Pocas personas tienen la capacidad de plasmar en dos minutos de acordes musicales un sentimiento o emoción casi palpable con las yemas de los dedos. Shigeru Umebayashi, japonés conocido por su extensa filmografía como compositor de bandas sonoras, es sin duda una de esas mentes privilegiadas. Otrora líder de la banda de rock nipona new-wave EX, su talento llegó a oídos de Tom Ford tras urdir los temas originales de películas como In The Mood For Love (2001) o My Blueberry Nights (2007), de Wong Kar-wai. Por aquel momento, hacia mediados de 2008, Ford se hallaba inmerso en la historia de Un hombre soltero (2009). "Hay mucho de mí en mi versión de George", avanzaba entonces. "Mucha gente pasa por una especie de crisis espiritual al llegar a la mediana edad. Conseguí grandes logros en el mundo material a una edad muy temprana: seguridad económica, fama, éxito profesional y más bienes materiales de los que podía disfrutar", zanjaba sobre el argumento. Poco después, Umebayashi se sumaba a su ópera prima para componer varios temas originales junto a otro coétano de igual talento, Abel Korzienowski, con temas que tensan el hilo argumental. Carlos, la escena protagonizada por Colin Firth y Jon Kortajarena, es uno de los más robustos ejemplos.

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Desde la ópera prima de Tom Ford como cineasta, último ejemplo citado, el músico no participaba en ninguna cinta. Afortunadamente, tuvieron que venir Paula Ortiz y los embriagadores textos de Bodas de Sangre, de Federico García Lorca, para convencerlo. Con La novia (2015). En el debut cinematográfico de Ortiz, Umebayashi retoma su discurso: "La sensibilidad oriental encaja con el drama lorquiano de una manera absolutamente natural y coherente (...) se teje de una forma muy profunda", compartía Ortiz al tiempo que el Liceo de Barcelona ponía en marcha el proceso de grabación de los temas musicales del filme. "Umebayashi es un hombre que ha trabajado con algunos de los directores que más admiro y en las películas más grandes y recordadas de los últimos tiempos", zanjaba.

Conocedor de la obra teatral y poética de Lorca, el japonés, nominado a un Goya por su aventura con Ortiz, contó con la ayuda de una orquesta de diez músicos dirigida por el español Andrés Ramos Navarro. Lo bueno, tal y como compartía su salvadora a Eldiario.es, es que la faena de Lorca "tiene las raíces en los elementos más fundamentales de la poética: la luna, los astros, el sentido del deseo, el amor, la tierra... Con Umebayashi hablábamos de que tenía que ser una música que surgiera del pavimento". Dicho y hecho. Huyendo, eso sí, del ala más vernácula del flamenco.