Quienes han podido disfrutar de un encuentro sexual en un avión en pleno vuelo forman parte de lo que se conoce como Mile High Club. De hecho, ni siquiera hace falta haberlo disfrutado para ser miembro. Seamos honestos, el tamaño reducido de los baños de cualquiera de esos aparatos no permite grandes florituras, mucho menos la calidad que merece un buen polvo. Y no todo el mundo puede comprar un billete en las discretas e íntimas Primera Clase en las que el asiento es más bien un apartamento adosado.

Para muchos, tener sexo en un avión en vuelo es más una cuestión de morbo que un deseo que no pueda esperar a tomar tierra. SexTutor, creadores de una guía ilustrada acerca de esta materia, considera como prácticas sexuales ‘de altura’ no solo las que exigen penetración, sino también las meramente orales o masturbatorias (ajenas). Con estas premisas, la encuesta más reciente llevada a cabo sobre sexo en aviones, presentada hace dos años, sorprendía al afirmar que un 17% de los españoles ya formaba parte del Mile High Club (y más de una cuarta parte habían sido pillados por otro pasajero).

Con el objetivo de que ese porcentaje siga creciendo, y, de paso, proveer una experiencia de mucha más calidad e intimidad, sin riesgo a ser sorprendidos, diferentes empresas de aviación han puesto en marcha lo que ya se conoce como ‘aerolíneas sexuales’. Es decir, compañías especializadas en facilitar a sus pasajeros el ambiente más romántico y sexual a más de 1.000 pies de altura.

Transport, Room, Textile, Interior design, Linens, Bed, Kitchen utensil, Bedding, Bedroom, Bed sheet, pinterest
Interior de un vuelo de Love Clud en Las Vegas

En contra de la iniciativa está su precio (las más baratas parten de los 500 € por pareja). Además, la experiencia se lleva a cabo en aviones pequeños, fletados en exclusiva para cada pareja, lo que no gustará a los que necesiten un plus de morbo (no pueden ser descubiertos y tampoco hay peligro de multa o denuncia por conducta inapropiada). En cambio, para los que quieran vivir la experiencia con todo cubierto y asegurado, del modo más romántico e íntimo posible, no habrá un lugar mejor.

Es en Estados Unidos donde tienen su base las empresas especializadas en este servicio. La más longeva es Flamingo Air, que lo oferta desde principios de los 90. Esta compañía de Cincinnati permite vuelos inolvidables para descubrir la ciudad y los paisajes de Ohio desde el aire. Pero los que quieran, además, tener un encuentro íntimo en uno de sus aparatos, está de enhorabuena. Las avionetas de la aerolínea permiten tener sexo a una pareja, separados del piloto mediante una cortina, durante una hora. Además, se retira la fila central de asientos y se llena la cabina de cojines. No faltan ni una cubitera con champán bien frío ni bombones. El precio, a partir de 495 $ (460 € aprox.) la pareja.

Airplane, Aircraft, Light aircraft, Aerospace engineering, Aviation, General aviation, Vehicle, Airline, Flight, Turboprop, pinterest
Avioneta e interior de un vuelo de Flamingo Air.

Sin embargo, la más famosa es Love Cloud. Con sede en Las Vegas, esta compañía se encarga de organizar un servicio privado y exclusivo para que una pareja sobrevuele la ciudad de los casinos en avioneta y dé rienda suelta a su pasión sin que nadie les moleste. Dentro de la cabina tendrán una cama adaptada al espacio, la mejor iluminación ambiental, un sistema de sonido inalámbrico en el que puede sonar la música que ellos mismos quieran y todo lo necesario para que el sexo sea placentero y seguro. Se puede elegir entre hacerlo de día o de noche y la tarifa depende de que se quiera un vuelo de 40, 60 o 90 minutos (a partir de 800 $, 745 €).

Al contrario de lo que pueda pensarse, no hay regulaciones internacionales al respecto de poder o no tener sexo en vuelo. Es algo que depende de cada aerolínea. Singapore Airlines, por ejemplo, lo prohíbe expresamente, incluso incidió en ello durante la presentación de sus suites a bordo, donde los pasajeros de Primera lo tienen todo para un encuentro romántico… pero no la posibilidad de disfrutarlo 'hasta el final'. También las europeas que, salvo casos graves, prefieren llamar al orden antes de denunciar o imponer sanciones.