Pasar una noche en la Luna, o dos, es el sueño de aquellos a los que este planeta se les queda pequeño, pero por ahora, pasearse por la superficie lunar es un deseo poco factible para la mayoría de nosotros. Mientras tanto, sentirnos como auténticos selenitas es posible sin salir del territorio español, sólo hace falta dirigir el catalejo (para iniciar el viaje) hacia el lugar adecuado: el desierto.

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Si hay un paisaje que puede transportarnos a parajes lunares ese es, sin lugar a dudas, el desierto. Extenso y silencioso, sus grandes dimensiones lo convierten en un lugar proclive a la imaginación y la libertad. Pese a que España es un territorio donde no destacan los espacios desérticos, podemos encontrar, distribuidas por su geografía, algunas zonas donde poder abandonarse allí donde la naturaleza descubre su silueta sin adornos.

En la cinematográfica provincia de Almería se encuentra el Desierto de Tabernas, el único tipificado como tal de toda Europa. Situado en el sudeste del territorio español, el cine lo ha disfrazado durante décadas de oeste americano o de imponente Sáhara debido a que su desnuda silueta lo convierte en un excelente plató. Es por esto que allí se encuentran los decorados de western más importantes de Europa, en los que se llevan filmando películas desde los años 60, cuando Sergio Leone descubrió Tabernas y se enamoró de sus localizaciones.

Dormir en un poblado del salvaje oeste es la experiencia que ofrece Fort Bravo, el decorado cinematográfico dispone de casas rurales y bungalows para quienes desean pasar unos días lejos de la vida moderna y disfrutar del paisaje que ofrece la zona.

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Cerca de Tabernas, pero bañado por las aguas del mar Mediterráneo, está el pueblo de Agua Amarga, y en sus alrededores encontramos el Cortijo La Joya de Cabo de Gata. En pleno Parque Natural de Cabo de Gata, este precioso alojamiento es un lugar mágico en el que la nada, el mar y las tradiciones mediterráneas y marroquíes se convierten en compañeros de sueños entre paredes encaladas y jaimas.

Abandonar el sur resulta siempre una ardua tarea, pero para encontrar otro territorio con aspecto lunar, tenemos que encaminarnos hacia el Desierto de los Monegros, en Aragón. Un territorio desconocido, pedregoso y muy joven, ya que es fruto de la deforestación del hombre y que, sin oportunidad de regenerarse, se convirtió en lo que es hoy: un peculiar y vasto terreno salpicado por incontables chimeneas de hadas.

A veinticinco minutos de Zaragoza, en el estepario enclave de los Monegros se encuentra excavado, dentro de una montaña, el espectacular Hotel Cueva Tardienta. Un alojamiento bajo tierra donde dormir en una cueva, pero con todas las comodidades, y en el que descubrir que, en ocasiones, desierto y desolación no van siempre de la mano. Este curioso hotel con encanto está situado muy cerca de un aeródromo y cuenta con una decoración ambientada en la tradición árabe, incluyendo un patio árabe y una jaima que hace las veces de restaurante en el que saborear platos caseros típicos de la gastronomía marroquí.

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Cerca de Monegros, en Navarra, se halla un inhóspito paraje con aspecto casi extraterrestre: Las Bardenas Reales. Esculpido por la erosión, Las Bardenas se presenta lleno de barrancos, mesetas y suelos arcillosos.

Descansar sobre los yermos páramos de nuestro satélite se convierte en un deseo concedido al instante en el Hotel Aire de Bardenas, a pocos kilómetros de Tudela. Un alojamiento absolutamente inusual hecho a base de construcciones cúbicas y burbujas que cuentan con enormes ventanales. Un lugar en plena nada que nos permite alojarnos en lo más parecido a una base lunar. Debido a su diseño ha recibido numerosos premios de arquitectura e interiorismo.

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No todos los desiertos de España se encuentran en plena península, y en Fuerteventura nos encontramos con el Parque Natural de Jandía, considerado uno de los lugares más hermosos de la isla. Situado en su extremo más meridional, es un terreno con escasa vegetación, desértico, de origen volcánico y a pie de playa.

La zona está salpicada de hoteles pertenecientes a grandes cadenas hoteleras, pero si queremos algo un poco diferente, hay que dirigir el rumbo hacia el Hotel Rural Mahoh, al norte de la isla y a hora y media en coche de distancia de este desierto insular. El lugar que ocupa el hotel fue antiguamente una casa campesina majorera que se remonta al siglo XIX, y sus paredes, hechas a base de piedra volcánica y madera nos transportan a otro tiempo pasado.