Llevamos persiguiendo durante mucho tiempo el ‘menú del día’ perfecto, ese al que no le podamos sacar ningún tipo de pega. Pero, ¿existe? Existen, pero cuesta encontrarlos (están como escondidos, en los rincones más insospechados de la ciudad, dentro de ese restaurante que no pensabas que fuera a tener un redondo ‘menú del día’). Al que le faltan más pedazos de pan, le sobra tamaño de postre, el que no incluye crema de verduras se ha pasado con la cantidad de patatas en la carne. Y así hasta llenar de errores un simple menú del día. Hoy, en Harper’s Bazaar, hemos querido dibujar (con palabras) el ‘menú del día’ perfecto. ¿Qué debería incluir? ¿Cómo debería de ser? ¿Cuánto debería de costar? ¿Dónde se esconden?

1.- Menos variedad (a veces es más). ¿Eres de los que piensa que cuanta más variedad y cantidad de platos mejor es el menú? Estás totalmente equivocado. Es mucho más interesante (y positivo) que la carta del ‘menú del día’ que tienes delante, tenga dos primeros y dos segundos a elegir. No deberás fiarte de esas cartas infinitas (véase: 6 primeros y 6 segundos). La materia prima y el producto seguro será más bueno si el restaurante invierte en cuatro únicos platos que si lo hace, por lo contrario, en doce. Incluso, en muchos restaurantes, encontramos el mismo menú del día durante toda la semana. “Hay clientes que siempre vienen buscando el mismo plato, repiten durante toda la semana la misma carne o el mismo pescado porque les entusiasman”, nos confesó Marie Valdez de Fonty Madrid.

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2.- La cuestión es comer como en casa. Cuando hablamos de tomar un ‘menú del día’ fuera de casa, debemos pensar en todas esas cosas que nuestra madre (o abuela, en su defecto) nos pondría encima de la mesa un lunes, un martes o un día cualquiera de la semana a la hora del almuerzo. Si hacemos la prueba con la carta que tenemos delante y todo funciona: ¡adelante, estás frente a un ‘menú del día’ que sí! Y cuando nos referimos a comer “como en casa”, estamos pensando en todas esas recetas caseras, platos de cuchara, guisos, todas esas combinaciones habituales que encontramos en el hogar de cualquier familia. Es el caso del ‘plato del día’ que encontramos en ‘Verbena Bar’, un acogedor local del barrio de Malasaña en el que podrás tomar un plato de lentejas, guiso de pollo, pimientos rellenos o dorada a la espalda.

3.- Nada de sofisticaciones, aquí no se admiten florituras. Las sofisticaciones en el plato se las dejamos para las creaciones de los restaurantes 'Estrellas Michelín' o para esas cartas que realmente las admiten. En un ‘menú del día’ las opciones deben ser claras, deberás saber qué te estás pidiendo y lo más importante: qué te estás tomando. Jamás podrás escuchar en una mesa que está disfrutando de un ‘menú del día’ eso de: “¿qué es esto?”. La cosa tiene que quedar muy clara desde el primer momento que ojeamos la carta, nos toman nota y procedemos a introducir la cuchara en el plato. Además los ‘menús del día’ vienen, en la mayoría de los casos, marcados por la falta de tiempo del comensal. El cliente no estará para “florituras”, tendrá que volver a su puesto de trabajo en menos de veinte minutos.

4.- El precio importa, hay un límite que nadie está dispuesto a sobrepasar. Este quizá es uno de los detalles que hacen que un menú del día triunfe o caiga en el olvido. ¿Has pasado alguna vez por la entrada de un restaurante, has mirado la pizarra informativa y te has dado la vuelta por dónde has venido? Pues eso es lo que un restaurante debería de evitar (por todos los medios) con su menú diario. Vale que su carta tenga un precio más elevado, pero el ‘menú del día’ deberá adaptarse al bolsillo/medio del comensal. ¿Y cuál es el precio ideal? Ni 8,95 euros, ni 17 euros. Si es demasiado barato podremos desconfiar, si es demasiado caro directamente no lo tomaremos. La cuestión está en llegar a un punto medio. ¿Qué tal entorno a los 13 euros?

5.- En invierno cremas y platos de cuchara. En verano ensaladas. Esta es una de esas premisas “de oro” en cuestión de ‘menús del día’. También deberíamos pensar en lo que nuestra madre nos serviría en invierno y, posteriormente, en verano. En invierno no pueden faltar los platos de cuchara, como las lentejas, los potajes, las cremas de verduras o el tradicional cocido. Es el caso del restaurante ‘Montes de Galicia’, que incluye su solicitado caldo gallego también dentro de las opciones de su menú diario. ¿Y en verano? No podrán faltar las ensaladas (frescas y ligeras), platos como el gazpacho o las cremas de verduras frías. En los meses estivales los ‘menús del día’ sufren grandes transformaciones, los platos realmente pesados y contundentes desaparecen de las cartas.

6.- ¿Postre o café? El eterno dilema. Otro de los focos de atención de los ‘menús del día’ son las elecciones finales. Después de pasar por el trance de tener que elegir el primer y el segundo plato, llegará la pregunta final y más complicada: "¿Desea postre o café?" Sin duda y si eres de “buen comer” será muy difícil tener que renunciar al postre por tomar un café y de la misma forma también será complicado tener que renunciar al “café de después de comer” por ese trozo de tarta, en ocasiones no demasiado apetecible. ¿Por qué no incluir café y postre dentro del menú y subir el precio? Al fin y al cabo, nos apetecen las dos cosas y estaremos dispuestos a pagar un euros más.