Es muy típico, pero Paulo Coelho dijo una vez: "Sé valiente. Toma riesgos. Nada puede sustituir la experiencia". En este caso, la exeriencia fue el flirteo 2.0. Ya lo dice el título del blog de Harper's Bazaar "El amor en tiempos de Tinder". Es tiempo de intercambios saludos con gente que no conoces, de mandar likes en vez de guiños de ojos, de buscar en Facebook en vez de acercarse a la barra del bar. Nos hemos vuelto fanáticos del amor fácil y de los besos que se compran con piropos de Internet. Y aquí surgen Happn, Tinder, Adopta un tío o similares. Una forma de ligar que poco tiene que ver con el ligar 1.0... Una forma de ligar que sorprendemente, sigue gustando más para algunos dentro del sector masculino.

El hombre 2.0, en general, es mucho más superficial.

El prototipo de hombre que se encuentran en estas redes sociales cumple una serie de características que sorprendentemente llaman la atención. ¿A quién se le ocurriría que en pleno siglo XXI el tamaño importa? Pues sí. Porque una de las características que aparecen en la descripción de los sujetos es precisamente la altura. Parece que a ellos les importa saber si seguirán siendo más altos si te pones tacones. Claro que sí, nosotras en lo primero que nos fijamos es el físico.

Junto a la descripción de los centímetros de su cuerpo hay que seguir hablando del físico. Porque las fotografías que aparecen en este tipo de aplicaciones dicen mucho del sujeto de 20 a 30 años que reina en ellos. Fotografías haciendo deporte -surf claro, nada de fútbol o tenis-, viajando por el mundo y con copas en la mano. Porque al parecer todos los chicos/hombres que están en este tipo de redes sociales son bon vivants... Viajan por el mundo, practican deportes exóticos... En definitiva, son interesantes. Pero, ¿de verdad?

Después de varios match, la conversación no fluye demasiado. Porque generalmente, y ahí se ve el plumero, el hombre 2.0 busca conversación fácil, piropos fáciles y quedadas fáciles. Y ya se sabe que lo difícil siempre gusta más. Como en la vida real encuentras prácticamente de todo, y la experiencia demuestra que hay gente que merece la pena. Pero por norma general, en su mayoría hay lobos que se mueven como su hábitat natural... Y la vida es mucho más complicada.

El amor 2.0 es rápido, el 1.0 se cocina lento.

Lo interesante de ligar, de flirtear, de hablar con alguien que te gusta es que las cosas vayan des-pa-ci-to. La incertidumbre, el saber si te escribirá, si tendrás valor de escribirle, si quedaréis, cómo será... Cómo surgirá todo. Ahí está verdaderamente la magia. Y da pena pensar que ahora el amor es como un catálogo de Primark o de Zara. Que el amor va por tallas, por descripciones, que con tres fotos podemos saber que esa persona nos gusta. Puede ocurrir que sea amor a primera foto, pero da pena pensar que en un porcentaje alto de los casos, la mayoría de estos lobos lo que buscan, simplemente, es cazar. Porque los hombres 2.0 -en su mayoría- van sin camiseta, pasean tablas de windsurf, quieren las cosas fáciles y copian y pegan los piropos. Y muchos hombres 1.0 siguen el mismo prototipo, pero al menos existe ese cosquilleo, esas mariposas, ese temblor que te surge en el cuerpo cuando alguien te gusta.

¿Es realmente el hombre 2.0 la evolución del Homo Sapiens? ¿Son las relaciones a través del whatsapp el futuro? ¿Vamos a perder esa costumbre de acercarnos a alguien que nos gusta en un bar? ¿Preferimos las conversaciones de madrugada a través del teclado en vez de las charlas hasta cerrar el local? El tiempo responderá a las preguntas. Yo solo espero que no.