Si los ojos son el reflejo del alma, la piel puede ponerte en más de un apuro si eres de las que tardan poco en erizarse en un momento delicado. Pero si solo una canción ya puede ponerte los sentimientos a flor de piel, puede que haya una razón más profunda detrás. O eso asegura un estudio publicado en Oxford Academic en el que se estudió la relación entre la música y las diferentes respuestas corporales de 20 estudiantes. ¿El resultado? Averiguaron que el cerebro de los más sensibles a estos estímulos funcionaba de manera diferente al resto.

En concreto, tienen más fibras que conectan la corteza auditiva y las áreas que procesan las emociones. "Que haya más fibras y una mayor eficiencia entre dos regiones significa que también existe un procesamiento más eficiente entre ellas", dice el autor del estudio y ex alumno de Harvard, Matthew Sachs. Es decir, que las estructuras cerebrales de las personas que reaccionaban de esta manera a la música y las que no, son distintas, teniendo las primeras mucha más facilidad para comunicarse.

Pero no solo eso: "es posible que si sientes escalofríos al oír música también tus emociones sean mucho más fuertes e intensas", dice Sachs. Vamos, que si alguna vez habías tenido que reprimir tus lágrimas en el cine para quedar en evidencia, ahora está más que justificado. Eres más sensible que el resto, y la ciencia lo respalda. Pero ahora, las investigaciones quieren dar un paso más y encontrar cuál es la causa concreta de estas reacciones para poder utilizarlo como terapia en algunas enfermedades mentales.