Peliculón, lo que se dice peliculón, no es. Pero a quién carajo le importa. Tiene la misma dirección que un anuncio de tampones y un guión con menos ritmo que un cuadernillo Rubio. ¿Y? Los diálogos parecen escritos por Torrebruno y ni siquiera se salva la música, a nadie cuerdo le gusta Joe Cocker. ¿Yyyyyy? Has tenido casi 30 años para ver Nueve semanas y 1/2 (se estrenó en febrero de 1986), si aún no te has enamorado de ella, es que no tienes corazón. El amor por las cosas imperfectas es el más auténtico, el mejor. Y esta película sabe mucho de imperfección.

Kim Basinger y Mickey Rourke deberían ser razones suficientes para que quisieras verla todos los días, todo el rato. Ellos estaban en el esplendor de sus vidas cuando la rodaron y nunca volvieron a ser tan dolorosamente guapos. Esa belleza exagerada y narcotizante es lo que consigue, contra todo pronóstico, que aguantes la película hasta el final. Ellos consiguieron que la vieras entera en los 80 y por ellos aún mantienes ese impulso que te hace querer rebobinar la cinta hasta esa escena fría y húmeda de la que hablaremos un poco más abajo.

“Siempre que te veo, estás comprando pollo”. Cómo es posible que exista alguien en el globo terráqueo a quien no le fascine esa línea de guión, esas primeras palabras que le dice John a Elizabeth cuando se la encuentra en el Chelsea Market. Rourke es John, un yupi sexi, duro y forrado que para ligar con Elizabeth (Basinger) le suelta esa frase desubicada y sublime. Y se la suelta así y tú te quedas pasmada, por lo patafísico del momento y porque descubres que ese hombre, Mickey Rourke, era capaz de cualquier maravilla antes de que se le pusiera la cara tan graciosa que tiene ahora.

Hair, Head, Nose, Arm, Human body, Shoulder, Hand, Joint, Mammal, Barechested, pinterest
Mickey Y Kim, cuando hacen ’splosh’ ya no hay ’stop’.

Nueve semanas y 1/2 hace que te enamores de ellos y que olvides que esa Nueva York ya no existe más, que donde estaba el Chelsea Market ahora hay un edificio; que Kauffman & sons, donde él compra la fusta que nunca llega a usar y que ella sostiene en la manos durante el streeptease más famoso de la historia del cine, también fue demolida.

La película te engaña y tú olvidas que lo que estás viendo es la Nueva York antes del Starbucks (el primero abrió en 1994). Te engaña porque toda su estética es actual, salvo contados detalles incontrolables como los coches y la electrónica (siempre delatores de fechas).

Elizabeth lleva el pelo que tú quieres llevar ahora, en pleno otoño 2015. Swag, midi, lob, bob... Nosotras no nos ponemos de acuerdo con el nombre, cuando ella llevaba hace ya 30 años la media melena perfecta.

El corte de pelo, esa gabardina, esa falda. Lo que Bobbie Read, la diseñadora de vestuario, hizo con esta película fue algo muy parecido a la magia.

Nos obsesiona esa ropa, porque es la que hoy queremos y no encontramos. La chaqueta blanca de punto grueso, el jersey rojo, el vestido negro... Los salones con el talón perfecto.

Nos obsesionan hasta la parodia esas escenas de sexo, que son más broma que esperpento. Ninguna mujer, nunca, en toda la historia de la humanidad –probablemente- se haya masturbado jamás como lo hace Basinger en la famosa escena de las diapositivas. ¿Yyyyy? Qué necesidad tenía Andrian Lyne (el director, por cierto) de ser realista en el onanismo, si fue todo un earlyadopter con el splosh. Eso que hacen John y Elizabeth a los pies de la nevera, con tanta leche desparramada y tanta guinda confitada, ha adoptado ese loco nombre varias décadas después de que Mickey obligara a Kim a cerrar los ojos mientras cascaba un huevo.

Y el hielo, no nos olvidemos del hielo. Lyne es el culpable de que miles de mujeres nos hayamos quedado conlas ganas de saber hasta dónde llega el cubito. Hasta dónde mete John el hielo.

Es la escena más famosa de la peli después del mencionado estriptease. ¿Y qué siente una con el hielo dentro?¿Tarda mucho en derretirse?¿Tan poco, en serio?

Hair, Face, Nose, Lip, People, Hairstyle, Chin, Forehead, Eyebrow, Jaw, pinterest
’’Siempre que te veo, estás comprando pollo’’.

Nueve semanas y 1/2 es una película fascinante, a ratos aburrida, pero fascinante y aún hoy, tantos años después, te sigue guardando pequeñas sorpresas. Pasa justo al principio, cuando lleva pocos minutos empezada. Elizabeth está en una cena de amigos y de repente... Las que veis The Good Wife comprenderéis las dimensiones de ese momento. Las que no... ¿The Big Bang Theory? Pues la madre de Leonard.

Ahí tenemos a Christine Baranski, en Nueve Semanas y 1/2, joven y hasta un poco guapa.

Las historias de rodaje ya se han contado tantas veces, que probablemente sean falsas. Que si Lyne no quiso que los dos actores se conocieran antes de empezar a rodar; que si se ponía de acuerdo con Rourke para torturar a Basinger; que si a él le cantaba tanto el aliento a tabaco que la pobre Kim tenía que hacer de tripas corazón cada vez que tocaba un beso.

Qué más da, cuando en tu extraña obsesión descubres que la última palabra que dice Mickey en la película es:

-Cincuenta.