48 horas en Lanzarote para amantes de la buena vida

A 12 metros bajo el nivel del mar, y a lo largo de una extensión de 2.500 metros cuadrados, se encuentra el único museo submarino de Europa: el Museo Atlántico, una impresionante obra sobre el fondo del Atlántico que, con el transcurso del tiempo, ayudará a incrementar la biomasa marina. Se compone de decenas de esculturas humanas, muchas de ellas de habitantes de Lanzarote, que 'pueblan' la Bahía de Las Coloradas. Se puede visitar durante una hora, pero para ello es necesario tener certificado de buceo. Las empresas de buceo de la isla se encargan de las reservas (buceo, 12 €; esnorquel, 8 €).

Al sur de la isla se encuentra la Finca de Uga, quizás una de las explotaciones agrícolas y ganaderas más impactantes para un gourmet. Allí se elaboran algunos de los quesos más deliciosos de España, pero también se cultivan todo tipo de hortalizas y frutales, que surten al hotel Princesa Yaiza, a pocos kilómetros, en Playa Blanca. Una visita a la granja permite ver cómo se cuida a los animales con música ambiental, en un lugar limpísimo y donde siempre hay tiempo para una cata maridada de quesos. Además, una vez al mes, podemos hacer el Kilómetro Cero, que completa la visita a la finca con una cena degustación en el restaurante Isla de Lobos (desde 60 €/persona).

Dicen de ella que es la mejor playa de España, estratégicamente situada en la esquina sur de la isla y con varias calas a su alrededor. De arena dorada y con acantilados que permiten la mejor de las fotos (de esas que aseguran los likes a decenas), resulta imposible no caer rendidos ante la belleza de su agua turquesa en la pequeña bahía que forma la playa. Se encuentra en el Área Protegida de Los Ajaches, y solo se ha permitido un chiringuito como única construcción en la zona. Se puede acceder en coche, pagando 3 € por entrar en la zona reservada.

Los mejores restaurantes de Lanzarote apuestan por un menú de proximidad y temporada en el que los sabores locales formen parte de recetas muy elaboradas y únicas. Lo borda a la perfección el chef brasileño João Faraco, al frente del Isla de Lobos, donde es posible, además, cenar o desayunar con impresionantes vistas de Fuerteventura. Su comida fusiona sabores brasileños, asiáticos y canarios (delicioso). No es el único lugar a visitar. El Risco, en Famara, sirve una deliciosa merluza de La Graciosa y caviar de pez volador local. Y también es famoso el pescado de Mar Azul, en la localidad de El Golfo.

La apuesta gourmet por lo local no quiere decir que no podamos disfrutar de otras tendencias gastronómicas y de otros países. Los amantes de la cultura vegana tienen en Playa Blanca la oportunidad de probar los zumos de Natural Mente, una frutería ecológica con terraza. Además, en Puerto del Carmen debemos ir a Teppanyaki Nippon para probar sus dumplings, elaborados a mano uno a uno. Los que quieran italiano, en L’Artista, en pleno paseo marítimo de Playa Blanca, tienen su rincón. Y no faltan locales irlandeses, chinos, vietnamitas… todo un abanico de sabores.

César Manrique consideraba Lanzarote el lugar más bello de La Tierra. Su campaña de sensibilización durante los años 60 para preservar la autenticidad y tipismo de la isla permitió disfrutar hoy en día de un legado único. La gruta de los Jameos del Agua y su auditorio natural es la primera parada en una ruta que nos lleva también a la Casa del Campesino, el Mirador del Río (obra maestra del interiorismo) y su casa en Taro de Tahiche, integrada en un río de lava petrificada y que acoge la Fundación que vela por la herencia del artista. La visita a la Casa-Museo (Haría) y la casa de la Fundación, combinada, tiene un precio de 15 €. Foto: Flickr / Vic.

Realizar diferentes actividades sobre tabla en el mar es una de las delicias que se pueden hacer en las aguas calmas de Lanzarote. No faltan empresas especializadas en clases e introducción al SUP, incluso con la modalidad de SUP Yoga si queremos relajarnos además de darnos un baño (desde 35 €). También es posible realizar excursiones en kayak por la isla (con opción incluso de salir a pescar en esas pequeñas embarcaciones, desde 40 €), además de descensos de buceo y programas para hacer esnorquel y conocer la flora y fauna marina de las zonas cercanas a la isla.

La Graciosa es probablemente uno de los pocos lugares de Europa donde todavía no hay carreteras asfaltadas. Merece la pena coger un barco en Órzola, al norte de Lanzarote, y marcharse hasta allí a disfrutar de sus playas solitarias (a algunas, como la Francesa, solo se llega a pie o en bicicleta), sus restaurantes de pescado, ver a los marineros faenando, el paisaje volcánico… También se hacen excursiones que circundan la isla permitiendo acercarse a calas e islotes imposibles de ver de otro modo. Foto: A. Buttle.

La gruta creada naturalmente en el interior del volcán de La Corona tras sus diferentes estallidos es la Cueva de los Verdes, recuperada como centro turístico gracias al artista Jesús Soto que se encargó de hacer todo un trabajo lumínico para hacer de la visita un encuentro mágico con el volcán. Pero, además, es una de las salas de conciertos más inusuales de Europa, con una acústica perfecta y donde se suceden las actuaciones a cuál más maravillosa. Asistir a un evento en su auditorio debería ser un plan obligado para todo melómano. Foto: Turismo de Lanzarote.

Una de las últimas iniciativas en la isla es el aprovechamiento de las antiguas carreteras (prácticamente en desuso, al contar con mejores infraestructuras prácticamente paralelas) para convertirlas en carriles exclusivos para bicicletas y otro tipo de vehículos de la misma naturaleza. En la zona sur de la isla discurren incluso junto a zonas de salinas (las de Janubio, que permiten una estampa muy curiosa junto al mar y la montaña de roca negra). Además, no faltan rutas impactantes como las que permiten disfrutar del Parque Nacional de Timanfaya, concretamente la Ruta de los Volcanes.