A los pies de los montes Apeninos se encuentra la dotta, la grossa, la rossa; o lo que es lo mismo, la ciudad medieval de Bolonia. Docta, por su prestigiosa y conocida universidad que, fundada en 1088, es la más antigua de occidente. Gorda, por su tradición gastronómica, pues es la patria de los tortellini, la mortadela y la indispensable salsa boloñesa -a la que allí deberás llamar por su verdadero nombre: ragú-. Roja, por el color de sus fachadas y por la histórica y marcada militancia comunista de la ciudad.

Bolonia tiene, además, el segundo casco histórico más grande del mundo, después de Venecia, y más de 40 kilómetros de inmensos soportales que embellecen la ciudad y resguardan a estudiantes, locales y turistas del sol, la lluvia o la nieve.

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Esta bulliciosa ciudad guarda bajo sus pórticos incontables tesoros a la sombra, leyendas urbanas y algún que otro secreto esperando a ser descubierto. Pero Bolonia solo muestra sus encantos a quien, de verdad, quiere conocer qué se encuentra entre sus callejuelas. Por eso, y aunque los secretos no deben contarse nunca, sino que los debes descubrir por ti mismo si quieres arriesgarte a conocerlos, te vamos a contar dónde están los 7 secretos de Bolonia, pero sólo por el amor que sentimos hacia esta ciudad y también, ¿para qué mentirnos? hacia su ragú bolognese.

1. La Finestrella

Hay una ventana en Bolonia desde la que se puede ver Venecia. O casi. Bolonia cuenta con varios canales de agua subterránea y, antiguamente, se conocía la ciudad como la piccola Venezia. Estos canales eran usados para transportar mercancías, pero acabaron soterrados. Uno de ellos sobrevivió y, aún hoy, fluye por la ciudad. Sin embargo, no está a la vista de todo el mundo, sino que se oculta entre edificios y, tan solo, quienes miran a través de la pequeña finestrella de la Via Piella podrán descubrirlo.

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2. L’arco della voce

Es cierto que las paredes oyen, al menos en Bolonia. Aunque no todas, por suerte. Y para comprobarlo, lo mejor es dirigir tus pasos hacia Piazza Magiori, bajo los pórticos del Palazzo del Podestá. Una vez allí, debes buscar las estatuas de San Doménico y San Petronio -patrón de la ciudad- y ponerte bajo uno de ellos, de cara a la pared y susurrarle algún secreto. Si alguien está refugiándose bajo el otro santo, podrá oírte a la perfección y podréis mantener una conversación. Pero, ¿Cómo? Pues debido a su techo abovedado, que consigue transportar los sonidos de una esquina a otra, algo arquitectónicamente común y que, depende del recinto suele traer algunos problemas de acústica. Aquí, en cambio, supieron sacarle provecho y, así, los curas de la época podían confesar a los enfermos de lepra sin riesgo de contagiarse.

3.La statua del Nettuno

Si paseas por los alrededores de la Piazza Maggiore, te encontrarás con la fuente más famosa de la ciudad:La Fontana del Nettuno. Una fuente que no se corresponde con la idea original de su creador, Giambologna, y que acabó por ser modificada. El imponente dios romano de los mares y los terremotos que el escultor había diseñado para la ciudad contaba con unos atributos “demasiado grandes”, por lo que el cardenal que le había ordenado crear la estatua le rogó que le extirpara parte de esta -excesiva para la Iglesia- virilidad. Y obedeció, pero supo jugar con las perspectivas y dio con una manera de salirse con la suya. Pues en el pavimento cerca de la entrada de la biblioteca Salaborsa, destaca una baldosa de un color distinto al resto. Y desde ella podrás ver el efecto óptico con el que Giambologna consiguió que su Neptuno fuera el dios que él buscaba, ya que el dedo pulgar de su mano izquierda se ve cómo sobresale bajo su vientre creando la percepción de ser un enorme y viril miembro en pleno apogeo.

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4. Le tre frecce

Existe una estructura de madera, en la Strada Maggiori, sobre la que se cuenta una de las muchas leyendas que se narran de esta ciudad. La historia habla de tres bandidos que pretendían matar a un hacendado local, los tres andaban con sus arcos tensados y a punto de disparar sus flechas cuando fueron distraídos por una mujer que, desnuda, se asomó desde una ventana del pórtico. Las tres flechas salieron disparadas, pero no acertaron y acabaron clavadas en las vigas de madera del edificio, donde aún siguen, aunque difíciles de encontrar, como muestra del paso del tiempo y de que, con suerte, cierto hombre salvó la vida, al menos, de momento.

5. Canabis protectio

En la Via Independenza se encuentra el Canton de’ Fiori, y allí, bajo la Torre Scappi, te encontrarás con un mosaico en el suelo que reza estas palabras en latín y un fresco en el soportal con la misma oración: “panis vita, canabis protectio, vinum laetitia”. Nos recuerda que hubo una época en la que el pan era vida; el cannabis, protección y el vino, alegría. Ya que el desarrollo de la ciudad se debe también al cultivo de la marihuana, droga que estaba permitida en la antigua ciudad medieval y que, gracias a la situación de este fresco y mosaico, sabemos uno de los lugares desde donde se distribuían las hojas del cáñamo.

6. Il sole in un buco

Para ser testigo de este secreto tienes que estar en Bolonia entre marzo y noviembre, pues solo entonces es cuando tiene lugar este efecto lumínico en la basílica de San Petronio, en la Piazza Maggiore. San Petronio es la basílica principal de la ciudad, un imponente edificio al que no dejaron ser catedral y que pretendía competir en tamaño con San Pedro del Vaticano, por lo que desde Roma se determinó una bula papal en la que se prohibía la continuación de la edificación del templo, pues no podía atentar contra la jerarquía papal. Aún así, es la quinta iglesia más grande del mundo. En su interior existe una línea recta de casi 70 metros cuadrados que indica la situación exacta del meridiano que la cruza, y durante los meses del año antes mencionados, cuando el sol está en lo más alto, se filtra su luz por un agujero en el techo y traza una línea dorada marcando el día exacto en el que nos encontramos. Eso sí, si quieres un recuerdo fotográfico del momento, tendrás que pagar, pues sólo así permiten hacer fotografías en su interior

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7. Diavolo Faccia

Aquí va otra leyenda, con el diablo por medio, incluido. En esta se cuenta que en la Piazza Santo Stefano vivía una familia de aristócratas que, como suele ocurrir en estos casos, tenían ciertas rencillas internas sin resolver. Un buen día, el patriarca de la familia pagó a un escultor para que tallara, en la fachada del palacete, los rostros de todos los miembros que allí habitaban. El artista hizo su trabajo y añadió, además, entre los rostros de los hermanos e hijos, la cara de un diablo. Quizás como representación de uno de los familiares, o, tal vez, como forma simbólica para escenificar las maldades que caracterizaban a esta problemática familia. Así que, recuerda que en esta plaza, cualquier cosa que hagas será bajo la atenta mirada del propio Lucifer.

Y si estos siete secretos te han sabido a poco, lo mejor será que empieces a plantearte un viaje a Bolonia, donde te esperan sus soportales, sus paredes rojas, sus memorias y muchos enigmas que la historia ha ido depositando en sus vías y que tienes que vivir, sí o sí, en primera persona.