Te has tirado nueve esperando el gran momento. Durante todo el embarazo has imaginado la película romántica que empezaría con el nacimiento de tu bebé. Un peliculón dulce y celestial. Y no, cuando llega el momento de parir, lo primero que descubres es el animal que llevas dentro. Si hay una palabra que describe ese momento, esa es "bestialidad". Olvida lo que sentiste haciendo rafting y parapente. Olvida los efectos de las drogas de juventud. Todo eso es entretenimiento de párvulos comparado con el subidón que te da sacar un ser humano por tu vagina.

Y si ha sido por cesárea, igual. Sea como sea, que un bebé salga de ti es siempre emocionante. Y acoj*nante. Fíjate muy bien en ese pinchazo de miedo que sientes durante el parto, porque no conseguirás librarte nunca más de él. Bienvenida a la maternidad (y paternidad, este artículo también se puede aplicar a los padres).

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Después del parto, te topas con todas estas sorpresas:

-Momento zen
Todo te da igual. De repente, con tu bebé en tus brazos, todo te la trae al pairo. El mundo te la sopla, podría dejar de girar y tú ni te inmutarías. Has alcanzado el más absoluto estado zen, prácticamente levitas de puro embelesamiento. La gente viene y te habla de lo caro que está el salmón, del mal rollo en el trabajo y del infierno del tráfico. Y te da igual, ni te inmutas. Tú has tenido el superpoder de crear un bebé enterito, qué tonterías te están contando. Chuminadas.

-La barriga se queda
A ver, todo te da igual, pero... esa barriga no baja. Pasan los días y ahí sigue, tan grande como uno de cinco meses de embarazo. Y la criatura ya está fuera. Algo no te cuadra, pero bah, dejadme babear tranquila con mi bebé perfecto.

-El secreto

Tardarás un año en volver a ser "tú misma". Las que consiguen "volver a su yo" antes, suelen hacerlo gracias a sufrir una dieta. Si dejas que la naturaleza siga su curso y no te pones tibia a donetes, puedes tardar unos 12 meses en volver a reconocer a tu cuerpo (Advertencia: esta es una afirmación sin base científica, una generalización fruto de la experimentación y de preguntar a todas, absolutamente todas, las madres que ha conocido la autora de estas líneas).

-En el trasero
Te ha salido una hamburguesa de angus texano. Y no sabes cómo ha podido ocurrir algo así, pero tu ano da mucho miedo. Tranquila, son las hemorroides, que suelen aparecer durante y después del parto.

-La central lechera
Si quieres dar de mamar prepárate para que el tamaño de tus pechos alcance las dimensiones de dos obuses. Es algo muy impactante y espectacular. Da igual si eres de poco pecho, eso crecerá una barbaridad.

-No duermes
Esto es una obviedad, pero es la pura realidad. Oirás a menudo aquello de "duerme cuando el bebé duerma". ¿Cómo se supone que se hace eso? ¿Cómo? ¿Por qué todo el mundo te da el mismo consejo y nadie en la historia de la Humanidad ha podido dormir y descansar mientras "el bebé duerme"? Es que es imposible.

-Adiós sexo
Si te has pasado el embarazo más salida que una mona, prepárate para la gran decepción con lo que viene después. Meses de sequía. Pero no tires la toalla, llegará un día, allá por el sexto mes, que no habrá quien te pare. Puede que te pase al revés, que te hayas tirado el embarazo en el dique seco y una vez nacido el crío te hayas venido muy arriba. Entonces sólo te puedo decir una cosa: ENHORABUENA. Disfrútalo.

-El agotamiento era esto
Nadie sabe lo que es el verdadero cansancio hasta que no tiene hijos. Picar en la mina es como jugar a los Legos, minucias. Mírate en el espejo y verás una persona derrotada. Eres un desastre de pura extenuación. Quieres llorar y probablemente lo hagas a menudo. No pasa nada, las lágrimas no ahogan y no hay cansancio que no lo arregle una buena siesta o un buen paseo. Deja al monstruito de tu bebé con su padre (con el abuelo o con cualquier persona de confianza) y tírate tranquila a dormir o abandona tu hogar una hora para dar una caminata relajante. No te preocupes, tu hijo no morirá de hambre, ni de pena, por estar 60 minutos lejos de su madre.

Y tú volverás descansada y, lo que es mejor, echándolo de menos.

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