72 horas en Austin, una ciudad vibrante que rompe tópicos
Es la capital de Texas pero poco o nada hay en ella que se aproxime a lo que uno espera encontrar en este gran rincón del sur de Estados Unidos. Musical, moderna y ecléctica, enamora a todo el que la visita.
Situada en el centro de Texas y dividida en dos por el río Colorado (no confundir con el famoso río fronterizo), Austin se mantiene fiel a su estatus de ciudad vibrante y moderna. Todo allí tiene melodía, un compás que la aleja de los tópicos que el imaginario colectivo espera encontrar en la capital de uno de los Estados más icónicos de Norteamérica. Ni coches con cuernos, ni sombreros de cowboy... y mucho menos botas de vaquero para ir a la oficina.
Al contrario: estampados imposibles, barberías hipster, las mayores tiendas de vinilos, lo último en todos los estilos musicales, moda alternativa y coctelería con inspiración mexicana llenan la ciudad. Diferentes avenidas luchan entre sí por ser la que más locales de moda reúna. Al mismo tiempo, los bares y restaurantes de toda la ciudad contratan música en vivo para prácticamente todas las noches (Austin es la ciudad estadounidense con más conciertos en vivo, si no de todo el planeta) y las ganas de fiesta no las calma ni el intenso calor texano (cómo será que incluso celebran el Orgullo Gay en pleno agosto).
Tres días en Austin es una visita más que suficiente para conocer bien una de las ciudades de medio tamaño más interesantes de Estados Unidos. No faltarán anécdotas ni, mucho menos, ganas de volver.
Día 1
Como buena ciudad estadounidense, Austin se expande, y mucho, por todos lados, por lo que abarcarla en un primer momento se puede antojar complicado. Para evitar sentirnos perdidos, nada mejor que comenzar la visita acercándonos a la esquina de la calle 4ª con Red River, en el Downtown, que es donde se encuentra el local de Visit Austin. Además de ofrecernos todo el material que necesitemos (planos, descuentos, excursiones...), ofrecen la opción de echar un primer vistazo rápido a Austin y a sus alrededores en una mini excursión de 90 minutos. Es perfecta para ir recopilando ideas.
Después, primera parada: el Capitolio. Solo andar la avenida del mismo nombre ya impresiona, pues nos espera al fondo un gigantesco edificio de cúpula imponente. Es de los más grandes de Estados Unidos y llama la atención la continua referencia a las seis banderas de la historia texana (la de la Corona de Castilla, la de la Corona francesa, la de México, la de la República de Texas independiente, la Confederada y la de EEUU). Su interior es lujoso, con entrada libre a las dos cámaras legislativas allí presentes, así como a varias cortes de justicia. Sus jardines, además, están llenos de monumentos.
Una cosa es que Austin sea una ciudad alternativa y otra que no esté en Texas. Sí que hay cosas puramente texanas, por ejemplo la comida. Un primer almuerzo con un buen filete es más que obligado. Sullivan's Steakhouse es de los restaurantes preferidos por los jóvenes de la ciudad y con buen precio (esquina de la 3ª con Colorado). Además, se acompaña la carne de diferentes platos como la ensalada de patata, la de col, verduras al vapor, ensalada fresca... y todo tipo de cervezas de la región.
Tras la comida, especialmente si hace calor, nada como acercarse, a no demasiada distancia del Capitolio, al Museo de Historia de Texas. La gigantesca Estrella Solitaria de la entrada se ve a bastante distancia y, en su interior, además, nos esperan exposiciones temporales sobre música, un cine IMAX y diferentes espacios en los que disfrutar (y huir del calor si vamos en verano).
La primera noche en Austin es obligado visitar la calle 6ª, que es la más famosa y turística en lo que a bares y conciertos se refiere. Allí cada uno de los locales tiene su propia historia, con una decoración llamativa y ecléctica que pugna por sobresalir con respecto al resto. Midnight Cowboy, Blind Pig Pub, Maggie Mae's, Dirty Dog... son muchos los locales a elegir. En la misma calle podremos cenar, bien una hamburguesa o algo más exótico como unos riquísimos noodles en Daruma Ramen.
Día 2
Una estatua de Willie Nelson marca el comienzo del segundo día. Es el punto de encuentro para visitar el Austin City Limits Live, uno de los espacios de teatro y conciertos más importantes de la ciudad, sede del programa de televisión que catapultó hace décadas a Austin como capital de la música en vivo de Estados Unidos. A un paso están Austin Rocks y Toy Joy, dos tiendas llenas de curiosidades musicales y juguetes, respectivamente, que no dejan indiferente (ambas en la avenida 2ª).
Tras la visita, podemos caminar o coger el bus y recorrernos el sur de la Congress Avenue, cruzando el río. Nuestro destino es Allen's Boots, una de las tiendas más grandes de Texas en lo que a botas y sombreros vaqueros se refiere. El olor a cuero se distingue antes de entrar y ver las estanterías, casi infinitas, de botas llama muchísimo la atención.
Casi al frente está Amy's, la heladería artesana más famosa de Austin. Aunque, antes del helado, nada como elegir uno de los muchos restaurantes o puestos ambulantes de comida para almorzar. La capital de Texas es famosa por su gran número de food trucks, siendo estos además de comidas de todo tipo e internacionales, desde hindú a francesa. Muchos de los restaurantes afamados en la ciudad fueron en su día puestos ambulantes (como Gourdough's, famoso por sus hamburguesas con pan de donut).
Si no queremos andar demasiado o pasar la tarde tranquilos en un lugar fresco, una buena idea es dirigirnos al hotel The Driskill. Levantado en 1886, es el gran hotel de lujo de la ciudad, un edificio histórico donde la alta sociedad texana disfrutó de fiestas increíbles y en donde se hacían negocios, se celebraban bodas... y se hablaba por teléfono. Fue allí donde se instaló el primer teléfono de Texas y nadie se lo quiso perder.
Hoy The Driskill es, además de hotel, un lugar maravillosamente conservado que por sí mismo merece una visita. Su cafetería es perfecta para una merienda tranquila o un cappuccino reposado. Pasear por su bar, con motivos típicos del Oeste americano, es también toda una delicia. Si queremos seguir ambientándonos en el mundo de los cowboys y nos apetece descubrir un auténtico pabellón de tiro texano, podemos dirigirnos (mejor en Lyft o Uber que en autobús) a Red's Indoor Range (6200 US Hwy 290 West). A partir de 15 $/persona se puede hacer diana durante una hora (se elige entre 70 tipos diferentes de armas, a 10 $ el alquiler del arma, balas aparte).
Llegada la noche, para seguir descubriendo los diferentes estilos musicales, una gran idea es cenar en Swift's Attic. Presume de tener las mejores hamburguesas de autor de la ciudad y están riquísimas. Se encuentra en la primera planta de un edificio en la Congress Avenue (entre la 3ª y la 4ª) cuya planta baja la ocupa un club de jazz, por lo que sin apenas movernos tendremos el plan para después de la cena listo: la mejor música y un buen cóctel.
Día 3.
Si queremos aprovechar el último día para hacer compras, la calle 2ª es el destino a elegir, pues es donde se concentran las mejores tiendas y está considerado el distrito de la moda en la ciudad. Otro plan perfecto es marcharnos al este y visitar la Legación Francesa, testigo del pasado francés de Austin, así como el Cementerio Estatal de Texas, que es un cementerio histórico lleno de banderas y tumbas únicas, donde además están enterradas muchísimas personalidades. Es, más que un cementerio, un parque histórico.
Austin es famosa por sus barbacoas texanas. Lo habitual es pedir varios tipos de carne (bien de las partes de la ternera o añadiendo cerdo y pollo) y diferentes acompañamientos, para comerlo todo junto en la mesa (se paga al peso). Muchas están en las calles que circundan el parque Zilker (por ejemplo, Terry Black's), todo un lugar en el que pasear e incluso darse un chapuzón. También las hay en el centro, aunque son menos y algo más elevadas de precio, como el Boiler Nine.
Los amantes de la historia reciente de EEUU tienen una cita en la Biblioteca y Museo Presidencial de Lyndon B. Johnson, en un edificio muy curioso que incluye, además de todo tipo de documentos de la presidencia del mismo, una réplica del despacho Oval a escala, tal cual era en los 60, cuando LBJ fue presidente (tras el asesinato de Kennedy). Solo en la tienda del museo ya hay mil curiosidades sobre presidentes, primeras damas e incluso mascotas de la Casa Blanca.
Y si lo que queremos es comprar música, donde tenemos que ir es a Waterloo Records (600 N Lamar Bvd.). Es una institución entre los melómanos y coleccionistas, con cientos de metros cuadrados de estanterías y muebles repletos de discos, vinilos, cintas, juegos de mesa, posters... No hay prácticamente nada del universo musical estadounidense que no esté a la venta allí.
Se acerca el atardecer. Hay que ir a ver miles de murciélagos saliendo de su hogar, bajo el puente de la Congress Ave. sobre el río Colorado, prácticamente a la vez. Es uno de los espectáculos de la naturaleza más impactantes y se ven a diario (excepto en invierno) en pleno centro, desde uno de los parques o desde el propio puente, pero también en pequeños barcos turísticos o en káyak.
No tendremos mucha hambre tras la barbacoa, por lo que una cena perfecta es en Frank, en el Downtown, que ofrece todo tipo de perritos calientes de autor. Y, además, estaremos al lado de los clubes de la 4ª y la 2ª, que no se quedan atrás en lo que a música en vivo y coctelería. Especialmente los de esta última avenida, que son algo más elegantes y modernos, con menos toque turístico. Cualquiera es una buena opción y, en verano, las terrazas están siempre llenas. Será la mejor forma de despedirse de Austin, con un brindis hasta la siguiente ocasión.
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