido 'a medida' que tanto gusta en noches como esta. En este caso, Eddie Redmayne fue capaz de apostar por el azul marino y dejarse esculpir por un traje hecho en el taller de Christopher Bailey en Burberry.
Armani conoce el poder de las parejas en el mes de las estatuillas –febrero está cuajado de ellas– y lo demostraba vistiendo con su línea Privé al tándem explosivo formado por Adam Levine y Behati Prinsloo. Ella, con un vestido azul marcado por lo epatante de su pedrería, él confiando en la sobriedad cromática del blanco y negro. Juntos, una combinación perfecta para activar la maquinaria del deseo (para saber de su efectividad, llamen mañana a las tiendas de la firma preguntando por el interés de su clientela). Pero si hubo una pareja en la que el hombre destacó sobre su amada –con perdón de Sophie Hunter–, el responsable no es otro que Benedict Cumberbatch. El actor posaba con un traje de chaqueta blanca y pajarita negra, demostrando que la limitación masculina no lleva implícito el tedio como resultado.
¿Mejor vestido? Cuestión compleja para este género. Si acaso el título cobra mayor sentido aplicándolo a la personalidad, llevándose aquí el galardón el presentador de la gala Neil Patrick Harris. Minutos antes de quedarse en calzoncillos por exigencias del guion, el actor posaba con su marido David Burtko y un traje gris que a pesar de tocar el límite entre la originalidad y el esperpento, aprobaba en lo que a tallaje respecta de la mano de Brunello Cucinelli. Si fuera fácil buscar una lista opuesta, John Travolta encabezaría el podio gracias a una gigantesca cadena que solapaba la parte exterior de su camisa azul. Un oxímoron estético al que también se apuntan Romain Dauriac –marido de Scarlett Johansson– y su camiseta blanca, Will i am y su look a rayas con tinte presidiario y Adrien Brody, a medio camino entre el dandismo y el trasnoche. Salvan la noche las pajaritas de Ryan Seacrest, los protagonistas de Boyhood Ethan Hawke y Ellar Coltrane, Chris Pratt y su tocayo Chris Pine, el mejor ejemplo de que un traje de doble botonadura a veces no tiene parangón. ¿Los mejor vestidos? Ese, por ahora, sigue siendo un camino por andar.
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