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Una tarde de 1971 un grupo de radicales seguidores del régimen franquista irrumpieron en la antigua galería Theo de Madrid, donde tenía lugar una exposición de casi 300 de los grabados más importantes de Pablo Picasso, los Suite Vollard, traídos a España por la galerista Elvira González. Los hombres que entraron en la galería vertieron ácido y pinturas de color rojo sobre las obras del artista malagueño. No fue única vez que este suceso se produjo, pues en las galerías y librerías de Barcelona que contaban con piezas o homenajes al artista tuvieron lugar otros tantos ataques de este estilo durante años, algunos, incluso, realizados con cócteles Molotov.

Que Picasso, que por entonces vivía en Francia, se alistara al Partido Comunista, y se proclamara en numerosas ocasiones antifranquista fue el principal aliciente que llevó a muchos seguidores del régimen, y antimarxistas, a perseguir y destruir su obra. Pero estos episodios son tan solo algunos de los ejemplos más afamados de una censura y persecución cultural que afectaban a otros muchos que vivieron aquella época. Sin embargo, mientras estos actos de represión tenían lugar, también emergía un movimiento de resistencia notable entre otros artistas y figuras intelectuales del momento. Lo vemos claro en la exposición que acoge el Museo Lázaro Galdiano de Madrid de la mano de la Fundació Antoni Vila Casas de Barcelona, Homenaje a Picasso. Vallauris, 1972, abierta hasta el 3 de marzo de 2024.

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Cortesía del Museo Lázaro Galdiano y Fundació Antoni Vila Casas
Por F.Álvarez.

La significativa muestra, comisariada por Nadia Hernández, nos sumerge en aquella época y nos ofrece una visión única y significativa de cómo artistas de diversas disciplinas expresaron su solidaridad con Pablo Picasso, así como su oposición a los terribles acontecimientos que estaban ocurriendo, a través de la intervención artística en los tapetes, desafiando así las limitaciones impuestas por la censura y la represión.

Homenaje a Picasso. Vallauris, 1972 reúne 51 de los 400 tapetes originales intervenidos por más de 270 personalidades reconocidas, tanto nacionales como internacionales, entre los cuales destacan nombres como Miró, Calder, Hauffe, Brossa, Neruda, Buero Vallejo, Alberti, Saura, y el Equipo Crónica, entre otros.

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Cortesía del Museo Lázaro Galdiano y Fundació Antoni Vila Casas
Por Schifano.

Cada uno de los tapetes fue confeccionado hace 51 años por religiosas de un convento en el barrio de la Bonanova en Barcelona, y después enviado a cada uno de los autores y artistas para su personalización. Se trata de una colección de tapetes de algodón con bodys de encaje y silueta rectangular en los que podemos leer diversos mensajes realizados mediante diversas técnicas. En acrílico, rotulador, bordado, bolígrafo, serigrafía o grabado encontramos mensajes como "¡Viva Picasso!", "para el maestro Pablo, deseándole que cumpla el siglo", "estos son pescaditos de isla negra", "una paloma para Picasso", o "no barbarity, no Picasso". Diferentes visiones artísticas que apoyan y homenajean al artista español y que nos enseñan parte de la memoria de aquellos años, así como también nos revela las redes subterráneas que operaban más allá de la censura, donde el envío postal jugó un papel esencial como medio para garantizar la participación de estos célebres internacionales sin levantar sospechas.

El proyecto se remonta a la primera Rencontre International d’Hommage à Picasso que tuvo lugar en Vallauris en 1972, impulsada por Santiago Palet y alentada por Antoni Tàpies, con ayuda de las ideas de Salvador Dalí. La idea inicial era utilizar mantelillos de papel troquelado, pero fue finalmente reemplazada por la elección de los tapetes como soporte más resistente y simbólico.

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Cortesía del Museo Lázaro Galdiano y Fundació Antoni Vila Casas
Por Equipo Crónica.

Homenaje a Picasso. Vallauris, 1972, como señala la directora del Museo Lázaro Galdiano, Begoña Torres, en un comunicado emitido por la institución, destaca "la imprescindible función del coleccionismo como agente de preservación de los objetos y de su memoria”, mientras también nos muestra la importancia del arte como medio de expresión. La exposición se impone como una oportunidad magnífica para conocer esta significativa colección, adquirida en su día por Gianni Figueras y Antoni Vila Casas, con el fin de conservarla como parte de la Fundació Antoni Vila Casas.