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Las amigas de Girls, a punto de dejar de serlo, en la última temporada de la serie.

Recuerdo las tardes de domingo, con ella, en el parque. Recuerdo cómo nos contábamos los primeros besos, los primeros secretos, cómo íbamos descubriendo la vida juntas. Todas las horas de sofá con música adolescente. El primer cigarrillo compartido. La primera salida hasta la madrugada. Nunca nos hartábamos de nosotras, de divertirnos y hasta llorar. Durante aquellos años de amistad, nunca necesitamos descansar la una de la otra. Pero algo cambió, ni siquiera hoy sé bien qué fue. Algo nos ocurrió, nos convertimos de pronto en adultas, quizá. Y dejamos de necesitarnos, dejamos de vernos y de cuidarnos y de llamarnos. Nos alejamos como dos extrañas.

Hay amigos que duran toda una vida y otros que, como las olas del mar de tu niñez, se pierden en el pasado. Aún hoy, a veces me acuerdo de ella, la primera amiga que perdí, la primera que olvidé.

A veces, no ocurre nada en concreto, sólo la vida. Otras, una discusión o un desengaño rompe la amistad para siempre. Los amigos son lo único que podemos elegir. La familia te viene dada y a menudo te enamoras sin querer; el amor fraternal es otra cosa, algo escogido, un sentimiento capaz de hacerte mejor persona, pero también peor. Saber elegir a tus amigos marca tu vida y tu felicidad. No se me ocurre nada más triste que una vida sin amigos.

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Cuando pierdes a uno de golpe, sientes ese duelo, tan genuino, tan distinto a cuando rompes con una pareja. Si ocurre de repente, por una discusión o algún desencuentro, el duelo es grande. Duele perder a un buen amigo. Cuando ocurre, durante una buena temporada sientes cómo sin él anda averiada tu brújula vital. Y sabes que, como todo, el dolor pasará, pero no el recuerdo. También, que otros nuevos llegarán.

El vínculo fraternal es en sí mismo un misterio. Conectamos con esa persona y con otras no, aunque ni siquiera tengamos nada en común. Con algunos compartimos aficiones y anhelos; con otros, nos parecemos como un huevo a una castaña, pero nos queremos igual. Duelen lo mismo cuando se van, cuando los pierdes, cuando eres tú la que se aleja.

Hay amigos esporádicos, “circunstaciales”, como los llama aquí la psicóloga Suzanne Degges. Yo los llamo “conocidos”, aquellos con los que no tienes un vínculo especialmente fuerte pero son importantes en algunos momentos. “Son tan valiosos como los amigos íntimos. Por ejemplo, si una chica necesita en el instituto a alguien para compartir mesa en el comedor, sentarse con alguien que no se parece a su prototipo de amigo puede ser mejor que estar solo. Algunas mujeres están dispuestas a pasar el rato con las mamás de los amigos de sus hijos, aunque no les gusten tanto, sólo para que puedan ayudar a facilitar el desarrollo de amistades para sus hijos”, explica la experta. Según ella, “a veces sólo necesitas un amigo que funcione, un viaje compartido, o alguien para ir al concierto que tanto te apetece”.

“Cuando no hay nada que se asemeje a la admiración mutua o el afecto entre dos ex amigos, hay poca motivación para seguir invirtiendo energía en la relación. Si permanentemente sentimos como si la amistad ya no fuera importante para el otro, puede que no valga la pena continuar con esa relación de amistad”, sostiene Degges. La psicóloga, como muchos ya intuimos, alerta en su artículo de aquellos que sólo aparecen cuando nos necesitan: “¿Ese aprecio ocasional compensa por los momentos en que le necesitas y, sin embargo, te ignora o desatiende?”.

Si crees que la amistad se está enfriando, la psicóloga aconseja que lo habléis. “Desafortunadamente, sin embargo, el amigo que más necesita que la relación continúe es el que tiene menor influencia para cambiarla”, alerta la experta, que cuenta que una de las situaciones más difíciles con las que te puedes encontrar es cuando te encuentras en esa posición de ser el amigo que más se preocupa por cuidar la amistad: “Eres más vulnerable que el otro”.

Igual que ocurre con la pareja, a veces es difícil ver el fin de una amistad. “Cuando sientes que un amigo ya no te entiende o si salir con él es como salir con un extraño. Tanto que ni siquiera parecéis estar a gusto. Probablemente esas son señales de que la relación ha terminado y abrirse a nuevos amigos potenciales puede ser más productivo que tratar de resucitar una amistad moribunda”.