La respuesta al titular parece obvia, pero no lo es. Que alguien machista llame feas a las feministas, ocurre todos los días. Digamos que son gajes del oficio: basta con echar un vistazo a cualquier artículo o foro de internet para comprobar que nunca falta el que insulta y lo da por sentado. En su desvarío, están convencidos de que el feminismo es incompatible con la belleza física. Pero a veces un mensaje parecido se cuela en el discurso feminista. Suele lanzarse de forma más sutil, travestido de honestidad: muchas entramos en el feminismo cuando empieza a decaer nuestro atractivo físico o poder sexual. Si estás cañón, olvídate de la lucha por la igualdad de géneros.

Ese mensaje se suele lanzar, como he dicho, disfrazado de honestidad brutal. Como si eso lo hiciera verdad, porque vivimos sedientos de cualquier cosa que suene a vómito emocional. Y decir que cuando eras joven y bonita eras tonta y ciega puede ser la provocación perfecta. Cuanto más disruptivo, más se oirá tu grito.

Si hay algo peor que decir que todas las feministas son feas, es precisamente eso, creer que sólo entramos en el feminismo cuando dejamos de sentirnos deseables. La belleza no ciega, la belleza no impide. El mismo hecho de ser mujer es lo que nos pone en duda, lo que nos obliga a justificar nuestro físico, nuestra sexualidad. A los hombres no se les categoriza por su atractivo; son lo que son independientemente de sean guapos, feos o del montón. Nunca he visto que se les eche en cara su belleza, mientras la mujer tiene que defenderse por ser demasiado guapa o demasiado fea o vieja o gorda.

Clothing, Dress, White, Fashion model, Gown, Shoulder, Carpet, Fashion, Haute couture, Red carpet, pinterest
Emma Watson, guapa y feminista. | Getty Images

Cuando criticamos a una actriz feminista por posar demasiado sexy (dan igual su activismo y sus logros), la reducimos a un trozo de carne bonita incapaz de elegir por sí misma. Olvidamos que las guapas tienen el derecho a ponerse la minifalda todo lo corta que quieran, exactamente igual que tú y que yo. La fealdad no puede ser obligatoria en el feminismo; ni la belleza femenina, algo de lo que desconfiar.

Nadie se lleva las manos a la cabeza por que Superman o Batman estén buenos. Pero es un problema que Wonder Woman sea guapísima. El último en sumarse a la fila de las feas ha sido James Cameron que, en esta entrevista a The Guardian, ha criticado así la película:

“Todas las palmaditas en la espalda que Hollywood se ha estado dando por Wonder Woman están muy equivocadas. Es un icono cosificado, ¡sólo es el Hollywood masculino haciendo lo de siempre! No estoy diciendo que no me haya gustado la película, pero para mí es un paso atrás. Sarah Connor no era un icono de belleza. Era fuerte, estaba preocupada, era una madre increíble y se ganó el respeto de los espectadores a través de coraje puro y duro. Para mí las ventajas de personajes como Sarah son muy obvias ¡La mitad de la audiencia es femenina!”.

xView full post on X

Patti Jenkins, directora de Wonder Woman, respondió rápida y vía Twitter al desubicado de Cameron. Sus poderosas palabras bastan para callar a los que, como el director de Terminator, aún siguen esperando que las mujeres nos disculpemos por nuestros cuerpos:

“Su incapacidad para entender qué es Wonder Woman o qué defiende para las mujeres alrededor del mundo era de esperar porque, a pesar de que es un director de cine genial, no es una mujer. Las mujeres fuertes son excelentes. Agradecí mucho su alabanza de mi película Monster y de nuestro retrato de una mujer herida. Pero si las mujeres tienen que ser siempre difíciles, duras y estar preocupadas para ser fuertes y no somos libres para ser multidimensionales o celebrar un icono de mujer en todo el mundo sólo porque es atractiva y adorable, no hemos llegado demasiado lejos. Creo que las mujeres pueden y deben ser todo, al igual que los personajes protagonistas masculinos. No hay buena o mala categoría de mujer poderosa. Y la enorme audiencia femenina, que ha hecho que la película se haya convertido en el éxito que es, puede elegir y juzgar sus propios iconos de progreso”.