Es una verdad universalmente conocida que cuanto mejor te cae una persona, más guapa la ves. Y si es fea, más aún. Es algo automático y suele pasar de repente. Ese momento mágico en que dejas de ver feo a un feo y pasas a verlo bello como una peseta.

Nos encantan las cosas bellas, hasta que nos hartamos de tanto Pinterest, tanto cuquismo y tanto batido verde; nos aburrimos, porque nos damos cuenta de que lo bello y lo bellísimo nos cansa soberanamente. Ese momento en que te hartas del gintonic y vuelves a la caña de cerveza, demonios, ese momento.

La belleza no es un mérito, es un accidente. Y el día en que descubres esa verdad y te entregas al poder del feo, lo vives como una epifanía. Casi todos los guapos son iguales, pero los feos, ay los feos... los feos molan más que tú y que yo, que somos normales, algo infinitamente peor.

Que Diana Vreeland era fea lo sabía hasta su madre, que se lo decía cada vez que podía porque no entendía como ella había podido tener una hija guapa y otra tan "extremadamente fea". Pero Diana no necesitó ser guapa, para ella la belleza era imperfección, actitud y estilo. Atrevimiento y excentricidad, pero sobre todo, no pedir nunca perdón por tus defectos. Si tienes bultos en la nariz, decía, enséñamelos. Ella entendía la moda como una borrachera de liberación de la banalidad del mundo.

Vreeland inspiró durante 25 años a las lectoras de Harper's Bazaar desde su columna Why not? y dio consejos que nada tienen que ver con la belleza insípida e inocua que hoy nos emperramos en colgar en Instagram. Ella llamaba a la diversión hasta en algo tan cotidiano como el baño de tus hijos ("¿Por qué no les aclaras el pelo rubio con champán sin gas para mantenerlo dorado, como hacen en Francia?") y te animaba a que colgaras un mapamundi en su habitación para que les abriera la mente y les salvara del provincianismo; te descubría que es buena idea tener dos pares de zapatos iguales (unos con suela de goma para los días de lluvia) y tener repetido un mismo vestido que te gusta.

Vreeland es la fea más hipnótica de la historia de la moda, y vivía la vida Al galope, como el título de la obra sobre su vida que Carmen Elías interpreta hasta el 15 de noviembre en el Teatro Español. ¿Por qué no ir a verla tocadas con "un sombrero con pasas y cerezas"? ¿Por qué no ir con "lazos de tul negro en tus muñecas"?¿Por qué no?

Nose, Forehead, Eyebrow, Outerwear, Jacket, Flash photography, Wrinkle, Facial hair, Portrait, Portrait photography, pinterest
Michel Houellebecq.

Michel Houellebecq es tan feo que da miedo, pero mola tanto que sólo quieres mirarlo todo el rato. Y leerlo. No le interesa la belleza, ni la juventud ni el estilo. Es misógino y tiene un problema con esa obsesión suya contra el Islam, pero este francés desastroso y su displicencia ante la vida te atraen como una cazuela de cocido. Prohibido y excesivo, Houllebecq no necesita ser guapo porque le sobra con ser feo.

Eyewear, Glasses, Vision care, Mouth, Sleeve, Human body, Shoulder, Jewellery, Photograph, Standing, pinterest
Joyce Carol Oates.

A Carol Joyce Oates Truman Capote la describió como "el ser más asqueroso de la tierra". ¿Pero quién quiere ser bella si puedes ser Joyce Oates? Su cara parece inventada por Tim Burton y cuando la miras crees que en cualquier momento desaparecerá tras una cortina de humo. Joyce Oates es una escritora febril capaz de condensar en un solo adjetivo la esencia de la América contemporánea. No la verás sonreír, pero de ella puedes leer sus libros sobre Marylin, sobre los Kennedy... Escribió incluso de boxeo y lo hizo tan bien que hasta el macho alfa de Norman Mayler la alabó.

Acaba de sacar libro nuevo, Mágico, sombrío, impenetrable; Oates tiene tanto escrito y le queda tanto por escribir que nunca te cansarás de ella.

Clothing, Eyewear, Hair, Glasses, Vision care, Lip, Dress shirt, Collar, Chin, Forehead, pinterest
Woody Allen.

"Soy lo suficientemente feo y bajo para triunfar por mí mismo". Woody Allen es un feo prendado por la belleza singular. Annie Hall, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Interiores... No tenemos espacio suficiente para hablar de lo bello en sus películas, una belleza imperfecta y cautivadora.Si Oates escribe como si no hubiera un mañana, Allen hace lo mismo en el cine. A obra por año y sin cansarnos (a veces).

Finger, Forehead, Eyebrow, Hand, Wrist, Monochrome photography, Happy, Monochrome, Black-and-white, Jaw, pinterest
John Updike.

Otro tan prolífico como feo era John Updike, a quien su cara de cuervo le daba ese aspecto simpático y cool incapaz de conseguir nadie que se esfuerce por tenerlo. Updike lo ganó todo (menos el Nobel), incluidos dos premios Pullitzer. Su prosa era tan bella, tan musical y tan virtuosa, que si miras una foto de él justo después de leerlo, lo ves guapo, dulce y guasón. Está científicamente comprobado. Nadie puede leer a Conejo (nombre maravilloso como pocos para un protagonista de novelas) y no ver luego una foto de Updike y pensar, "mira, el tío guapo".

Human leg, Shoe, Elbow, Sitting, Knee, Comfort, Bangs, Monochrome, Monochrome photography, Black-and-white, pinterest
Patti Smith.

Todas hemos querido ser Patti Smith en algún momento de nuestras vidas, todas hemos querido ser esa chica desgarbada y feílla que con cada movimiento dejaba claro que la belleza está en otro sitio, justo donde empieza el carisma y la genialidad.

Si la belleza es cuestión de actitud, Diane Lockhart es la mujer más guapa de la tierra. La abogada de la serie The Good Wife nos enseña en cada capítulo que para molar hay que tener un buen abrigo y un gran corte de pelo.

Face, Collar, Formal wear, Coat, Blazer, Government, Flag, Official, Varnish, Pantsuit, pinterest
La actriz Christine Baranski, Diane Lockhart en ’The Good Wife’.