Su nombre comercial, Álvaro Reyes. Su verdadero nombre, Jeremías Pérez Bartolomé, según consta en el Registro de Patentes y Marcas. Hay que reconocer que el verdadero no funcionaría como gancho.

Álvaro Reyes, David del Bass y Mario Luna (otros coaches de la seducción), ofrecen cursos y talleres especializados en la también autodenominada "Seducción científica", que no es más que un cóctel de libros de autoayuda, la palabrería de Neil Strauss, el modus operandi de Julien Blanc (a este último ya le han expulsado de Australia, y en Brasil, Reino Unido, Corea y Canadá miles de personas lo están intentando), el arte de la guerra de Sun Tzu, muy poca vergüenza y, la parte más conflictiva y la que le está trayendo más quebraderos de cabeza a Reyes, abundantes dosis de machismo y una serie de vídeos demostrativos en los que si se ha librado de una denuncia ha sido por los pelos. Julien Blanc no es un buen ejemplo a seguir…

El problema no es Jeremías o David o Mario (prefiero sus nombres y no sus apodos), el problema es que haya tantos individuos dispuestos a pagar a estafadores para enseñarles técnicas de acoso, no mecanismos para reforzar su autoestima. Es el timo de la estampita versión millennials. La estafa piramidal de esta década.

Hay un repunte del machismo como motivo de orgullo. Desde el programa de Bertín Osborne, en el que se respira un aire sospechoso similar y se nos cuela de soslayo las "cualidades del macho alfa" o su inutilidad en la cocina (su mujer es la que sabe dónde está todo), hasta humoristas como Jorge Cremades y sus chistes sobre novias que tanto éxito tienen, pasando por los programas de tetes, los de princesas buscando novio... Todo es caldo de cultivo para que proliferen estos personajes. Si estos tipos te hacen reír tampoco puede ser tan malo, ¿no?

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Se banaliza la cosificación de las mujeres. "Es solo un chiste", "no te lo tomes así, tampoco es para cabrearte si te digo el culazo que te hace esa falda, no habértela puesto". El argumento de todos los hilos en los que se critica a Álvaro Reyes es "pues no le contestes, no le hables cuando te pare por la calle". Sé alguien desagradable y maleducada, porque si no lo eres, le estás dando pié. Y se quedan tan anchos después. No olvidemos que los suscriptores del canal en Youtube de Álvaro Reyes son más de 400.000.

Algo falla cuando un tipo normal, quizá un poco tímido, falto de habilidades sociales, le paga a otro para que le enseñe técnicas infalibles para conseguir el móvil de una chica, o le asegure que con sus enseñanzas tendrá sexo en la primera cita, todo por el módico precio de 300 euros. El profe es un tipo de lo más corrientito, pero actúa como si se pareciera a Joe Manganiello. Imagina que vas a una clínica especializada en el tratamiento de la caída del cabello y el médico es calvo… yo no me fiaría mucho.

Algo va definitivamente mal cuando ese tipo normal e introvertido busca en internet el canal de ese pretendido coach, y no es capaz de ver que en muchos de sus vídeos practica el acoso sexual y la intimidación.

Deberíamos darnos oficialmente por jodidos cuando un tipo que escribe esto
Si actúas como una puta, te tratarán como una puta. Luego no te quejes.
— Álvaro Reyes (@alvarodaygame) Mayo 10, 2014

y esto

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o publica un vídeo (ya retirado) sobre la mejor forma de dejar a cualquier mujer y cortar una relación, no está siendo investigado y procesado por la Fiscalía.

Estos comentarios, estos vídeos, no tienen nada que ver con los "límites del humor", y si con apología de la violencia machista.

Ahora Jeremías, perdón, Álvaro, ha hecho acto de contricción y ha pedido perdón por su comportamiento en el pasado. En una entrevista a VICE, entona el mea culpa por haber sido tan machista. "Ahora ofrezco un mensaje más valioso, mucho más centrado en el campo de la mejora personal", dice con aplomo.

El mismo aplomo del que carece para borrar su canal y empezar de cero, porque claro, perder esos 400.000 seguidores sería joder el negocio. Ese lucrativo negocio que le ha permitido abrir su propia empresa, Transformation Coaching S.L., en septiembre del año pasado.

Tanto Jeremías Pérez (Álvaro Reyes), como David del Bass, como Mario Luna (este va a cara descubierta), tienen empresas registradas como sociedades limitadas a su nombre. Es obvio que las carencias emocionales son muy lucrativas.

El machismo y el acoso, visto lo visto, también, ya que de momento no acarrea consecuencias legales.