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1. Planificar las visitas a las casetas.
El Oktoberfest se celebra en el prado de Santa Teresa, muy cerca de la Estación Central. En la explanada se colocan 32 casetas y no es buena idea plantearse el recorrerlas todas en un solo día. Mejor planificar y, si hay alguna que nos llama mucho la atención, será posible reservar mesa con anticipación (en persona para otro día o por teléfono o fax). Lo mejor, elegir la carpa según la comida que queramos degustar, porque la buena cerveza está asegurada en todas ellas. Si no tenemos reserva, mejor ir temprano.
2. Probar la Oktoberbeer, una cerveza diferente al resto.
Los amantes de la cerveza alemana 'en casa' no van a disfrutar exactamente de la misma en Múnich, ya que durante la fiesta lo que se toma son las Märzen, una variedad de cerveza de 0,6 a 1,1 grados de alcohol, más azucarada en su fórmula. El litro de cerveza ronda los 11 euros y hay un listado oficial con el coste para evitar engaños.
3. Como un auténtico bávaro, mucho mejor.
Es el Oktoberfest, vas a acabar borracho lo más seguro, por qué no completar la fiesta vistiendo un traje típico de Baviera durante al menos un día de los que vayas a estar en el evento. No son incómodos y es fácil alquilarlos o directamente hacernos con uno en muchas de las tiendas e incluso a través de la organización de la propia feria. El sombrero, que no falte, aunque seguro que ya solo por el chaleco (ellos) o los vestidos escotados (ellas, además de falda, blusa, corsé y medias a media pierna) merece la pena.
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4. Hacer comidas completas.
Se trata de evitar una borrachera épica, en el peor de los sentidos, y acabar KO en el hotel durante un día o incluso volver a casa antes de tiempo. Para ello, nada como hacer comidas completas y, de paso, probar exquisiteces como las salchichas blancas bávaras, los frikadellen (pequeños filetes), el codillo, el chucrut... Y también el postre, bien la apfelstrüdel (la famosísima tarta caliente de manzana) o un helado (o, ya puestos, ambas cosas).
5. Más allá de las carpas, también.
Aunque pueda parecer a primera vista que la Oktoberfest se resume en ir de carpa en carpa bebiendo y comiendo, no es así. La feria lo es por completo, y también en diversión no alcohólica. Hay norias, montañas rusas, atracciones de todo tipo... en zonas en las que perfectamente podemos ir con niños (los menores de edad están permitidos en el recinto del prado hasta las 20 h.) y no faltan paseos más tranquilos, charlas animadas en pleno prado, golosinas y otros snacks.
6. Que no falte la música.
El domingo 24 de septiembre tendrá lugar uno de esos momentos del Oktoberfest en los que hay que estar presentes sí o sí. Se trata del concierto tradicional de bandas bávaras, que empieza a las 11 de la mañana y que reúne a cientos de personas todas vestidas con los trajes tradicionales y que portan grandes tubas y hacen mucho estruendo. Es todo un espectáculo.
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7. Bolsos y mochilas, mejor en el hotel.
En el recinto de la Oktoberfest no están permitidos por lo general ni bolsos ni mochilas, por lo que el mejor consejo es ir al prado solo con lo indispensable que vayamos a necesitar. De paso, podremos evitar posibles robos, pero, sobre todo, estaremos mucho más cómodos porque no tendremos que estar atentos a perderlos de vista (especialmente si tenemos la certeza de que vamos a beber algo más de la cuenta). Si necesitamos portar algún tipo de medicamento, no habrá problema, tras pasar los controles. Y si en este mismo punto nos bloquean algún elemento por tamaño o peso, hay taquillas donde dejarlos hasta que nos vayamos.
8. De recuerdo, la taza oficial y la galleta de jengibre.
Cada año se celebra un concurso para diseñar el dibujo que adornará las tazas oficiales de la Oktoberfest. Coleccionarlas es casi una religión para muchos aficionados a la cerveza y este año será una simpática creación de los estudiantes Sarah Eigenseher y Hanna Hodzic la que se llevarán a casa miles de visitantes (en tres tamaños diferentes, tanto en loza como en cristal). Para muchos, es el mejor souvenir de la feria, aunque no el único. Lo que no puede faltar es la galleta de jengibre en forma de corazón, un clásico alemán.
9. Jamás toques a las camareras.
No, no se trata solo de un consejo en un sentido de respeto, sino también ante el hecho de que durante los días de la feria están sometidas a mucho jaleo y presión para servir las mesas asignadas. No hay que llamar su atención de otro modo que no sea con algún gesto claro, y siempre que estemos en nuestra mesa. Si no tenemos mesa, podemos pedir nosotros directamente en la barra o a través de las ventanas de las cocinas, pero nunca tocando a las camareras para que se giren o nos den vez. Lo más seguro es que, de hacerlo, nos llevemos un buen grito.
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10. El brindis, gritando 'proust' y con las bases de las jarras.
Es el estilo bávaro. No se brinda chocando la parte de arriba de la jarra, sino la de abajo, y esta se tiene que agarrar siempre con una única mano, ya que es lo que manda la tradición. No hace falta brindar cada vez que se bebe pero, como estaremos compartiendo mesa con mucha gente, la mayoría nuevos amigos que haremos en el propio recinto, nunca está de más adelantarse y brindar una y otra vez.
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