Dicen que tu vida cambia con el nacimiento de tu hijo, cuando te mira después de haber salido de ti. Mentira. El parto no es ese momento que hace crujir los cimientos de tu existencia. Cualquier madre (y padre) sabe que eso ocurre varios días después: cuando te dan de alta y sales del hospital. No hay desamparo comparable a ese. El susto es gordo. Esos desalmados te echan de la clínica, de esa zona de confort, y te mandan a tu casa, sin más, a ese territorio hostil.

La secuencia de pensamientos es aproximadamente esta: ¿Ya?¿Tan pronto?¿Nadie se da cuenta de que deberíamos seguir ingresados por lo menos hasta que el bebé pase al instituto? Madre mía, solos en casa, nos lo vamos a cargar.

Y el niño en su Maxicosi, camino a casa. Como un bebé alienígena, con un cartel en la cara que advierte: "Inocentes. No estábais preparados para esto. Os váis a c*gar".

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Ahí, ese día, en la puerta de SALIDA de ese hospital, es cuando empieza todo. Hace más de diez años de la primera vez que yo salí por ella y aún no me he repuesto del soponcio. Nadie me avisó, ni de eso ni de todo lo demás. Yo tenía aún el regusto dulce de las mieles de un embarazo feliz. La expulsión de cuquilandia me pilló desprevenida, por eso voy a contar lo que me habría gustado saber antes de ser madre.

(Conviene hacer una aclaración: la mayoría de puntos que se leerán a continuación se pueden aplicar tanto al padre como a la madre. Salvo en unos pocos, que por pura fisionomía las mujeres tenemos la exclusividad, el resto les puede ocurrir igual a ellos).

1-No hagas caso a nadie. Ni a tu madre ni a la suegra ni a la vecina. Te parecerá que todo el mundo está doctorado Cum Laude en maternidad. Mentira cochina. No tienen ni idea, sólo te liarán. Sigue tu instinto y si la cosa se pone rara, corre a Urgencias.

2-Si quieres dar el pecho, hazlo. Si lo deseas de verdad, hazlo. Pero no esperes que en el hospital te ayuden. Para eso, acude a grupos de ayuda a la lactancia.

3-No sabes dar de mamar, en serio, pídeles consejo para las posturas. Evitarás dolor.

4-Puedes darle la teta todas las veces que te apetezca, no pasa nada. No lo matarás por sobredosis de leche. Si se la quieres dar porque tienes que dormir un rato, dásela. Si necesitas un momento de tranquilidad, enchúfasela. Dale de mamar cuando quieras y donde quieras.

5-Prepárate para las 'maratones de teta'. Tu hijo se volverá un tetinómano. Te tirarás horas, días, semanas, meses... con él enganchado como una garrapata.

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6-Llevas meses (¿años?) dando el pecho como si no hubiera un mañana. Consumida, no te acuerdas ni de tu nombre. Eres, básicamente, dos tetas andantes. Has amamantado en el váter, en la cocina, haciendo el pino... Claro que se puede dar la teta haciendo el pino. Está chupado.

7-Si te sigue apeteciendo dar el pecho, sigue. No escuches a los demás. Tu hijo no seguirá mamando con 18 años, te lo juro. Si te gusta amamantarlo, pasa de lo que te digan, olvida el miedo y el pudor. Hazlo, porque cuando termine (te prometo que terminará), nunca más en tu vida se lo volverás a dar. Y cuando pasen los años, ese tiempo de tetamanía te parecerá un suspiro, lo echarás de menos.

8-Si ya estás harta de darle el pecho, quítaselo. Si aún es un bebé, no es tan difícil: tiene un padre con un biberón en la mano. Si el niño ya ha cumplido el año (o más), la cosa se complica: es un tetinómano veterano con toda la furia y determinación del universo. Hay muchas formas de quitársela, todas muy respetuosas con el bebé, muy tiernas y lentas. Pregúntaselas al mismo grupo de lactancia materna que tanto te ayudó el primer mes.

9-Las has intentado todas y no hay manera. Y tú ya no puedes más. Hay trucos de 'mala madre' con grado de éxito casi garantizado. Pregunta a las 'malas madres' veteranas y te los contarán (¿Si pongo una pista aquí, llamarán a los servicios sociales?).

10-Si no quieres dar el pecho, no lo des. Si no te apetece, no lo des. No escuches a nadie en el hospital. Diles que te dejen en paz. Tu hijo crecerá sano y hermoso, fuera culpas.

11-Si alguien te hace algún comentario (sobre los beneficios de la lactancia materna y noséqué de la OMS) mientras tú das el biberón, mándale a freír espárragos. Te sentirás liberada si frenas esas impertinencias.

12-Tómate en serio los ejercicios de fortalecimiento del suelo pélvico que te enseñaron en las clases preparto. Tómatelos MUY EN SERIO. Si no los haces, tu vagina puede acabar tragándose la mitad del agua de tu bañera.

13-A dónde vas con esa blusa de seda, alma de cántaro. Tu bebé va a regurgitar más que la niña de El Exorcita. Lo hará a diario, muchas veces. Y lo hará sobre ti.

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14-Te has gastado más de 1.000 euros en un carrito de bebé JAJAJA INOCENTE. Ese carro tiene espinas venenosas que harán que tu bebé llore desgañitado cada vez que tú intentes dejarlo ahí.

15-Te has gastado otros 1.000 euros en una minicuna JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

16-Deberías habértelos gastado en una cama de matrimonio de 3x3. Y lo sabes. Ahora lo sabes.

17-Lo has metido en tu cama y aún así, no duermes por las noches. Lógico, nadie duerme bien con un bebé en casa. El que te dice que sí, miente mucho.

18-No te preocupes, el crío no dormirá con vosotros hasta que se vaya a la universidad.

19-Acabarás teniendo sexo con tu pareja en todas las habitaciones de tu casa. En todas, menos en tu cuarto, que es territorio ocupado.

20-No pasa nada. Volverás a hacer el amor en tu cama. Dentro de un par de años, quizá. Y entones lo harás en silencio. Sexo en mute. Pensarás que cualquier día acabaréis haciéndolo mientras habláis por lengua de signos. Y, oye, tampoco es mala idea.

21-Acabará durmiendo. En algún momento entre el primer día y su segundo cumpleaños, ese niño dormirá.

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22-De hecho, cuando empiece el colegio, le encantará dormir por las mañanas. Y la liarás parda para poder despertarlo y llevarlo a clase.

23-Antes, mucho antes, habrá ido a la guardería. No sufras, no crecerá traumatizado por que lo abandonásteis ahí para poder ir cada día a trabajar. Cuando sea adulto, no se entregará al alcohol y las drogas por culpa de que sus padres le llevaban a la guardería. Tranquila, le crearás otros traumas, pero ese no.

24-Vas a ir tanto a Urgencias, que estarás por pedir una tarjeta de fidelidad.

25- Lleva a tu bebé al médico todas las veces que quieras. No te sientas pesada, ni exagerada ni histérica. Lo de rozar la negligencia déjalo para tu segundo hijo. Con este primero, ve todas las veces que te dé la gana. Ganarás en seguridad y en salud mental.

26-Irás al supermercado y comprarás productos frescos y ecológicos para las papillas. Las tuyas serán unas súper papillas, que ni Berasategui las supera.

27-Si quieres el mejor pescado de la pescadería, llévate al bebé en brazos y di: "Me pones media merluza para SUS papillas". Es infalible.

28-Tu hijo no las querrá ni oler. Te las comerás tú y acabarás tirándolas harta de tanto triturado.

29-Tirarás mucha papilla, pero no la toalla. Al día siguiente volverás al mercado a por los mismos productos frescos y ecológicos. Volverás a comer y a cenar papilla. Y tu hijo, teta o biberón.

30-Un día, de repente, se las querrá comer él. Tú harás un fiestón y te esmerarás aún más en tus masterchefpapillas.

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31-Si tu hijo se pone de color naranja, no te preocupes. Se ha convertido en Naranjito porque le has echado demasiadas zanahorias a las papillas. Pero si te quedas más tranquila, llévalo al médico (otra vez), él mismo te lo dirá: "Mamá (acostúmbrate a que el pediatra te llame así, mamá), mejor empezamos a introducir otras verduritas para que el crío cambie de color".

32-Varios años después, comerá pizza y hamburguesas. Tú te tirarás días sin comprar pescado fresco. Y sintiéndote culpable.

33-Mamá, la pizza te sale espectacular. Mañana, macarrones con queso, porfa. Y tú te acuerdas de la pescadera, de su madre y de su abuela y de toda la familia de la merluza fresca.

34-Incluso puede que se queden a comer en el colegio y pensarás que allí comen mejor que en casa.

35-Gritarás.

36-Claro que gritarás. Aunque seas descendiente del mismísimo Dalai Lama, gritarás como si se fuera a acabar el mundo.

37-Y tus hijos te querrán igual.

38-Les castigarás. Juraste que no lo harías nunca, porque eres descendiente directo del Dalai Lama y porque el castigo es un mensaje negativo y cruel que no aporta nada de nada. Pero como estos niños sigan así de salvajes, acabarás castigando hasta al perro.

39-No pasa nada, te lo perdonarán. Te perdonarán que seas una madre cruel y gritona. Y con ellos descubrirás que la capacidad de amar puede ser infinita.

40-Y que nunca más volverás a sentirte sola.

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