7 planes que convierten lo inmaterial en una experiencia inolvidable
Las Fallas de Valencia no han sido las únicas en engrosar la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Fiestas, sabores y tradición crean un abanico de posibilidades únicas para una escapada.
El pasado mes de diciembre, la ciudad de Valencia celebró por todo lo alto que su fiesta por excelencia, las Fallas, se convirtieran en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Lo hizo, como no podía ser menos, con una plantà y un castillo de fuegos artificiales, y es que no todos los días la Unesco reconoce el impulso social y cultural de una tradición centenaria.
Sin embargo, la capital del Turia no fue la única que se alzó con esa distinción, tan inmaterial e importante como aquello sobre lo que recae. Por todo el planeta ha puesto en valor tradiciones, fiestas y templos gastronómicos que bien merecen una escapada. Desconocidos para algunos, imprescindibles para otros, son destinos que han pasado a ser imprescindibles. Elegimos los 10 que, seguro, nos enamorarán.
En procesión por los pueblos de Japón
Una de las novedades de la lista de Patrimonio Intangible es el de las procesiones festivas que se suceden por todo Japón con desfiles de carros alegóricos para solicitar a los dioses paz y protección ante los desastres naturales. Hay más de 33 localidades en las que se llevan a cabo, con grandes fiestas y el diseño de carrozas en las que trabaja todo el pueblo a una. Es lo más parecido a una Semana Santa que podremos encontrar en ese país. Foto: Getty Images.
Un baile a ritmo de rumba en Cuba
Cuba es uno de los países de moda y la rumba, su baile por excelencia, definido por la Unesco como “una expresión de autoestima y resistencia”, es otro de los nuevos patrimonios inmateriales. Surgida en los distritos más pobres de la isla, vinculada a la cultura africana de los esclavos antillanos, su ritmo y su sensualidad atrapan a los que se acercan a bailarla y verla bailar. En La Habana, de hecho, tiene su propio Palacio, en Cayo Hueso.
Un plato de pilaf en Uzbekistán
La Ruta de la Seda vuelve a estar de moda y, con ella, este país de Asia Central. Pero lo que la Unesco ha querido poner en valor es uno de los platos tradicionales del mismo: el pilaf, que también se puede degustar en otros países de la región como Tayikistán, Kirguistán… Arroz, verduras, carne de cordero (o pollo) y especias picantes se unen con un único maridaje: una taza caliente de té. La cultura y la tradición en torno a este plato son únicas. Imposible irse del país sin probarlo. Foto: Instagram.
Un disfraz en Granville
El carnaval de esta localidad de Normandía dura cuatro días y finaliza el mismo martes de Carnaval. Es de los más importantes de Francia y hay 2.500 personas trabajando todo el año en preparar las 40 carrozas que desfilarán por las calles. Bailes populares, disfraces, efigies de famosos, la quema del Rey del Carnaval en el puerto… no es de extrañar que, ante tanta actividad en la agenda, se concentren más de 100.000 personas en la ciudad. Foto: Flickr.
Una pinta de cerveza en Bélgica
Hablar de Bélgica y obviar la cerveza es imposible. Uno de los países con más tradición, cuna de los monasterios trapenses dedicados a esta bebida, refuerza su identidad en torno a ella. De hecho, una escapada cervecera al país europeo permitirá conocer cómo la usan para cocinar, elaborar quesos lavados y, cómo no, maridar cada plato. Hay más de 300 tipos, tantos como etiquetas y vasos, y no faltan propuestas de rutas, como esta en Flandes. Foto: Flickr.
De buceo en la isla de Jeju
La cultura de las haenyeo, las mujeres buceadoras de la isla coreana de Jeju, ha sido reconocida como también se merecen las mariscadoras gallegas. Las primeras se ganan el sueldo sumergiéndose hasta 10 metros de profundidad, sin oxígeno, para pescar mariscos (erizos de mar, almejas grandes…); y lo hacen incluso después de haber cumplido los 80 años. Verlas trabajar es todo un espectáculo y para la isla es todo un símbolo de su idiosincrasia. Foto: Getty Images.
Una lucha de tahtib en Egipto
No es tan conocida como cualquiera de las artes marciales orientales, pero en Egipto también tienen la suya. Se llama tahtib y cuenta con más de 5.000 años de vida. Derivada también en un baile tradicional, con palos de madera, hoy perdura acompañada de música tradicional. Actualmente hay tour operadores que ofrecen clases de tahtib en pleno Valle de los Reyes, así como espectáculos en vivo durante cenas en el desierto.
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