La vida es lo que pasa mientras nos obsesionamos con buscar la felicidad. Ese anhelo, el más grande que alberga el ser humano, puede cegarnos hasta el paroxismo, confundirnos y hacernos perder algo igual de importante: el tiempo. En estos días de dictadura feliz, hemos olvidado que ni siquiera sabemos con certeza lo que es la felicidad, que cada uno la vive a su manera y, aunque parezca mentira, puede que ya la hayas encontrado pero no te des cuenta. De hecho, es muy probable que sea más feliz de lo que crees. A veces sólo es cuestión bajar las expectativas (y tirar tu taza de Mr. Wonderful).

Veamos algunas pistas que pueden indicar que ya eres, efectivamente, feliz:

1. Deja de buscar

A veces nos obcecamos tanto en ser felices, en conseguir cosas que nos hagan sentir feliz (desde un coche a un amante), que olvidamos que lo que nos hace feliz es todo lo que hacemos mientras intentamos lograrlo. Recuerdas la famosísima frase “no hay un camino a la felicidad, la felicidad es el camino”. Pues eso.

2. Baja la expectativas

No se trata de conformarse, sino de dejar de soñar en exceso. En esta sociedad enferma de inconformismo crónico, conviene echar el freno y darse cuenta de que no necesitas tanto para ser feliz. De hecho, quizá todo ese exceso te aporta tristeza y vacío y por eso te has acabado convirtiendo en un bulímico de la felicidad.

3. Primero, conócete

Para saber si eres feliz, tienes que conocerte primero a ti mismo. Es imprescindible. Una vez entiendes quién eres, tú posición en el mundo, tu felicidad dependerá de ti y no tanto de los demás.

4. No es obligación

Nadie está obligado a ser feliz. La presión de la sociedad es fuerte, no se tolera la infelicidad o la tristeza. Si estás pasando por una mala racha, no te preocupes por contentar a los demás. No sonrías si no te apetece, no finjas alegría. Quizá la felicidad esté en poder tener el estado de ánimo que nos de la gana sin tener que rendir explicaciones a nadie.

5. Olvida el pasado

No caigas en la nostalgia. Obsesionarse con el ayer no te dejará vivir el presente ni darte cuenta de que ahora puedes ser incluso más feliz que antes. Tampoco pienses demasiado en el futuro, eso suele traer ansiedad. Si hay paz o incluso tangible felicidad, esas están en el presente.