Parece que esta bebida tan ‘de antaño’ se ha convertido, desde hace un tiempo, en el nuevo vino o la nueva cerveza. El vermut o vermú, como muchos otros lo llaman, se ha hecho de nuevo con el poder. Los bares, bodegas y tabernas ‘de toda la vida’ renacen y se reinventan en busca de un nuevo público: los jóvenes.

Algunos escapan de ‘lo bonito’ (esa corriente de sitios que parecen decorados con la magia de una varita) para reducirse a ofrecer una experiencia capitaneada por el clásico grito: “marchando una de gildas”. Otros nacen con vocación de vermutería y en su carta incluyen una amplia variedad de vermuts procedentes de diferentes países. Un plan de fin de semana, de sábado o de domingo, la excusa perfecta para juntarse con amigos. ¿Por qué respetar, más que nunca, la hora del vermut?

1. Porque inevitablemente nos remite al pasado
Nuestros abuelos, la salida de misa los domingos al mediodía o esos clásicos bares de pueblo donde lo importante es el contenido y no el continente. Porque estamos en un tiempo de rescate de antiguas tradiciones y de reivindicar lo propio, lo nuestro. Y como decía la canción: “cualquier tiempo pasado nos parece mejor”. Para algunos se trata de una experiencia totalmente vintage, para otros de algo tan simple como ‘el vermú de las doce’, pero de igual forma: es su momento, el momento de esta bebida que nos hace recordar.

2. Porque es el plan perfecto de los fines de semana
Aunque siempre es buen momento para pedirse uno, la hora del vermut está establecida: los sábados o los domingos, al mediodía, después del desayuno y antes de la comida. Se ha convertido definitivamente en ese plan que obliga a juntarse con amigos (siempre mucho más divertido si se trata de un grupo grande) y que te llevará a recorrer la ciudad en busca de la mejor barra. Barras de mármol, barras castizas, barras fundadas haya por el 1892 o la última apertura. Todas tienen algo en común, aquí lo importante es: coger sitio, apoyar el brazo, pedir y disfrutar.

Door, Street fashion, pinterest
El vermut de grifo y la tortilla de patatas de La Ardosa son míticos en Madrid.

3. Porque hay templos como Casa Camacho o La Ardosa que no pueden desaparecer
En el primero (Calle de San Andrés, 4) la marca de la casa son ‘los yayos’, un brebaje inventado a basa de gaseosa, ginebra y vermut, y no podrás irte sin probarlos. En el segundo (Calle Colón, 13), el vermut de grifo y la tortilla de patatas han hecho que esta bodega se convierta en una de esas paradas imprescindibles en el recorrido por el barrio de Malasaña. Convertidos ya en dos iconos del aperitivo madrileño, acuñan el título de templos donde dejarse llevar los fines de semana. Pero cada vez son más las aperturas de locales enfocados, de forma exclusiva, a la cultura del vermut: Morro Fi (Carrer del Consell de Cent, 171) en Barcelona o De Rodríguez & Salas (Calle Prado, 15) en Madrid.

4. Porque también hay gente (muy joven) haciendo cosas (muy interesantes) en torno a la cultura del vermut: La Vermutería
Comenzaron con su concepto de vermutería Pop Up y desde entonces no han parado. Sin darse cuenta, han sugerido esta sigilosa revolución del vermut que últimamente está pegando tan fuerte. “Como novedad este año queremos hacer vermuterías secreta: Secret Vermouth. Catas con varios vermuts internacionales y raros, con uvas peculiares o con algo diferente en su elaboración”, cuenta Roberto Castán, uno de los fundadores de este proyecto. También seguirán potenciando las sinergias con los pop ups gastronómicos y haciendo cosas relacionadas con eso que para ellos es sagrado: el aperitivo.

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En El aperitivo es sagrado van a organizar catas de vermuts internacionales y peculiares.

5. Porque existe vida más allá del brunch
Se trata de dos planes que nada tienen que ver, pero hay tiempo para todo. Casi todos los restaurantes y bares han incorporado, durante el fin de semana, el brunch a sus cartas. Aquí el vermut se sustituye por el Bloody Mary, los pinchos por los huevos benedictinos y lo salado por lo dulce. Un boom, el del brunch, que ha revolucionado la oferta gastronómica española, esa que para nada tenía entre sus planes apostar tan fuerte por una tradición anglosajona basada en el desayuno tardío de los sábados o los domingos. Y tú ¿eres de brunch o de vermut?