Bosques de cuento muy reales

El bosque de Dean es uno de los más mágicos del mundo. Se trata de una antiquísima masa forestal en el condado inglés de Gloucestershire, al oeste del país, y es famoso por ser nada menos que el lugar del que se sirvió J.R.R. Tolkien para crear su Tierra Media, que luego plasmaría en las obras de El Señor de los Anillos y El Hobbit. De hecho, en los propios filmes aparecen escenarios rodados en este bosque. Por si fuera poco, seguro que los fans de Harry Potter también lo reconocen, y es que J. K. Rowling incluso nombre al bosque de Dean en su obra del niño mago.

La ensenada de Carlingford Lough, en la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, fue el marco incomparable en el que CS Lewis se inspiró para crear los mundos de Narnia. El autor, que era un amante de los paisajes de su isla, se crió en Belfast y tenía al condado de Down como referente. Allí es posible hacer senderismo por las montañas de Mourne, así como combinar el paseo con escalada al Slieve Donard, explorar cuevas celtas o descubrir árboles centenarios en el bosque de Tollymore.

Los hemanos Grimm vivieron toda su vida en la región alemana de Hesse. Allí escribieron Caperucita Roja, Blancanieves, El gato con botas… y los paisajes de estos cuentos se corresponden con los de esa región histórica del corazón de Alemania. Sobre todo, el llamado ‘bosque encantado de Reinhardswald’, en el pueblito medieval de Hofgeismar, donde está la fortaleza de Sababurg o, lo que es lo mismo, el castillo de La Bella Durmiente. Existe toda una ruta natural por los escenarios de los cuentos que mide más de 600 km.

Cuando Johanna Spyri decidió recrear una aldea alpina, la llamo Dörffi. Allí era donde jugaban Heidi y Pedro, y sus descripciones son las mejores para conocer el pueblito de Maienfeld, donde se inspiró. Este rincón de Suiza cuenta con un pequeño bosque de 10 kilómetros cuadrados que, junto al marco de los picos alpinos, son constantes en la novela de finales del siglo XIX. Cercano a la frontera con Austria y Liechtenstein, su superficie decreció por el uso de hectáreas de viñedo (la producción de Maienfelder es de los negocios más importantes de la región).

Para crear los escenarios de su obra más conocida, el británico A. A. Milne no se fue muy lejos de su casa. El famoso bosque de los Cien Acres de la historia es una reserva natural en pleno condado de Sussex, al sur de Inglaterra. Este bosque mide alrededor de 2.000 hectáreas y en él se pasea entre abedules y pinos, así como zonas pasto y cultivo. Como está a apenas 50 km. de Londres, es perfecto para una escapada rápida. Muchas de las ilustraciones que hizo E. H. Shepard para Winnie the Pooh reflejan fielmente el paisaje de Ashdown.

Forks es uno de los pueblos madereros por excelencia del Estado de Washington, además de un destino perfecto para pescar salmones y truchas. En los bosques que rodean a este pueblo de poco más de 3.000 habitantes es donde transcurren las escapadas de los personajes de la serie Crepúsculo (aunque el rodaje no fue allí), a los pies del Parque Nacional Olympic. Y si queremos también algo de mar, nada como acercarse al Pacífico, que no está lejos. Todo un combo de naturaleza salvaje en uno de los lugares más mágicos.

Cuando el autor austriaco Felix Salten escribió Bambi en 1923, poco podía imaginar que su obra quedaría eclipsada por una película de dibujos animados, eso sí, a cambio de universalizarla. A la hora de crear los paisajes para la animación, Walt Disney y su equipo se inspiraron en el que hoy es conocido como Parque Nacional de Los Arrayanes, un bosque de la provincia de Neuquén, en Argentina, lleno de arrayanes. Los bosques patagónicos son humedales únicos, de ahí que el empresario norteamericano, según los lugareños, los eligiera como fuente de inspiración.