A Sara Roebuck la intentaron violar hace año y medio mientras estaba de intercambio en París. La joven estadounidense pasaba una noche en un club cuando un hombre la encerró en una habitación, la golpeó contra la pared e intentó desnudarla y violarla. Un año después, Roebuck le ha escrito una carta abierta a su agresor, que leyó durante el juicio: "Te escribo en esta fría tarde de diciembre (...) porque es la primera vez que me siento lo suficientemente fuerte para ponerlo por escrito”.

Roebuck se pudo librar sólo porque tenía la regla: "Cuando te diste cuenta de que tenía el periodo y que, de hecho, llevaba un tampón dentro, después de las múltiples ocasiones que metiste tus sucias manos dentro de mi cuerpo, tú decidiste parar".

En la misiva, que se puede leer íntegra aquí bajo el título Carta al hombre que intentó violarme, la joven explica las razones para contarlo por escrito: para sentirse libre y ayudar a otras mujeres que hayan pasado por lo mismo, para romper el silencio.

"Estoy cansada. Estoy agotada de historias como esta. Quiero que la gente comprenda cómo y por qué aún seguimos luchando como sociedad contra la realidad venenosa y violenta de la violación, la gravedad del asalto sexual, la complejidad de la misoginia y el peso del patriarcado, que continúa reduciendo al mínimo el papel del violador y culpa a las mujeres cuyo cuerpo fue secuestrado", continúa la carta, que en pocos días se ha hecho viral y ha sido definida en algunos medios como 'Manifiesto contra la violación'.

"Quiero que los hombres lean esto y se sientan tan enfermos como las mujeres que hemos tenido que pasar por eso. Quiero que las cosas cambien. Insisto en que las cosas cambien", escribe rotunda Roebuck en su texto, en el que explica por qué decidió hablar en el juicio, aunque ella no estaba obligada a estar allí: " Me puse de pie con cada onza de fuerza dentro de mí, alimentada por una furia ciega, furiosa contra tus mentiras, contra la ausencia de reconocimiento de lo que me hiciste, furiosa contra el hecho de que pensaras que podías tomar lo que no estaba allí para ti".

"En ese momento (durante el juicio), me levanté y hablé por cada mujer en el mundo que ha sufrido a manos de hombres como tú. Me puse de pie por cada mujer que camina hacia su casa con las llaves entrelazadas entre sus dedos. Me puse de pie por cada mujer que ha cambiado de vagón de tren por culpa de la mirada insistente de un hombre. Me puse de pie por cada mujer a la que sus padres insisten en que mande un mensaje después de una noche de fiesta, incluso con 24 años, porque se preocupan por la seguridad de sus hijas. Me puse de pie por cada mujer que ha sentido su sexualidad expuesta cuando camina delante de un grupo de hombres (...) Me levanté por cada mujer a la que han llamado puta, zorra o perra por rechazar las proposiciones no deseadas. Yo represento a cada mujer que se ha sentido inútil, usada y juzgada por tener relaciones sexuales cuando, en el caso de los hombres, ellos se han sentido empoderados, libres y fortalecidos por hacer exactamente lo mismo . Me puse de pie por cada mujer que se ha sentido furiosa cuando le han dicho que el sexismo descarado era una broma y 'debes aprender a relajarte y a reírte un poco'. Me puse de pie por cada mujer que fue doblemente cuestionada ante un abuso por parecer 'demasiado zorra' e ir 'pidiéndolo'", sostiene en su poderosa carta.

"Has intentado abusar de mi, socavar mi sexualidad, encerrarme en un caja como a un animal, pero no podrás socavar mi inteligencia, mi integridad o mi fuerza para gritarte en un idioma que no es el mío (...), por tus mentiras débiles y patéticas que cuentan cosas que simplemente no sucedieron. Me importa una mierda", continúa la devastadora carta de la joven, que también deja sitio para el optimismo: "Veo un futuro brillante, y ahora estoy en un momento en el que me siento feliz y orgullosa de mí misma, pero sé que para muchas mujeres que han sido agredidas sexualmente o han sobrevivido a una violación, el viaje es largo, oscuro, frío y sofocante".

"Yo represento a todas las mujeres que han sido acosadas, agredidas, violadas, grabadas, fotografiadas, perseguidas, tocadas sin su consentimiento, que han sufrido insultos, obscenidades, gestos repugnantes o, peor aún, que han sufrido a una sociedad que permite este tipo de comportamientos (...) Me dirijo a todas esas mujeres porque yo soy todas y cada una de ellas. Porque esto es lo que les sucede a todas las mujeres que usted, estimado lector, conoce y ama. Quiero que la gente abra los ojos", reivindica Roebuck.

"Pero créeme. Esto no es el fin. No. Esto no te define. Esto no te delinea. Esto no hace nada más que recordarte que sobreviviste a eso. Mereces saber que eres querida, hermosa y que mereces cada gramo de felicidad en tu vida. Mereces saber que eres fuerte. Increíblemente fuerte. Que puedes y podrás lograr cosas que parecen imposibles, aunque a veces no seas capaz de dormir, mires por la ventana y fumes a todas horas", continúa en su extensa carta, como mensaje directo de esperanza para las que, como ellas, han sido víctimas de agresiones sexuales:

"Eres una leona. No tienes miedo. Eres imparable. Eres increíble y lograrás grandes cosas. Eres hermosa y quiero trasladarte amor, porque te mereces eso y mucho más. Vas a sobrevivir. Volverás andando a casa de noche, como lo hago yo todos los días, con la cabeza alta, sin miedo a nada, sin miedo a nadie (...) Tendrás toda una vida por delante de relaciones preciosas, íntimas y amorosas. Harás el amor, gozarás y apreciarás tu sexualidad y conectarás con alguien que cuide bien de ti y que te llenará de amor".

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