Estamos viviendo una (r)evolución en la que parece que las cosas están cambiando, muy poco a poco pero, al menos, lo hacen. A pesar de todo esto, las mujeres hemos sido programas para que compitamos nosotras y con nosotras mismas. Siempre debe haber alguien por encima de otra persona y un/a líder. ¿Te parece descabellado? Observa a tu alrededor y mira de forma detenida. ¿Cuántas broncas has tenido con amigas por competir por un chico? ¿Y por llevar la misma ropa? Bueno, dejando a un lado estas respuestas y estas reflexiones, es importante que tengas en mente el concepto de competitividad para este artículo ya que hablamos sobre las mujeres Alpha. Y, aunque no queremos creerlo, lo uno va ligado a lo otro.
Pero, ¿qué es una hembra Alpha?
En esencia, una mujer Alpha es una hembra fuerte, a veces hasta dominante (eso entiéndelo como quieras) que lleva las riendas de todo lo que hay a su alrededor. Es decir, la líder que lleva ese rol (y actúa acorde a él) se lo hayan otorgado o no. Esto, está claro, está explicado de una forma rápida, sencilla y, sobre todo, pop.
Entonces, ¿nace o se hace?
A esta complicada pregunta sí existe una respuesta. De hecho, de un tiempo a esta parte están surgiendo estudios especializados en todo esto asunto. Muchos de esos estudios/análisis llegan a la conclusión de que muchas hembras Alpha sí que nacen. ¿Cómo? Pues fíjate en todas esas chicas de buena familia (tampoco tenemos que visualizar a la rica heredera) que nacen atléticas, con una belleza normativa (hetero-normativa) que encanta a ellos y encandila a ellas. Este tipo de hembra Alpha sí que existe y sí que nace con las condiciones necesarias y aptas para ser una líder en todo lo que se proponga. (Si la vida, la familia y las condiciones emocionales y materiales son las adecuadas, claro, que la vida da muchas vueltas).
También es importante matizar y explicar que algunas hembras Alpha no nacen, sino que se hacen. Quizá son chicas normales que han ido observando y adoptando las actitudes y aptitudes de chicas más populares y/o exitosas para, después, copiarlas y, así, obtener el mismo resultado (en mayor o en menor medida).
Es muy importante matizar que, estos dos casos, hablan y se refieren a la etapa que más nos (con)forma y esa es, la adolescencia. En el instituto, la chica popular parece que es la que se va a comer el mundo y va a dirigirlo y, la pringada (hablando de una forma simplista), siempre se va a quedar en ese status o esa actitud ante la vida.
¿Por qué gusta tanto la mujer Alpha?
Bueno, en realidad, las mujeres Alpha no gustan. Son admiradas, respetadas (quizá más temidas) pero nunca gustan ni transmiten sensación de estabilidad, amabilidad o confianza. Mitch Prinstein, psicólogo de la Universidad de North Carolina, ha escrito el libro Popular: The Power of Likability in a Status-Obsessed World. En este interesante trabajo (publicado a comienzos de este año) reflexiona sobre cómo buscamos una y otra vez y por qué existe la necesidad de encajar, agradar a todo el mundo y, sobre todo, no vivir más allá de esas cuatro paredes invisibles que nos marca la sociedad. Bueno, el caso. Las mujeres Alpha no gustan. Quizá por falta de personalidad o quizá por falta de carácter, en un grupo de personas siempre hay una Alpha que lidere (o crea que lo hace). Ya no solo a nivel personal, también en lo laboral o en cualquier sector, siempre hay alguien que destaca más. Pero, ¿esa persona destaca de forma natural o forzada?
Muchos estudios, series, películas, hablan sobre cómo los cool kids del instituto lo son después. ¿Por qué? Porque, como han crecido con unos patrones de conducta que le sirvieron durante su adolescencia, de adultos, creen que les van a servir de la misma manera. Quizá, por eso, en su edad adulta, esas jerarquías y patrones invisibles no les hayan dado tantos frutos. ¿Cuánta gente es realmente Alpha a lo largo del tiempo?
Es muy interesante reflexionar sobre todo esto porque ¿de verdad compensa ser una mujer Alpha? En una sociedad donde el feminismo está abriendo caminos (o eso parece) ¿no deberíamos ser todas Alphas? ¿no es decadente ese concepto? ¿no somos todas iguales? ¿no valemos toda lo mismo? ¿no son todas las opiniones válidas y dignas a tener en cuenta?
