Con tal de no nombrarla, muchas recurren a eufemismos tan ridículos y gratuitos como "mi prima la de Cuenca" o "el tomate". La menstruación es el penúltimo tabú femenino, un proceso natural que suele ocultarse entre montones de tópicos y lugares comunes. En este último par de años, junto al resurgimiento del empoderamiento de la mujer, el periodo ha encontrado su espacio entre la actualidad, las redes sociales, el arte y hasta en la política.

Entre las activistas en la causa de romper el estigma de la menstruación se encuentran feministas como Kiran Gandhi, que corrió la maratón de Londres sin usar tampones ni compresas, con la sangre chorreando libre entre sus piernas. Su objetivo era concienciar de la falta de acceso de muchas mujeres en otras partes del mundo a este tipo de productos y reivindicar la normalidad del periodo para que deje de llevarse en secreto. "Corrí con la sangre goteando por mis piernas por las hermanas que no tienen acceso a tampones y por aquellas que, a pesar de los calambres y el dolor, fingen que no existe", explica en su blog.Antes de ella, en 1996, la atleta olímpica Uta Pippig terminó la maratón de Boston de la misma forma.

— Kiran Gandhi (@MadameGandhi) 21 de julio de 2015

Rupi Kaur, una artista y poetisa paquistaní residente Canadá, comparte el mismo objetivo que Gandhi en su activismo por conseguir liberar a la mujer de ese sentimiento de culpa y vergüenza hacia su propia menstruación. Su autorretrato tumbada en la cama, con los pantalones y el colchón manchados de sangre, se hizo viral después de que Instagram lo eliminara de su perfil. La red social reculó al día siguiente y pidió perdón por su error, pero el mensaje ya había calado. La imagen censurada formaba parte de una serie titulada Period, que Kaur había hecho junto a su hermana para mostrar precisamente eso, el estigma que aún arrastra la regla.

Mientras ellas se quitan los tampones para reivindicar al normalización del periodo, un hombre, el indio Arunachalam Muruganantham, ha conseguido no sólo romper ese velo de mutismo en torno a la menstruación, sino que miles de mujeres pobres de su país puedan acceder a una compresa. El documental Menstrual Man, de Amit Virmani, cuenta cómo Muruganantham se obsesionó con inventar un tipo de compresa barata que facilitara la vida a su mujer, después de ver cómo ésta se desesperaba con su sangrado durante los días de regla.

El resultado es de una delicadeza extraordinaria, con un marido investigando sobre el terreno, llevando él mismo las compresas que diseñaba con los pocos recursos que tenía a mano, hasta conseguir una que a día de hoy se fabrica de forma masiva y se distribuye entre miles de mujeres pobres que hasta ese momento nunca habían tenido acceso a una.

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La reivindicación llegó hasta la política, después de que la CUP de Manresa propusiera al ayuntamiento fomentar la educación sobre la menstruación e instruir a las adolescentes de 2º y 4º de la ESO en métodos alternativos a las compresas y los tampones tradicionales, como las copas menstruales, las compresas de tela y las esponjas marinas.

Tras el revuelo, muchas descubrieron como gran novedad las esponjas marinas. Mientras que las copas menstruales gozan desde hace unos años de cierta popularidad en nuestro país, este nuevo uso para las esponjas apenas se conocía. Con esto, se extendió como una solución ecológica en sustitución de las compresas y los tampones, tanto en su variedad de naturales como sintéticas.

El sangrado libre va incluso más allá. Según explica Sofía Nikander en su blog Danza de mujer, se trata de menstruar sin usar ningún tipo de artilugio que retenga la sangre. Después de usar cinco años una copa menstrual, Nikander decidió probar con este método que se apoya en la capacidad de la mujer para sentir "su cuerpo y su útero": "Sienten la necesidad de evacuar la sangre cuando está lleno y simplemente van al baño (o donde prefieran) para dejar salir la sangre".

"El cuello del útero nos avisa cuando el útero necesita evacuar. Cuando sentimos las ganas no se va a producir la descarga directamente, si no que se da el aviso para que puedas buscar un lugar adecuado e, igual que el pipí, lo puedes 'aguantar'", explica Nikander, que asegura que se trata de una "experiencia de libertad, de amar tu cuerpo, de sentirte. De ser Mujer".