A Lita Cabellut su madre, una prostituta gitana de Barcelona, la abandonó cuando sólo tenía tres meses. La dejó con su abuela, que no la dejaba ir al colegio, y pasó los primeros ocho años de su vida pidiendo limosna por las calles y plazas de la ciudad condal. Cuando la anciana murió, acabó en un orfanato, hasta que a los 13 fue adoptada por una familia adinerada de Cataluña. Ese golpe de suerte le cambió la vida.

Del lumpen barcelonés, pasó a poder ir a la escuela y a visitar museos junto a sus nuevos padres. Hoy Lita es la artista española más cotizada del mundo, algunas de sus obras se venden por más de 100.000 dólares. Nadie puede poner en duda su talento innato y colosal. Tampoco nadie puede saber si lo habría desarrollado igual si hubiera seguido con aquella vida callejera y decadente que refleja en sus cuadros, aunque eso se intuya harto complicado. Pero gracias a que su suerte cambió el día en que fue adoptada, aquella niña salió de la calle, pudo aprender a leer y a escribir y descubrió en El Prado su extraordinaria vocación artística. La suerte, es evidente, jugó un papel trascendental en la vida de Lita Cabellut.

La historia de la vida de esta pintora y escultora española bien podría ocupar algunas páginas de Success And Luck. Good fortune and the Myth of Meritocracy (Éxito y suerte. La buena fortuna y el mito de la meritocracia), el libro en que el profesor de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), Robert Frank, analiza la importancia de la suerte en la vida de las personas que logran alcanzar el éxito. Según sostiene Frank, es casi una obligación reconocer la enorme importancia que el factor suerte juega en la mayoría de carreras exitosas y, además, no reconocerlo favorece a las desigualdades sociales. A través de estudios y ejemplos de vida, Frank derriba el mito de 'self-made', del hombre hecho a sí mismo. La mayoría de ellos, sostiene, es reticente a reconocer que sin un golpe de fortuna no habrían podido alcanzar el éxito. Y eso es un error, no sólo para ellos mismos, sino también para la sociedad.

El propio Frank cuenta que el mismo hecho de que él esté vivo se debe a haber tenido suerte un día. En 2007 sufrió un paro cardiaco mientras jugaba un partido de tenis, en un lugar que estaba lejos, a 10 kilómetros, de cualquier ambulancia. Sin embargo, aquel día había dos muy cerca de donde él se encontraba, porque estaban atendiendo varios accidentes. Gracias a eso, se salvó. El médico le aseguró que en casos como el suyo sólo sobrevive una de cada 10 personas.

Frank reconoce sin problemas que gracias a la suerte salvó su vida, pero señala el conflicto que supone hacerlo para un triunfador. La mayoría de ellos prefiere creer que todos sus logros son sólo gracias a sí mismos. “Admitir el peso de la suerte no significa que no haya esfuerzo y talento detrás de un éxito. Y esto importa porque los que se consideran personas hechas a sí mismas sin ayuda tienden a ser menos generosos y tener menos consideración por lo público”, sostiene en el profesor.

En su libro expone y analiza distintos casos de éxito indiscutible en los que la fortuna fue fundamental. Uno de esos ejemplos es el del actor Bryan Cranston, que consiguió el papel en la serie Breaking Bad gracias a que antes otros dos actores, en aquel momento mucho más famosos que él, rechazaron interpretar al personaje. Si John Cusack o Mathew Broderick hubieran aceptado ser Walter White, Cranston seguiría siendo el gran actor que es, pero probablemente no habría alcanzado el nivel de éxito que logró con la famosa serie de televisión.

Cuesta reconocer el papel de la suerte, dice, sobre todo porque la mayoría de las personas que se han hecho a sí mismas hasta alcanzar un éxito verdaderamente grande le han dedicado muchísimo esfuerzo. Muy pocos de esos súper triunfadores lo han logrado sólo por suerte, en casi todos hay también un gran talento y muchas horas de trabajo. Pero, indica Frank, los hay que no reniegan de ese factor azaroso, como el escritor Michael Lewis, autor del bestseller El póker del mentiroso. El propio Lewis contó cómo logró el empleo en el banco de Wall Street donde aprendió todas las artimañas financieras sólo porque durante una cena le sentaron al lado de la esposa de uno de los máximos directivos de la entidad. Gracias a esos años trabajando en el banco, pudo escribir el libro en el que destripaba todos los tejemanejes de Wall Street y que tan famoso le hizo en Estados Unidos. Si aquella noche no se hubiera sentado junto a esa mujer, su vida habría sido otra.

Para Frank, es necesario reconocerlo: "Si más personas dijeran cosas así sería mejor, sería mejor incluso para ellos, porque está demostrado que la gente prefiere a los humildes".

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Kate Beckinsale y John Cusack en la película Serendipity.

La suerte está ahí, aunque con mucha gente sea demasiado esquiva. Para aquellos que se sientan desamparados por la fortuna, impermeables a ella, quizá puedan ser útiles estas palabras de Rebecca Webber, quien sostiene que podemos crear nuestra propia suerte, hacer que las circunstancias se vuelvan a favor nuestro:

1- Créete afortunado. Para explicarlo, recurre a varios estudios sobre el asunto, entre ellos los de Richard Wiseman (Universidad de Hertfordshire), que analiza las expectativas de las personas sobre su propia suerte. Según Wiseman, la gente que se considera afortunada suele ser más extravertida se presta más a encuentros casuales y es más sociable. Según el experto, estas personas son más abiertas y sufren menos depresión y ansiedad.

2- Relájate. Las personas que viven la vida de una forma relajada, tienen más suerte. Sobre todo, porque se marcan objetivos a corto plazo y no se obsesionan por minucias, ni se convierten en unos insatisfechos crónicos ni aspiran a grandes éxitos. Tampoco hay que ser conformistas, sólo hay que abrir la mente y no perderse por las carreteras secundarias de la vida.

3- No te obsesiones. Si sólo te centras en una cosa, te pierdes el resto, todo lo que pasa a tu alrededor. Hay que ser receptivo para lo inesperado, es justo ahí donde te puede abrazar la suerte. Precisamente, el citado Wiseman hizo el experimento de dar a un grupo de personas un periódico para que contaran el número de fotografías. En la segunda página había puesto un anuncio: “Deja de contar. Hay 43 fotos en el periódico”. Unos lo vieron, pero otros no y perdieron el tiempo contando. Conclusión: No te obsesiones con la tarea porque, si abres tu mente, te darás cuenta de que la vida te ofrece atajos que pueden estar muy bien.

4- Aprovecha las oportunidades. Muchos no lo lo hacen, por inseguridad y por ansiedad. A veces la suerte viene porque arriesgas. Y el riesgo siempre es incómodo, pero hay que superarlo.

5- Insiste. Hay oportunidades que se te escaparán, pero otras no. Todo es cuestión de no tirar la toalla.