Prácticamente cualquier hábito puede llevar a una compulsión si lo convertimos en un trastorno o una obsesión. La alimentación y sus consecuencias en nuestra imagen es el origen de enfermedades como la anorexia, la bulimia, la obesidad mórbida… y también una de la que poco hemos oído hablar hasta ahora: la ortorexia. Bautizada así por el doctor estadounidense Steven Bratman, responde a la obsesión patológica por comer saludablemente, hasta el punto de que pueda llevar a quien la sufre a una desnutrición severa e incluso la muerte.

Como explica Bratman, "no se trata de una cruzada contra el vegetarianismo, el veganismo o cualquier intento por comer saludablemente, sino de poner en relevancia un problema psicológico y de adicción, donde la obsesión está por encima de la propia comida en sí". Negarse a comer productos que no se consideren biológicamente puros (sin aditivos, conservantes, colorantes…) es solo uno de los factores, pero no hay límites. El propio doctor reconoció que la sufrió en los 70 cuando se impuso "una dieta consistente en comer solo vegetales recién recogidos de la huerta, que masticaba no menos de 50 veces antes de tragarlos".

La eliminación por completo de la dieta de azúcares, sal y carbohidratos, así como todo tipo de comida procesada es uno de los primeros pasos. "Poco a poco, la lista de productos prohibidos se va ampliando, incluyendo desde cereales a la leche", explicó la psicóloga Charlotte Markey. "Los pacientes siempre tienen la sensación de que se puede ir a más en ese cuidado alimentario". Una obsesión que, además, ocupará buena parte de su día a día, con recompensas incluso si se consigue vencer a la tentación y con "tendencia a sentirse superiores o incluso indulgentes con los que comen no saludablemente", prosigue.

Suplementar en exceso la dieta es otro factor de riesgo, en tanto que se evita comer para obtener lo realmente saludable por medio de pastillas u otros preparados. "Siempre hay presentes un nivel psicológico y otro afectivo en una adicción o en un uso abusivo. En trastornos como la ludopatía o la adicción al móvil, la afectación en el sistema nervioso puede ser muy parecida a la que producen ciertas drogas, especialmente en lo referente al autocontrol y a la motivación. En los alimentarios, el consumo de suplementos, laxantes, quemagrasas, etcétera, no son adictivos por sí mismos, pero sí pueden causar, y de hecho lo hacen, desórdenes y carencias metabólicas que puede ser importantes", explica Antonio Soto, psicólogo y director del Área de Prevención y Nuevas Adicciones del Centro de Tratamiento MonteAlminara de Málaga.

Quienes sufren de ortorexia no se libran de otro factor que comparten todos los trastornos relacionados con la alimentación, la estética y el cuidado personal: la distorsión de la imagen corporal. "A mayor distorsión o preocupación por la imagen, más afectado estarán los hábitos de vida, y se sufrirán más efectos perjudiciales", prosigue Soto. De hecho, la preocupación por la estética es igualmente compartida por quienes sufren de ortorexia, vigorexia, tanorexia (preocupación exagerada por tener la piel morena)… aun cuando se ponga la nutrición como excusa.

Bratman ha desarrollado un test de 10 preguntas con el que evaluar el riesgo de que estemos sufriendo ortorexia. Contestar que sí a todas sería motivo de grave preocupación. Cuantos más síes, más riesgo.

1. ¿Utiliza más de tres horas al día en pensar sobre comida saludable?
2. ¿Planea todo lo que va a comer mañana un día antes?
3. ¿Le interesa más la virtud de lo que come que el placer de comerlo?
4. ¿Considera que, cuanto más saludable come, menos calidad de vida tiene?
5. ¿Se considera muy estricto con respecto a sí mismo?
6. ¿Sacrifica experiencias que en su día disfrutaba por comer lo que considera que es más correcto?
7. ¿Siente una mejora de su autoestima cuando come saludablemente? ¿Se considera mejor que los que no lo hacen?
8. ¿Se siente culpable e incluso miserable cuando no cumple su dieta saludable?
9. ¿Considera que su dieta le ha aislado socialmente?
10. Cuando come tal cual se ha impuesto, ¿se siente en paz consigo mismo y con una sensación de total control sobre su vida?

No es el único test. La Universidad La Sapienza de Roma ha desarrollado otro cuestionario, esta vez de 15 preguntas y con respuestas algo más abiertas, para lo que llaman "obsesión maníaca por la comida saludable". En el mismo, obtener más de 40 puntos (sobre 60 posibles) sería motivo de preocupación.

Curar la ortorexia es posible. Especialistas en desórdenes alimentarios aconsejan una dieta que restablezca los nutrientes necesarios, así como un trabajo psicológico que ayude a encauzar de forma positiva su obsesión por la comida saludable, tratando de lograr que la alimentación no sea el centro de su vida.