El otro día encontrábame yo a cuestas con mil y un temas de trabajo, estresado. Y salí a fumar. Y allí -en el patio de la agencia en la que trabajo- mientras apuraba el cigarrillo de liar, me quedé escuchando la conversacion de otros compañeros que no sé muy bien qué campaña andaban preparando para una importante marca de bebidas. Por lo visto andaban buscando influyentes (porque basta ya de anglicismos) con los que los jóvenes asistentes al evento de turno pudieran identificarse. Modelos vitales; lo definirieron concretamente como 'modelos aspiracionales'.

Como me pareció interesante lo que contaban; me mantuve atento. En realidad tan solo tenía acceso a una parte de la conversación: los argumentos que la ejecutiva de cuentas esgrimía para justificar su propuesta de influyentes. Lo de los modelos aspiracionales le había quedado de lujo y por su sonrisa comprendí que el cliente opinaba lo mismo que yo. Sin embargo, acto seguido se coló la palabra follower entre frase y frase. En plural. Tan plural que los contaban por miles. De tal forma que aquello de la aspiración, la fuerza moral, la inspiración y el resto de verborrea quedó rápidamente reducido a números. Concretamente, a las Ks (miles) de seguidores con que cada uno de los pipiolas y pipiolos propuestos contaba en Instagram.

Una vendía bolsos handmade, otro era 'youtuber' y una tercera directamente quedó identificada por su apellido. "¿Esa quién es?", debió preguntar el cliente. "Bueno es que es hija de...". Mi compañera de oficina me miraba con cara de circunstancia mientras agarraba su Iphone en una mano y el briefing en la otra. Por su gesto creo que ni ella misma se estaba creyendo toda esa patraña. Y aunque aquello me tranquilizó, mi estupor era tal que decidí apurar el cigarrillo y volver a mi ordenador. Aunque mi propio trabajo me hizo desconectar, lo cierto es que me quedé con la coplilla (...).

Aquella tarde -ya en casa y a salvo de campañas de influencer marketing- me topé con la lista Forbes de los 30 jóvenes más influyentes de España. Según rezaba el texto: "Jóvenes líderes que ya han hecho un impacto o aquellos que están a punto de hacerlo. Con objetivos diferentes pero una misma misión: cambiar el mundo". Investigadores sin redes sociales, emprendedores digitales aún sin esponsorizar, periodistas, directores (...). Pero ni rastro de blogueros de moda ni bolsos handmade. Y aunque la presente no vaya a hacernos cambiar nuestras preferencias en Internet y sigamos likeando compulsivamente las fotitos monas de Dulceidas y Pelayos, lo cierto es que mucho más allá de la moda y mucho más allá de Instagram hay jóvenes produciendo la cultura que se estudiará, investigando para hallar la cura de las enfermedades que se erradicarán, innovando para crear la nueva red social que triunfará y, en definitiva, haciendo cosas realmente inspiradoras, realmente importantes y realmente grandes.

Casi todos hemos oído hablar de Hawkers: esas gafas de sol modernitas y asequibles que han invadido cada evento y cada campaña en redes desde hace algunos años. Pero no tantos habrán oído hablar de Pablo Sánchez o David Moreno, sus co-fundadores junto con Iñaki Soriano y Alejandro Moreno. Pocos también pueden presumir (como ellos) de gestionar una empresa que factura más de 100 millones, presente en 50 países y con más de 200 empleados. Una joven historia de innovación digital y éxito empresarial a la que nada tiene que envidiar Óscar Pierre. ¿Os suena Glovo? Seguro que sí. Pues este ingeniero aeroespacial catalán es la mente pensante detrás de una app que en 2017 alcanzó el millón de pedidos, los 250.000 usuarios, 3.000 partners y presente en 9 ciudades europeas.

En una vertiente mucho más artística de la vida se encuadran los javis. Por si hubiera alguien sobre la faz de la Tierra que aún no haya oído hablar de ellos: Javier Calvo y Javier Ambrossi son los creadores de la archipremiada La Llamada (teatro), su adaptación al cine que acaba de estrenarse en las salas o la serie 'Paquita Salas', todos auténticos éxitos culturales en nuestro país. Una vía -la de la creación artística- que conoce bien Pepa Salazar; a juicio de muchos, una de las diseñadoras de moda con más proyección del panorama nacional. Sus colecciones han sido objeto de los mejores premios, han conquistado a la crítica y han merecido colaboraciones con firmas internacionales como Nike.

En esa línea (sorprende la cantidad de artistas que encontramos en la lista) se enmarca también Sergio Bernal. A sus 27 años, el bailarín madrileño ha pasado por todas las grandes compañías del país y ha sido seleccionado como solista en el Ballet Nacional de España. La crítica británica lo calificó como el Principe de la Danza Española y su danza ha deslumbrado en salas de medio mundo. Influyente de los de verdad por lo que con su propio cuerpo es capaz de hacer como también le ocurre a Daniel Stix, jugador profesional de baloncesto en silla de ruedas y medallista paralímpico. Una brillante carrera deportiva que ha sabido compaginar además con la escritura, las ponencias y multitud de acciones solidarias.

Artistas, deportistas... y no tantas mujeres como nos gustaría. Del total de influyentes incluidos en las lista de Forbes, tan solo 11 son mujeres. Además de la mencionada Pepa Salazar, destacan nombres como el de Ariadna Masó. Domina cinco idiomas, ha trabajado en multinacionales de las finanzas por media Europa y de su criterio depende la inversión de más de 200 millones de dólares en compañías tecnológicas y de servicios a través de Babson Capital, el fondo de inversión que es Directora Asociada. Por su parte, Raquel Vázquez (premiada también con el galardón de Forbes a nivel europeo) es abogada especializada en Derecho Penal internacional y Tecnología para la Defensa de los derechos Humanos. Es una de las primeras integrantes de eyeWitness to Atrocities... ¿habéis visto Minority Report? Pues algo parecido.

Otra sorpresa: periodistas. La lista también reconoce la influencia de UNA joven juntaletras. María Gómez (aunque no reconozcas su nombre te aseguro que la has visto en la televisión) ha pasado por espacios radiofónicos de M80 Radio o Cadena SER, antes de dar el salto a la gran pantalla mainstream con programas como Zapeando, A toda pantalla o Dani&Flo.

Y por supuesto, maestros del paladar. Imposible era que en esta lista -y a tenor de los buenos tiempos que corren para el sector- no se reconociera la gastronomía nacional. Concretamente, se reconoce la labor de David Andrés no ya por su co-propiedad en el restaurante Somiatruites de Igualada (Barcelona), sino por haber puesto su firma en proyectos gastronómicos tan relevantes como Ábac de Jordi Cruz. Con 25 años compagina ambos proyectos y ya fue incluido en el ranking mundial de jóvenes influyentes de Forbes. En la lista española se cuela también una mujer: Andrea Dopico ha conquistado los paladares de media España con su pastelería en restaurantes como Club Allard, MOments o el propio ABaC donde trabaja actualmente.

No están todos los que son, ni mucho menos. Ni los que incluimos en este texto (la lista reúne a los 30 jóvenes más influyentes) ni los que han resultado galardonados en el ranking de la revista Forbes. Son muchas más las mentes capaces de hacer cosas extraordinarias sin que -necesariamente- nos lo cuenten día a día cada día en Instagram.