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"Cuando conocí la tierra con la que yo quería trabajar, le puse la mano encima y enseguida me di cuenta por el oído, que me decía que era posible hacer mi obra con ella". Las palabras de Eduardo Chillida (10 de enero de 1924) resuenan ahora, en su centenar, más alto que nunca. Decir que el escultor, originario de San Sebastián, dejó uno de los mayores legados artísticos que se ha realizado jamás sobre un terreno se queda corto. Pero cuando era muy joven su camino era otro: a los 19 años era futbolista de la Real Sociedad. Fue una lesión en la rodilla la que frustró su carrera deportiva, justo cuando estaba a punto de fichar por el Real Madrid. Por entonces, su entorno, guiado por su gran destreza con el balón, lo denominó 'el gato' sin imaginar que, finalmente, centraría su vida alrededor de la escultura y se convertiría en una de las figuras más valoradas a nivel universal.

Pasó por la Universidad para estudiar Arquitectura, pero la abandonó para sumergirse en el mundo del dibujo ("en una línea el mundo se une, con una línea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo", llegó a decir). Lo hizo en 1947, al entrar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Al mismo tiempo, compaginaba esta técnica –que incluso exploraba con la mano izquierda, desafiando la facilidad que tanto rechazaba– con los primeros pasos que daba en el terreno escultórico desde el taller de José Luis Martínez Ripollés. Ahí realizó sus primeras obras de hierro y tierra cocida. Pero en 1948, cuando logró una beca del Colegio de España, dejó nuestro país para mudarse a París, donde entabló contacto con otros artistas como José Guerrero, Eusebio Sempere, y el que fue uno de sus mayores apoyos, Pablo Palazuelo. Con este último llegó incluso a compartir residencia y taller en las periferias de la capital francesa.

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AFP//Getty Images

Desde allí, e inspirado por la Grecia arcaica, exploró las expresiones escultóricas en yeso, y logró un reconocimiento temprano que culminó con su participación en el prestigioso Salón de mayo de París. Por entonces ya había dejado uno de sus frutos más significativos, su escultura en bronce, llamada Torso, posteriormente ubicada en el monte Urgull en San Sebastián.

Cualquier artista transita alguna vez un periodo de inquietud creativa. El suyo llegó en 1950, fecha en la que, todavía siendo muy joven, decidió regresar a su ciudad natal. Podría parecer atrevido dejar atrás París en una fecha que actuaba como punto de encuentro intelectual y artístico, pero no se equivocó en su decisión pues, nada más regresar a su lugar de origen, oficializó su compromiso casándose con Pilar Belzunce, mujer que actuó como influencia clave en su vida, y con la que tendría ocho hijos. En aquel momento comenzó su obra más personal y abstracta. Y, es que, la conexión de Chillida con el entorno siempre ha sido tan dependiente que, atraído por los sonidos de una fragua cercana a su residencia en Hernani, provocó su primer encuentro con el hierro de una forma completamente distinta a lo que había experimentado antes: trabajando en un taller de forja y vinculándose a la tradición de los ferrones vascos. En este periodo crearía Ilarik una de sus primeras piezas en hierro. Todo lo que vino después fue una gran celebración de éxitos.

exhibition of eduardo chillida in the reina sofia art centre the sculptor beside one of his sculptures
Quim Llenas//Getty Images

Logró su primera exposición individual en la Librería Clan de Madrid, una colectiva en la prestigiosa galería Maeght junto a Chagall, Miró, Calder o Giacometti; y recibió la que sería la primera de las muchas obras públicas que realizaría a lo largo de su vida, las puertas de la Basílica de Aránzazu. A partir de entonces su fuerte conexión con el espacio público le llevaría a emplazar más de 40 esculturas en ciudades como Berlín, Frankfurt, y Washington, además de la multitud de obras que instaló en su comunidad, donde es indudable que se impone como parte del atractivo turístico de la cornisa cantábrica. Existe todo un atlas alrededor de la huella de Chillida. Desde la bahía de la Concha, al final de la playa de Ondarreta, pasando por multitud de paseos, hasta llegar a plazas y avenidas. San Sebastián lleva su nombre, pero muchos otros enclaves del mundo también nos cuentan parte de su historia a través de obras que narran sus propios valores. La tolerancia, la libertad y otros derechos humanos toman forma, gracias a él, en granito, acero, hormigón o basalto.

Chillida Leku, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes

eduard chillida centenario
Gari Garaialde//Getty Images

Ahora que se cumplen 100 años de su nacimiento, y 22 de su muerte, la Fundación Eduardo Chillida - Pilar Belzunce ha impulsado un gran homenaje al escultor con un programa plagado de exposiciones, publicaciones y proyectos educativos para divulgar su obra y legado. Además, como agradecimiento por su labor, y a modo de reconocimiento, el Consejo de Ministros acaba de conceder, junto a otras 36 personalidades e instituciones culturales, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2023 al Museo Chillida Leku, el lugar que alberga el corpus de obra más extenso del artista, y que también tiene varias actividades preparadas para festejar este aniversario.

Chillida Leku fue un caserío adquirido en los 80 por Eduardo Chillida y Pilar Belzunce en las afueras de Hernani. Se trata de casa con un gran terreno verde, restaurada y acondicionada personalmente por el matrimonio, que abrió sus puertas al público como museo en 2000. En palabras del Consejo de Ministros: "Chillida Leku es un museo único, confeccionado en sí mismo como una gran obra de arte, donde la fusión entre arte y naturaleza se produce de manera natural". Es un maravilloso espacio repleto de jardines en el que cualquier visitante puede conocer el mundo Chillida recorriendo parte de sus obras al aire libre o apuntarse a cualquiera de las actividades que organizan. El próximo fin de semana del 12 de enero organizan una jornada de puertas abiertas para todo aquel que quiera visitarla.

eduardo chillida, sculptor
Jose R. Platon//Getty Images

A lo largo de este año, y del siguiente, museos como el Artium de Vitoria, el museo Balenciaga de Getaria o el de las Bellas Artes de Bilbao sorprenderán con exposiciones y homenajes al escultor. Si 2023 tomó nombre de Picasso, en 2024 Eduardo Chillida toma su relevo. Parece ser que al "escultor del vacío", como él mismo se autodenominó, aún le queda recorrido.