Tengo un síndrome malísimo por el que sufro muchísimo, es más, diría que una auténtica barbaridad,pero me revelaría exagerada en el primer párrafo y quisiera conservar cierta credibilidad. Vamos a ser justos con la medida de las cosas y lo dejamos en que es un síndromemolesto.¿En qué consiste semejante medio drama? Pues en que siempre me veo mal en las fotos que me sacan pero, pasado un tiempo, me veo súper bien en esa misma imagen y espantosaen las del día anterior.Lo sé, estáis horrorizados.

Vivo en constante desaprobación de mi imagen actual. Lo he llamado síndrome de “fotogenia flashforward o FFF” (para que se note que sé inglés y porque soy un poco imbécil también).El FFF me desconciertaporque puede significarvarias cosas:

Vivo en constante desaprobación de mi imagen actual.

Opción A. La primera es que tengo una imagen mejor de mí misma que la propia realidad. Duro, pero prefiero esto que justo lo contrario: ser más guapa de lo que yo me creo. Es más humilde claro pero mucho menos práctico, me restaría seguridad. Prefiero sorprenderme: “¿Pero quién es esa muchacha de ojos pequeños y mofletuda que está en esa imagen? No caigo.”

Opción B. Soy más guapa en movimiento, es decir, soy mediocre en posición de ‘stand by’ (otra vez mi inglés). Esto no me parece problemático porque aparte de tener el don de la exageración fui bendecida con el maravilloso don del nerviosismo, lo que me concede siempre un tembleque corporal que, sin yo saberlo, me ha estado favoreciendo a ojos de los demás. Puede que le deba hasta algún novio.

Opción C. No valoro mi imagen hasta que he envejecido que entonces pienso: “Pero mira qué piel tan tersa, qué piernas más finas, qué rubor tan sano tenía en esa foto de hace 5 años a pesar de lo estática que luzco”.
Y esto es terrible, horroroso, espantoso, aterrador, desolador (ya paro).

¿Cómo es posible que con 18 años intentara estirar mi biquini por todos los medios para taparme lo que yo creía una barriga incipiente? ¡Ja!¿Barriga? Si esa niña mofletudaque me mira posando incómoda desde una playa del Mediterráneo (con un flequillo completamente equivocado, eso sí) supiera las cotas que va a alcanzar de barriga posaría cual Giselita de turno (Bundchen, no quiero dudas al respecto) .

Diréis que qué tontería, y bueno, tenéis un poco de razón pero no del todo.¿Qué nos pasa para nunca estar bien con nuestra propia imagen? ¿Qué hace que queramos mostrar un reflejo alejado de la realidad? Porque eso es lo que hace toda esa genteque pone morritos y filtros en Instagram: deformar su imagen para parecer otro, más atractivo ¿mejor?

La belleza no nos hace mejores y ni siquiera es un mérito.

La belleza no nos hace mejores y ni siquiera es un mérito. Se hereda como la inteligencia o una desbordada capacidad de exagerar. Qué más te da que dentro de 70 años, tu nieta, mire una foto y diga ‘mira lo guapa era mi abuela’, si tú eras ‘feilla’ y en realidad lo que hiciste fue viajar, vivir, leer, reír, hablar, escribir, amar, comer, beber, creer, romper y crear a placer.

Por no decir que si tu nieta es lista elegirá siempre la opción A, qué digo lista, tu nieta es listísima, como espero que lo sean todas las mujeres que han de venir, más libres para salir mal en las fotos y ser, por supuesto, fabulosas.

Amaya Ascunce es directora digital de Harper's Bazaar.es y ELLE.es y autora de Cómo no ser una drama mamá (el blog y los libros). Twitter: @mama_drama e Instragram: @amayaascunce

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