Te sientes un fraude, vives con miedo a que cualquier día alguien descubra que eres una estafa, puro humo, que no estás a la altura. Has alcanzado el éxito laboral pero, en lo más profundo de ti, te come la angustia de no saber qué demonios estás haciendo. Estás convencido de que no tienes ni idea de nada y que algún día te desenmascararán. Crees que tus logros han sido cuestión de suerte, que los demás te sobrevaloran, que hay muchas (muchísimas) personas más cualificadas que tú. Te metes en ese bucle de inseguridades a diario, hasta la ansiedad y la autoexigencia extrema. La buena noticia es que, casi con toda probabilidad, estás equivocado: Te mereces ese éxito y ya es hora de que lo aceptes.

A todo eso que acabamos de describir se le llama Síndrome del Impostor. El término fue acuñado en la década de los 70 por dos de terapeutas de la Universidad Estatal de Georgia, que lo usaron para describir cómo se sentía de un grupo de mujeres que, a pesar de haber logrado el éxito laboral, llevaban en secreto que no se sentían capaces ni a la altura de lo que los demás esperaban de ellas.

El 70 % de la gente lo ha experimentado alguna vez en su vida, según este estudio de los psicólogos Jaruwan Sakulku y James Alexander. De hecho, hay muchos famosos que han confesado haberlo sufrido. Kate Winslet ha contado en varias entrevistas cómo cada mañana se despertaba y antes de ir al set de rodaje pensaba: “No puedo hacer esto. Soy un fraude”. Emma Watson también ha explicado que se sintió así después de terminar la saga de Harry Potter.

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Emma Watson ha contado cómo después de Harry Potter sufrió el síndrome.

La cómica Tina Fey ha ido incluso un poco más allá e incluye el papel del ego en su descripción de cómo ella misma lo padece: “La belleza del Síndrome del Impostor es que te mueves entre la egomanía extrema y el sentimiento de que eres un fraude. Así que tratas de ir al ritmo de la egomanía cuando llega y la disfrutas y luego bajas por la idea de fraude”.

Hasta los genios pueden sufrirlo. Un mes antes de su muerte, Albert Einstein confesó a un amigo: ”La exagerada estima que se le tiene al trabajo que he hecho en mi vida me hace sentir muy inquieto. Me siento inclinado a pensar en mí mismo como en un estafador involuntario”.

Visto que ni los más sabios escapan a este síndrome, conviene recordar que la ignorancia es atrevida (y confiada). Algo que Bertrand Russell explicó muy bien: "El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros todo y los inteligentes, llenos de dudas". Este aforismo del filósofo británico sintetiza lo que viene a desarrollar el llamado efecto Dunning-Kruger, que sostiene que cuanto menos sabemos, más listos nos creemos. Estos dos psicólogos, Justin Kruger y David Dunning, demostraron que la ignorancia engendra confianza con más frecuencia que el conocimiento. En resumen, ese estudio desveló que los más incompetentes son los que están más convencidos de su competencia y que, por contra, los más competentes a menudo subestiman su competencia.

EL FALSO IMPOSTOR

En el año 2000, psicólogos de la Universidad Wake Forest hicieron un estudio que concluyó que muchas de las personas que aseguraban sufrir el Síndrome del Impostor mentían.

Los expertos desvelaron que quienes habían obtenido puntuaciones altas en la escala del Síndrome del Impostor se comportaban de manera distinta cuando tuvieron que predecir su éxito en un test que evaluaba sus competencias intelectuales y sociales. Estas personas, en público, señalaban unas previsiones negativas sobre sus resultados pero en privado, o en declaraciones anónimas, juzgaban su potencial mucho más alto. Es decir, muchos de quienes se autoproclamaban impostores eran simplemente hipócritas, gente que adopta la pose del autodesprecio como una estrategia social, de manera consciente o no, aunque en secreto tienen más seguridad en sí mismos de lo que dicen a los demás.

CONSEJOS PARA SUPERARLO

-Te acabamos de decir que hasta un genio como Einstein llegó a sentirse un farsante. Tienes que darte cuenta de que no estás solo en ese miedo. Habla de ello con gente de confianza y descubre cómo te ven los demás.

-No rechaces ni ignores los cumplidos. Tienes que empezar a creerte las cosas buenas que dicen de ti.

-Haz una lista de tus fracasos. El camino al éxito está lleno de fracasos y éstos son igual o más importantes que los logros. Si tomas consciencia de los tuyos, será más fácil que relativices tu posición. Para eso puedes emular a Johannes Haushofer, profesor de Psicología en la Universidad de Princeton, que colgó en Internet un currículum con todos sus fracasos, con todo lo que no consiguió terminar y todas las veces que fue rechazado en un trabajo.

-No dejes que el miedo te paralice. No permitas que tu temor a ser desenmascarado te impida desarrollarte, evolucionar. Tienes que atreverte sin pensar en los demás.

-Cada vez que sientas que tu confianza se va al garete, recuerda lo mucho que has tenido que trabajar, lo mucho que te has tenido que esforzar para conseguir algo en concreto. Piensa en ese último examen de 10, en el último cliente que conseguiste, en la última operación que hiciste con éxito... Acuérdate de lo mucho que te costó. Enfoca tus pensamientos y verás que la recompensa fue posible gracias a ese esfuerzo que tú hiciste.

-Te sientes tan farsante que te pasas de perfeccionista. Tienes que darte cuenta de que no es necesario, el mundo está lleno de cosas que no puedes controlar, de millones de preguntas que nunca tendrán respuestas. Para asumirlo, puedes empezar leyendo a Platón y seguir con Kierkegaard ("En mí he encontrado a la persona más interesante entre mis conocidos").

-Tu éxito es fruto de tu trabajo duro. La suerte es una cuestión secundaria y los que viven de ella acaban por enseñar las costuras. Sé sincero contigo mismo, recuerda todo el trabajo y el esfuerzo, y verás que la fortuna jugó un papel muy pequeño en toda esa cadena.

-Dejar de compararte con el resto. Lo de las comparaciones son odiosas es un dicho lleno de verdad. Si te mides siempre con los demás, vivirás en una interminable insatisfacción. Las virtudes de los otros no hacen sombra a las tuyas.

¿CREES QUE LO SUFRES?
Hay una encuesta para medirlo, se llama la escala del impostor de Clance y permite valorar si tus pensamientos y sentimientos alcanzan niveles patológicos. La puedes hacer pinchando aquí.